Diario de León
Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

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Quijotil y cervantino nos salió este fin de semana que aún tendrá su octava y su largura, atracón de efeméride sonada y centenario algo hueco, barato, lecturas continuadas, florecillas escolares, teatrillos, migas manchegas para pardales, pardas veladas literarias... y en todo lugar, a las ocho de la tarde, ¡como en Madrid!: o das una conferencia o te la dan.

¿Cómo estimará España a Cervantes si ni lo lee ni le interesa y sólo le suena a nombre de calle o quiosco?... ¿logrará este centenario avivar sesos y despertar ganas colando Quijotes en las casas?... ¿y quién ganará la batalla entre ese libro y las pantallas encendidas?...

No cuadra Cervantes como autor popular en este tiempo que anda a carreras y con mucho enredo. Al que va con prisas (todos) le sobra con los titulares o los tirulís de 140 caracteres y le fatiga la calma y atención que pide su lectura. Muy pocos lo leen. Por eso el que dice que ha leído el Quijote casi siempre miente arriesgándose a que le pillen la trola si le preguntan qué episodio le gustó más y dice que el de los molinos, claro, ¿cuál si no?

En fin, no se le leerá, pero se intenta, se ataca, se picotea aquí y allá... aunque se acaba desistiendo de seguir la línea hasta el final (del capítulo, el final del libro lo alcanzan pocos). Sin embargo, quien leyó el Quijote entero una vez suele repetir o repicar y quienes dicen releerlo de cuando en vez aseguran que siempre se encuentra algo nuevo, matices desapercibidos, una sentencia grandiosa en un diálogo humilde, otras luces... y sombras.

Sin embargo, lo que parece tantas veces un atropello a la sonoridad y teatralidad de la letra cervantina es eso de las «lecturas continuadas», moda esparcida ya por todo rincón. Siempre suenan a esa epístola matraca que las sobrinas han de leer en las bodas. No dudo de la buena voluntad de tantos políticos o arrimados que se suben a esos atriles, pero si para muchos ya es penosa la lectura del Quijote, la escuchadura puede acabar de espantarles. Si realmente quieren contagiar su lectura, ¿por qué no traen a uno que lo sepa leer de verdad, que entonce y emocione, pues este libro lo consigue?...

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