Diario de León

Guías voluntarios en la Casa del Humo

Una hacendera de cicerones en Lois

Vecinos y descendientes del pueblo de Lois enseñan desde agosto la Casa del Humo, el último ejemplar de vivienda vernácula en la montaña con techumbre vegetal por la que se filtraba el humo del hogar. Fue morada del legendario Noris hasta finales del siglo XX.

Algunas de las personas de Lois que han participado en el equipo de cicerones que han enseñado la Casa del Humo a los visitantes. en el corredor. ALICIA GONZÁLEZ FERNÁNDEZ

Algunas de las personas de Lois que han participado en el equipo de cicerones que han enseñado la Casa del Humo a los visitantes. en el corredor. ALICIA GONZÁLEZ FERNÁNDEZ

León

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Hasta 1999, Honorino Álvarez, ‘Noris’, vivió en la Casa del Humo de Lois. Tal y como la dejó, con el tejado vegetal restaurado, se ha convertido en una pieza etnográfica y en un atractivo turístico singular dentro del conjunto histórico de Lois, con su catedral de la Montaña y la cátedra de Latín, un casco urbano armónico y un entorno natural privilegiado a los pies de Picos de Europa.

Con la pandemia se esfumaron los guías turísticos que, ocasionalmente, algunos veranos abrían la Casa del Humo a visitantes y turistas. La iniciativa de un grupo de vecinos y descendientes del pueblo ha permitido que cerca de un millar de personas hayan visto el interior ‘ahumado’ y ennegrecido por el fuego que durante más de doscientos años se encendió a diario para cocinar y dar calor a sus habitantes en la planta superior.

Los cacharros alrededor del horno y el grifo del agua. GAITERO

«Nací aquí y vivo en Madrid, y me gusta que la gente pueda disfrutar de lo que tenemos en uno de los pocos pueblos que son conjunto histórico», comenta Ángel González Muñiz, uno de los participantes en la singular hacendera. «Siempre que puedo me escapo a echar una mano a mi hermano, que tiene un negocio de turismo rural aquí. La gente venía a comer y preguntaban por la Casa del Humo o no venían por estar cerrada», comenta. Un fin de semana se le ocurrió bajar y enseñarla. Coincidió con otra vecina, Pilar, que le preguntó si tenía intención de volver a enseñarla. «Siempre que pueda», le respondió.

Con agua corriente

Entre los cacharros del horno sorprende el grifo del agua corriente sobre un caldero de latón

Pidieron permiso al alcalde pedáneo, que confirmó que la casa tiene un seguro de responsabilidad civil, y se organizaron en un grupo de WhatsApp para repartirse los turnos. «Es una satisfacción poder enseñarla, ya no queda ninguna por la zona», apunta. El último habitante de la casa, Noris, sigue presente en la vivienda. No solo porque a la entrada hay un cartel que le identifica como el último habitante de la antigua vivienda a las puertas del siglo XXI. Sus gafas y el ejemplar de Diario de León, de 1995, con la etiqueta de suscriptor dan fe de que Noris era un lector de periódicos empedernido además de un gran conversador, como cuenta Gelo. «Hasta 1980 vivió con él su hermano, pero desde entonces vivía el solo con su perrilla», cuenta. Y cumplió los 90 años en la casa «a pesar de todo el humo que tragó» porque además del que desprendía el hogar encendido casi de forma permanente «también era fumador». En el dormitorio hay colgado un retrato de Noris.

Efecto del humo

Los vecinos temen que si no se enciende el hogar se desprendan las estalactitas negras

Los vecinos se sienten orgullosos de mantener la casa abierta. Ángel González estará hasta después de las fiestas —8 y 9 de septiembre—por lo que de momento la visita al interior de la Casa del Humo está asegurada. «Alicia nos avisa si hay gente», comenta. En lo que eran las cuadras de la vivienda, en la parte baja, rehabilitada como sala de exposiciones se ha instalado la tienda con ropa y objetos de la India que Alicia González ha trae de sus viajes anuales por Oriente.

Las gafas de Nori. GAITERO

La iniciativa de los vecinos ha permitido ver la Casa del Humo a cerca de un millar de visitantes desde primeros de agosto. «Ha sido terrible. La gente se marcha muy agradecida», comenta Ángel. Hasta Lois han llegado visitantes de Madrid, Barcelona, Burgos, Teruel, Albacete, Zaragoza, Bilbao, Valladolid... y muchos pueblos de León. «Es sorprendente ver aquí a gente de todas partes de España», subraya.

Diario de León de 1995. GAITERO

Unos llegan porque son descendientes de emigrantes de la montaña oriental que salieron hacia diversas provincias y otros porque están de vacaciones por la montaña. Los vecinos abren la casa y cuentan la historia de Noris como si fuera parte de su historia. Y en cierto así lo es. «Noris fue motril desde pequeño y ayudaba a los pastores a subir las ovejas». La ganadería fue su medio de vida, algo característico de la montaña leonesa. A la gente le gusta escuchar estas historias porque «quiere cosas diferentes».

Los vecinos cicerone han recopilado los lugares de procedencia de cada visitante. Para evitar riesgos de contagio cada visita se realiza a un máximo de cinco personas, incluido el guía. De momento no han cobrado, pero es una cuestión que se ha planteado en las tertulias vecinales del verano porque «la casa necesita también un mantenimiento».

Antes de la pandemia, durante el invierno algunos vecinos se ocupaban de encender el hogar para que se mantengan las ‘estalactitas’ negras y brillantes que el humo ha formado sobre el techo interior de madera y los muros de piedra durante años de fuego. Mucha gente pregunta por qué no se puso una chimenea en lugar de dejar salir el humo por la techumbre de cuelmo de centeno tras atravesar las maderas del interior. Los vecinos responden que dejar salir el humo de forma expansiva prevenía los ataques de los roedores. «Los ratones atacan la paja para comer el grano y con el humo los ahuyentaban», explica el cicerone. Otro motivo de peso es que las chimeneas suponían un peligro para las techumbres vegetales que corrían el peligro de incendiarse con la mínima chispa.

El hogar que se mantenía encendido a diario. GAITERO

La sorpresa es mayúscula para los visitantes cuando se sumergen en el interior de la vivienda. «Se preguntan cómo ha podido vivir así una persona hasta hace pocos años», apuntan los vecinos. Más se sorprenden cuando atisban el grifo del agua corriente que pende sobre un caldero de latón. Algunos lujos del siglo XX se permitió Nori, además del periódico. Gracias a este personaje simpar se conserva una vivienda única en la montaña oriental, heredera directa de las construcciones castreñas.

Las cubiertas de paja fueron corrientes hasta hace un siglo o menos en muchas zonas de la montaña de León, tal y como reseñan los libros de arquitectura tradicional. En León se conservan las pallozas, los pajares de Villar del Monte y algún otro pueblo de Cabrera y alguna otra construcción en La Cepeda, en Porqueros, se mantenía en pie.

Ahora los vecinos cicerone de Lois están preocupados por la conservación de su Casa del Humo. «El problema es que en unos años todo empiece a fallar si no enciende el hogar. En unos años el tejado habrá que volver a reformarlo», explica Ángel González. Los vecinos quieren que su labor de voluntariado sirva para que la Junta Vecinal tenga más motivos para implicarse en su mantenimiento y difusión.

La Casa del Humo fue restaurada entre los años 2007 y 2010 después de ser adquirida por la Junta Vecinal. El arquitecto Ramón Cañas fue el encargado de dirigir esta restauración que mereció el premio de Construcción Sostenible de Castilla y León en la quinta edición. Los vecinos cicerone se merecen ahora un homenaje.

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