Diario de León
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El baile del ahorcado Cristina Fanjul
León

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León se empeña en mantenerse alejado de la naturaleza porque los pocos habitantes que le quedan creen que llegar al siglo XXI depende de encerrarse en una cárcel de hormigón. Es una de las cualidades del neopaleto, la nueva clase social que busca diferenciarse del resto con algoritmos que dibujan la frontera entre la ciudad y el campo, como si algo así fuera posible, como si la única característica de la polis fuera el cemento, la urbanización basada en la ortodoxia del gris. La ciudad ha vivido del campo, de la provincia. La capital nunca ha sido nada sin la ‘rémora’ del agro y del carbón. Ahora, cuando todo lo que nos mantuvo a flote se acaba, León regresa por sus fueros hacia la insignificancia. Se les nota que acaban de llegar a la vida urbana porque intentan arrasar con todo lo que recuerda a campo. La macarrada tiene varios exponentes. Un poblador de los Picos de Europa ponía en evidencia a esta nueva banda de cursis en un video en el que denunciaba que le habían censurado al gallo sus maitines. Lo próximo será obligar a el sol a aparecer por el oeste cuando Galileo ya demostró que no se mueve de su sitio. Volvemos al geocentrismo pero corregido con aspiraciones científicas que la mayoría no entiende y aumentado por los aprovechados de la nueva economía. Los horteras se han adueñado de tantos espacios que parece que las tinieblas de la uniformidad de pensamiento ha conquistado la ciudad. Les vemos por doquier y adoptan múltiples formas y pelajes. Los hay de izquierdas y de derechas, los hay animalistas, los hay ‘foodies’, los hay solidarios y, también, detractores de lo que hoy se conoce como buenismo, una actitud que, antes de la neolengua orwelliana que ahora nos gastamos, se denominaba compasión.

Un pequeño espacio de cemento entre montañas debería aprovechar la relación que la naturaleza le ofrece en lugar de esquilmar los árboles cada verano. Ya sabemos que hay mucho patán que se queja de los insectos, pero puede que ellos también molesten y nadie decide fumigarlos.

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