Diario de León

Álvaro Lobato, futuro sacerdote

«He descubierto que el Señor me regala una vida apasionante»

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Atesorando juventud y con la cabeza ‘bien amueblada’, Álvaro Lobato Pérez (Robledo de la Valduerna, 1996) será ordenado hoy como nuevo sacerdote de la diócesis de Astorga en un acto que se celebrará en la Catedral asturicense a partir de las 18.00 horas. Un nuevo paso en su vida que reconoce estar preparado para dar con plena convicción tras descubrir que su felicidad está en encontrarse con Dios. Además, como aliciente, será el primer sacerdote ordenado por el obispo de Astorga, Jesús Fernández.

—Con tan sólo 25 años va a ser ordenado hoy como sacerdote, ¿en qué momento le surgió a usted esta vocación?

—Esta vocación me surgió en el momento de la adolescencia y juventud. Descubrir que la verdad de todo lo que existe está en Dios, y que esto puede salvar a los hombres, hizo que me plantease la vocación sacerdotal. He de decir que el Seminario menor y la Pastoral Juvenil, me ayudaron a certificar esta experiencia, nunca estaré del todo agradecido.

—¿Siendo un niño se imaginaba que acabaría destinando su vida a Dios?

—La verdad es que no. Yo he nacido en un pueblo de la Valduerna, Robledo, y siempre me vi ‘triunfando’ en la gran ciudad. Después descubres que la felicidad del hombre está en encontrarse con Dios, que es tu Padre, y te planteas todo desde otro punto de vista.

—Habrá quien piense que está echando a perder su juventud... ¿qué le diría?

—Que se equivoca. Puedo afirmar que, entre muchos de mi edad, tengo una vida más interesante: he podido vivir en varias ciudades a lo largo de mi vida, realizado estudios que me capacitan para el ámbito cultural y humano, tengo un montón de amigos en distintos puntos de España, y todo gracias a la amplitud de la Iglesia. Nos equivocamos si pensamos, que la felicidad de nuestras vidas está en pensar en la borrachera del sábado noche, o tener una vida sexual placentera. El hombre de hoy, y concretamente en España, tiene un afán desordenado por prolongar la adolescencia, y todas las mieles que ella nos regala. No se plantea la realidad de que nuestra vida continúa, y que hay que afrontar cada etapa vital en su contexto. No me da vergüenza admitir que todas esas experiencias las he vivido en mi vida, pero estamos llamados a algo más. Eso nos lo enseña Jesucristo, y si creen que me equivoco, piensen en los adultos de cuarenta y… con comportamientos puramente adolescentes. He descubierto la felicidad en poder servir a todos, en ser el padre que muchos necesitan, el que te acompaña al nacer o te consuela al morir. Ser cura y joven, es maravilloso.

— ¿No ha dudado en algún momento del camino que ha elegido para su vida?

Muchas veces. Sobre todo por el ansia de realizarme. Uno de mis miedos es tener una vida aburrida y mediocre. A lo mejor detrás de todo esto hay un poco de orgullo, pero hay que decir que un joven que ‘no se quiere comer el mundo’, es un joven raro. Una de las cosas que más me entristecen, es ver a jóvenes de mi edad y menores, que no tienen ninguna ilusión en la vida, y solo aspiran a tener ‘followers’ en Instagram. En estos años he descubierto, que el Señor me regala una vida apasionante, sirviendo a su Iglesia y entregándome por ella. También hay que rezar para que los que nos apacientan, acierten con nuestros destinos y aprovechen al máximo los talentos de cada uno.

—¿Cree que le será difícil ser cura en la sociedad actual?

—Yo creo que en general no. Hay contextos difíciles, pero todos tenemos contextos contrarios. Además, lo que no saben los que odian a la Iglesia, es que entre peor nos vaya humanamente, más frutos daremos en el mundo. Así que no. No tengo miedo.

—¿Cuál piensa que es el mayor problema al que tiene que enfrentarse la Iglesia hoy en día?

—Conocer al hombre de hoy, para mostrarle el rostro de Jesucristo. Si la Iglesia hace ese ejercicio, cumplirá su misión. Esto lo digo, porque a veces, vemos a la Iglesia como una institución benéfica, y el pasatiempos de nuestras abuelas, y no solo es eso. Tú que me estás leyendo estás llamado a conocer la verdad profunda de tu vida. Eso solo lo podemos descubrir a la luz del icono, el modelo del hombre perfecto, que es Jesucristo. Si la Iglesia, en vez de predicar a Jesucristo vivo, predica otras cosas, bonitas, laudables, benéficas, no estará cumpliendo su misión. Para realizar este cometido es imprescindible el estudio serio de la teología, que comprende el análisis de la Revelación, la Tradición y el Magisterio. Esta es y será la tarea permanente de la Iglesia. No tiene que ser moderna, no tiene que ser ‘chachi’, no. La Iglesia tiene la misión de iluminar la felicidad de tu vida, que solo está en Jesucristo.

—¿Y cómo podría solucionarse?

—Apuntaba antes al ejercicio de la teología, pero también creando foros de diálogo, donde la Iglesia, siendo creíble, puedo tratar con personas que no conocen dicha verdad. En los colegios, en las universidades, hospitales, en la política… y esa misión, no es mayormente de los pastores, es de los laicos, que viven en medio del mundo, anunciado el Evangelio. Tenemos el gran regalo que nos han dado los últimos papa de la Nueva Evangelización, aprovechémoslo.

—Será el primer sacerdote ordenado por el obispo Jesús Fernández, ¿qué le supone?

—Primero, espero ‘no salirle rana’. Para mí es un regalo poder decir que soy el primer sacerdote que va a ordenar Don Jesús, también leonés. Por eso espero ser dócil y fiel a sus indicaciones, y saber expresarle que cuenta con mi ministerio para la tarea apostólica que le ha encomendado el Señor.

—El lema sacerdotal que ha elegido para su ministerio es ‘En vos confío’. ¿Por qué motivo?

—Porque, por mí mismo, no soy capaz de afrontar esta aventura. Esta es la herejía y el peligro del hombre moderno y postmoderno, pensar que no necesita de Dios. La actitud natural del hijo pequeño con su padre es la de la confianza. Cuando tiene miedo en la oscuridad de la noche, el cálido brazo de la madre disipa todos sus temores. Esta es la actitud que quiero vivir toda mi vida, la de un hijo que confía en su Padre, Dios, y que sabe que en ser fiel a la Iglesia está la felicidad de su corazón. Además, esta es la respuesta a la jaculatoria de: Sagrado Corazón de Jesús/en Vos confío. El día de mi ordenación me configuraré con Jesucristo, que esta confianza lleve a plenitud el don que la Iglesia me regala.

—¿Qué se le viene a la cabeza a escasas horas de ser ordenado sacerdote?

—Nervios, emoción, alegría, vértigo…pero sobre todo felicidad. En estos días estoy recibiendo mucho cariño de la gente y hace que me sienta arropado. Y con muchas ganas de servir a la Iglesia, y al pueblo que el obispo me encomiende. Han sido unos años apasionantes, y solo puedo dar gracias a Dios por ellos.

—Por último, ¿qué objetivo se marca durante su vida pastoral?

—Intentar ser fiel a la Iglesia y a mi obispo. Esto me asegurará saber que estoy haciendo lo correcto. Y por medio de la oración, descubrir que donde me manden, ahí estará mi felicidad.

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