Diario de León

CORNADA DE LOBO

Estar «a poulo»

Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

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La esperanza creíble de una tierra se escribe desde siempre con un arado. Mala patria parece de lejos (y un horror, de cerca) la que tiene sus viejos cultivos abandonados, sus labores y panes en barbecho, dejados en adil prados y huertos y entregada al abrojo o a la zarza la vieja heredad, condenada la tierra a quedar «a poulo», que es como llaman gallegamente en el Bierzo a la tierra incultivada, «olvidada», algo que le subleva la sangre a Pradatope desde hace años porque se mata el presente y se entierra al futuro.

Cruzando ahora las vegas hortelanas (y un día tabaqueras) del Cúa, me mostraba Ricardo Gancedo las tierras que ya no mulle el arado, abandonos aquí y allá, deserciones agrarias... algo incomprensible en una tierra de fecundo y generoso surco como es el Bierzo. «Tan sólo de pera conferencia hay un prometedor filón agrario que hace rentable el esfuerzo del que quiera trabajarlo», insiste. Y hay futuro en los olivos. Es su tema apasionado. No habrá aceite más fina y demandada que la berciana. Está en su certeza ansioso de comprobar los primeros resultados de la apuesta por este cultivo que volvería a tierras bercianas tras haber sido abandonado hace siglos. Conclusión: el Bierzo sólo resurgirá de su fallida apuesta minera volviendo al campo, restableciendo su vocación labrantina y forestal, vega y pastos, ésta fue siempre su mejor mina. Ese campo aún tiene mucho que decir en estos tiempos donde se persigue la excelencia del producto, la rareza primorosa y el fruto auténtico y honesto.

Cuando dejé a Gancedo y a su amigo sembrando un sueño de olivar a la vista de Cacabelos, entré en una cafetería a por tabaco y, por ser mañanita resacosa de Añonuevo, allí estaban dos mozos en su trasnoche metiéndose un chocolate a rosca y arando también sus sueños sin despegar el ojo de la tele donde se daba cuenta del comienzo de ese rally bobo y asesino que era Dakar africano y ahora es argentino con su «ché, viste... ¡qué hostión!». Esas motos centauras y esos bugas saltarines son el tractor de sus ilusiones, glamour de velocidad y vidorra con doble tubo de escape. Parecían abducidos por esa fascinación. Aquellos dos modorrines estaban también «a poulo», sin cultivar.

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