Diario de León
Publicado por
GARCÍA TRAPIELLO
León

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Ahora que se van callando las salvas de honor que con inusual unanimidad ibérica y con el regimiento en formación se dispararon en honor de Alfredo Pérez Rubalcaba, capitulemos el duelo con otras salvas que además de pólvora las cargaron con plomo de ¡muerte al muerto!: !Rubalcaba, asesino!, gritó un abencerraje churiurdin en el minuto de silencio en su memoria que precedió a la final de la Copa de la Reina de fútbol enfrentando al Aleti de Madrí y Real Suciedad (dijo Peláez), inoportuna vileza que no dejó de ser lógica al ser también eco del ruido tabernario batasuno que replicó con brindis la muerte del alabado político socialista. Y no fueron los únicos, ni tampoco estaba solo en sus furias el tipo que en la capilla ardiente lanzó al ataúd sus folios de la ira en plan bizarra panfletada, sin contar las redes, que con sus repiques se hicieron también caseta de feria donde cualquiera disparó su perdigonada con laics o retuits de memes y andanadas.

Madrugó el odio sin respetar siquiera un tiempecito de duelo, ese breve silencio córpore insepulto que cualquiera merece (hasta su puta madre). Buscó el resentido que el sentir general o la piedad no maquillaran el retrato maliciado que él le hace a Rubalcaba como el crío picudo que pinta gafotas y bigote a una candidata en cartel electoral.

Normal, esto es España (en Lima o París, lo mismo; siempre hay muertos molestos); y es que en España, sin tener gran tirria a alguien no se carbura; y no hay mejor remate de francachela borracha que mearle la tumba a alguno; sobre todo, como en el caso de Rubalcaba, si les incomoda la elegancia honesta en su retirada política volviendo a su aula y oficio cuando pudo elegir salida acomodada entre diez puertas giratorias... y tuvieron que repetir ¡asesino! por no poder llamarle jamás ladrón, que así lo hubieran preferido por ser más letal el disparo.

Pero tampoco hubo decencia en algunas loas, aun disculpándolas la lírica obituaria, porque también se vio que con el traje del muerto se visten los vivos... y los vivillos lo hacen reliquias.

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