Diario de León

Javier Matilla Domínguez

«La febrícula que tuve cuando me contagié me aceleró un brote de esclerosis»

Javier Matilla es celador y poeta. Se contagió a finales de junio. Los primeros síntomas fueron febrícula y dolor de garganta. Tres días después empezó a notar una sensación rara en la boca, en los labios y en la vista. Lo que parecían efectos del virus resultó ser un brote de esclerosis, no múltiple, de la que todavía se recupera

Javier Matilla, en su casa en León.

Javier Matilla, en su casa en León.

León

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Javier Matilla tiene 55 años, es celador en HM Hospitales en San Francisco y escritor. Está de baja recuperándose de un brote de esclerosis que sufrió a principios del mes de julio, justo cuando estaba aislado contagiado con coronavirus. Los médicos creen que la febrícula (37,4º), síntoma junto al dolor de garganta que atribuye al virus, le aceleró la aparición de la enfermedad que había dado su primer aviso hace 25 años. «Me contagió mi hija de 18 años a finales de junio. Ella estaba en segundo de Bachiller en pleno final de curso con exámenes que le exigían mucho esfuerzo. Le dolía mucho la cabeza y el estómago y lo atribuíamos a los nervios de la situación. Su madre insistió en que fuera al médico y le hicieran una PCR y dio positivo».

El resultado de la prueba movilizó el protocolo y toda la familia se sometió a un diagnóstico. «Mi mujer también trabaja en el sector servicios en HM Hospitales. Ella dio negativo en la prueba y no tuvo que guardar cuarentena. Yo me cogí un colchón para dormir y me aislé en el salón de nuestra casa».

La quinta ola empujaba fuerte en la provincia a finales de junio. Comenzó con el contagio de los más jóvenes y acabó con la provincia en riesgo extremo y la expansión de la variante delta. El 31 de julio, cuando Javier dio positivo al virus, se infectaron otras 138 personas en León y 22 estaban ingresadas en los hospitales, 7 en las ucis.

«Cuando me detectaron el virus no tenía ningún síntoma, pero después me subió la febrícula durante un par de días y me dolía un poco la garganta. El primer día que me confiné era jueves y el domingo empecé a notar una sensación rara en la lengua, como dormida. Llamé a la clínica para consultar con un médico. Charlamos por teléfono y me dijo que posiblemente perdería el gusto, pero los síntomas que siguieron no eran así. Empecé a notar dormido el labio superior y yo creía que era por el virus. Llamé a otra amiga médica y me dijo que esos síntomas no los había visto en otros pacientes con coronavirus. Me recomendó que fuera a Urgencias del Hospital de León y fui». La prioridad en ese momento era descartar un ictus o un trombo. «Tenía la boca seca, con la lengua como acartonada. Me hicieron un análisis de sangre y me dijeron que estaba deshidratado. No me pusieron suero ni medicación, y me enviaron a casa con la recomendación de que bebiera mucha agua». Para volver a su domicilio tuvo que coger un taxi, un trayecto que recuerda penoso por lo mal que se encontraba. «Vomité por el camino. Cuando llegué a casa me encontraba muy mal, pero luego se me pasó. Yo bebía mucha agua por lo de la deshidratación. Estuve confinado en el salón 14 días porque seguía dando positivo. El último viernes me hicieron un análisis serológico y me confirmaron que tenía anticuerpos pero que no contagiaba. Habían pasado 15 días. Aún así dormí en una habitación yo solo. Empecé a notar que veía doble. Esa noche la pasé fatal, sudaba mucho y tenía una sensación extraña en las piernas».

A los tres días de estar contagiado y aislado empecé a notar la lengua dormida y la boca seca. En el Hospital me dijeron que estaba deshidratado y me enviaron para casa. Cuando volví a los pocos días me detectaron una esclerosis

El primer brote lo tuve hace 25 años y no volví a tener más síntomas. Ahora me estoy recuperando y agradezco a familia, amigos, compañeros de trabajo y Asociación de Esclerosis Múltiple el apoyo que me dan

Soy aficionado a la poesía, tengo escritos poemas alusivos a la pandemia y espero retomar mi participación en el Ágora de los últimos viernes del cada mes y volver a cantar y tocar la guitarra. Ahora todavía no puedo

Su mujer se asustó y a través del seguro médico de Sanitas llamaron a una ambulancia. «Me hicieron un electro y me enviaron otra vez al Hospital. Allí me pidieron un escáner craneal para descartar un trombo». Mientras permanecía en el Box de Urgencia oyó que el médico daba instrucciones para que lo ingresaran en la unidad de ictus, por lo que sospechó que esa era la causa de lo que le estaba pasando. «Allí me atendió el doctor Ares, que me reconoció y me hizo otras pruebas como una ecografía de las carótidas. Yo soy celador y aunque no tengo conocimientos de medicina por mi experiencia sé las pruebas que se piden a los pacientes con ictus. El resultado no cuadraba con la sospecha inicial. Entonces le mencioné el brote de esclerosis que tuve hace 25 años y la pista fue decisiva».

Tuvo que esperar un tiempo hasta que le pudieron hacer una resonancia magnética porque la PCR seguía detectando el virus y la resonancia debía realizarse cuando no existiera ningún riesgo de infección. «La punción lumbar y la resonancia confirmaron el diagnóstico. Una esclerosis, no múltiple, de la que todavía sigo recuperándome».

Desde entonces asiste dos días a la semana a rehabilitación en el gimnasio de la Asociación de Esclerosis Múltiple de León. «Tanto el médico del Hospital como en la asociación me han dicho que la fiebre que tuve cuando estaba contagiado con el virus pudo desencadenar este segundo brote, que ya debería tener latente y no se había manifestado. La verdad es que desde ese primer episodio de hace 25 años nunca volví a tener ningún síntoma»

Ahora se encuentra mejor. «Me he recuperado bien, coordino mejor, pero al principio lo pasé muy mal. De todo lo que nos pasa hay que sacar una enseñanza. No se puede separar el estado emocional de lo que ocurre en el cuerpo. La escleroris es una enfermedad de mil caras que barre todos los neurotransmisores que te mantienen con ánimo. Hace 25 años tenía en mi vida una parte no resuelta y cuando pasas por momentos de estrés todo se acelera».

Poeta

Javier Matilla es escritor aficionado a la poesía. Con su primer libro A la sombra de la Luna, debutó en el mundo de la poesía. Es el ganador del II Certamen de Versos Burlescos de Genarín, concurso al que se ha presentado y ha quedado finalista en cuatro ocasiones.

También es aficionado a la música y con ayuda de un amigo luthier se ha fabricado una guitarra y un cajón flamenco. «Pienso retomar el arte y volver a participar en el Ágora de la poesía los últimos viernes de mes. Ahora estoy con la idea de publicar un segundo libro que por estas circunstancias está en stand by. Son poemas alusivos a la pandemia, una poesía sencilla, que es la que me gusta a mí».

Agradece todo el apoyo de familiares, amigos y compañeros de trabajo, «que me han dado muchas energías» y agradece la ayuda «y el buen hacer» de la Asociación de Esclerosis Múltiple de León «que tiene el reconocimiento nacional por su buen hacer».

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