Diario de León
Publicado por
GARCÍA TRAPIELLO
León

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Me llega de la mano de su autor, Joaquín Serrano, un estudio recién editado sobre el «Cantar de la trashumancia: Los cuatro yegüeros camino de La Mancha» en el que comenta y desentraña los 1.304 versos de un diario verseado, un poema en el que cuatro pastores leoneses -tres de Tejerina (Raimundo Díez, Onésimo Villarroel y Fausto Rodríguez) y uno de Villafrea de la Reina (Tomás del Blanco)- fueron consignando en rima de sencillas cuartetas el relato de cada una de las veinte jornadas a pie desde Palencia al valle de Alcudia, en Ciudad Real, llevando 78 yeguas, comiendo de frío mayormente y durmiendo al raso, a estrella.

Era el año 1948, cuando la gazuza de postguerra aún exigía no desdeñar ningún trabajo por penoso que fuera; y lo era el arrear un hato caballar veinte días seguidos cruzando media España, pero eran jóvenes los cuatro y cuadrilla bien avenida; solo hay que imaginarles al final de cada jornada haciendo lumbre, sacando zoquete, tasajo, chorizo y vino, repasando el día y tirando de cuaderno y lápiz para rimar las horas y avatares, que no fueron pocos.

De siempre las Vírgenes se aparecían a los pastores, pero a estos se les aparecían las musas del estro para inspirarles su evangelio-dietario, algo insólito porque lo propio del pastor es forgar palos gordos para hacer tariles o cucharas, aunque estos usaban la navaja para afilar el lapicero, cosa bien rara entre gentes de zurrón que tantas veces ni vieron de ñarros un pupitre.

Lo ejemplar de este episodio es que son los cuatro quienes firman la autoría del poema al alimón, aun sabiendo que uno debió ser el más verseador, pero huérfano de vanidades. Y los cuatro merecen repique, fandanguillo y que alguien les coplee así: De los cuatro yegüeros que van por la cañada, el de la yegua torda, mamita mía, no quiere ijada... De los cuatro yegüeros que van al río, el de la yegua ruana, mamita mía, versea el lío... De los cuatro yegüeros que van de noche, el de la yegua negra, mamita mía, es un derroche... De los cuatro yegüeros que van tan lejos, el de la yegua blanca, mamita mía, se ve vencejo.

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