Diario de León

Gente de aquí | La leyenda de Amparito

Llegó la ‘levantá’

Hijo de Lesmes García cumple con el ya tradicional rito semanasantero de descubrir en el escaparate de su tienda de la calle Ancha el teatrillo de vitrina.

La Iluminada Compañía y el público que se unió a la ‘levantá’ del escaparate de Hijo de Lesmes García.

La Iluminada Compañía y el público que se unió a la ‘levantá’ del escaparate de Hijo de Lesmes García.

León

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La Iluminada Compañía, un singular grupo del que forman parte atajadoras, cronistas, síndicos acreditados, papones de acera, ilustradores, poetas, amigos ataviados con capas, chisteras y chambergos y curiosos sin otro título, asistieron anoche al ya tradicional rito de la ‘levantá’.

Hijo de Lesmes García izó el telón de su escaparate para descubrir el teatrillo de vitrina, que inaugura oficiosamente la Semana Santa leonesa en los últimos años. Tras la cristalera que el resto del año promociona paños y ropas del hogar, asomaron personajes ya emblemáticos como la manola Amparito, Tomasín, el pícaro monaguillo de vinajera en ristre, Don Blas y Don Sabino y el eterno niño Miguelín con su apetitosa oblea.

Este singular grupito, cuya pista se esfuma al término de la Semana Santa, ha sido fuente de inspiración para apócrifos poetas. «Una parca traidora y muy temprana trocó a Amparito en pío escaparate la tarde leonesa más mariana», dice un verso de las Coplillas desde la Ancha, pasión tras los vitrales, rescatadas por Sánchez-Cadenas, Paponius apodatus. La surrealista cofradía este año ha editado un opúsculo titulado A mparito, historia de una manola que se llamaba Amparo , del que manifiesta ser autor el acreditado biógrafo Emilio de Pedregal y Cifuentes, un relato cómico-dramático que sirvió para arropar la levantá.

Javier Fernández Zardón ‘Motorines’, ofició anoche como maestro de ceremonias, ante una nutrida concurrencia ávida por conocer la historia de los personajes que acompañan a la malograda Amparito, muerta el 27 de marzo de 1947. En la antigua Vía del Cardo Máximo, Motorines, capa en ristre, recitó ante la parroquia la siguiente coplilla: «Si alguien piensa que en León/ hay ochenta disparates,/ que se acerque a la emoción/ y descubra la ilusión/ de este humilde escaparate…».

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