Diario de León
Publicado por
CORNADA DE LOBO GARCÍA TRAPIELLO
León

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A quién le importa que pida Otegi perdón por esa boquita?... ¿a qué tanta insistencia?... ¿quién necesita escuchar un «perdón» de esa boca de cañón (y de hacha con culebra), pues si saliera de ahí, lo sería «por imperativo legal», llevaría sin duda espoleta retardada y sería más falso que la cebra de Ardoncino?... y cuando se disculpa «por haber causado más dolor del necesario», está claro que no le traiciona el subconsciente... entonces, ¿cuánto dolor considera preceptivamente necesario, es decir, cuántos de los mil muertos por bombazo o tiro en la nuca cree justos o pertinentes y cuántos exceso de cupo o alegre celo pistolero?... porque eso es lo que vino a decir sin tener que decirlo: que las sentencias de muerte dictadas por Eta en tribunal militar sumarísimo (más sumarísimo que los de Franco; aquí hasta pasaban de reo, de simular juicio y de actas; juez-verdugo apoyado en bocas cerradas del 9 corto) eran sentencias de poli-milis que tenían tanta sed de justicia y legimitidad como las del Tribunal Constitucional; lo piensa; y en fin, que todo ello es el Relato, agua pasada; y que ahora se trata de política y democracia, de nación a nación (mi picha es tan larga como tu ley), esto es, y que ahora toca repartir botín parlamentario, concejil, institucional o de bóvilis y... lo que te rondaré, moreno (Navarra incluida).

Pero nadie le preguntó a Otegi: ¿Volvería usted a hacer entonces lo que hizo?, ¿tendría Eta que volver a matar si se dieran las circunstancias?, ¿tenía razón la calle matona o borroka cada vez que voceó -sumarialmente- «Eta, mátalos»?... hala, y que se enrolle el tío con las circunstancias, el relatito, la España Franca, la novela gudari y la guardia cerril... a caballo y con naranjero.

De su propia biografía nadie se arrepiente. Si hay de qué arrepentirse, siempre se encuentra un culpable que absuelve o circunstancia que atenúa.

O sea, Otegi volvería a hacerlo. ¿Qué perdón saldría de ahí? Al menos los catalanes del «procés» procesados fueron claros ante el juez: «volveríamos a hacerlo». Lo harán. ¿Arrepentirse? Tururú. Y hay que consentirlo... ¡y pagarles!

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