Diario de León

Fernando Álvarez Guisasola

«Ser médico y paciente fue una carga añadida cuando desperté de la sedación en la UCI»

Fernando Álvarez Guisasola, médico de familia en el centro de salud de Ribera de Órbigo, fue uno de los primeros sanitarios en infectarse de covid en Léon. «Empecé con fiebre antes del estado de alarma», comenta. Poco después ingresó en la UCI donde se debatió entre la vida y la muerte 40 días. Volvió a la consulta al cabo de un año.

Fernando Álvarez Guisasola. MARCIANO PÉREZ

Fernando Álvarez Guisasola. MARCIANO PÉREZ

León

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En el centro de salud Ribera del Órbigo se contagiaron de covid varios sanitarios casi al mismo tiempo. El médico de familia Fernando Álvarez Guisasola fue el único que precisó hospitalazación —por dos meses— tras ingresar directamente en la UCI.

Antes de que se declarara el estado de alarma, el 14 de marzo de 2020, ya tenía fiebre. Por aquel entonces se sabía poco y apenas había medios de protección. «Se había puesto el foco del riesgo solo en los viajeros de Italia o China», comenta. «A los tres o cuatro días me hice la PCR por sospecha de covid, di positivo y estuve en casa diez días con paracetamol».

Empezó con un cuadro gripal y luego vino la fatiga. «Tenía una saturador en casa y vi que me bajaba el oxígeno. El 25 de marzo ingresé en el hospital. Directamente a la UCI», explica. Aquel día ya había 28 pacientes en cuidados críticos por covid en León y Ponferrada. A Fernando Álvarez le tocó una de las camas de reanimación de coronarias, en la UCI extendida.

Me dieron por muerto cuando estaba en la UCI, el Colegio de Médicos se fió de una publicación en redes sociales. Cuando me desperté los médicos me dijeron que habían perdido a Antonio y que lo estaban dando todo por mí. Estaban muy tocados

Durante los diez primeros días estuvo sedado, intubado y traqueotomizado. Cuando pudieron retirarle la intubación empezó la rehabilitación en la misma UCI. «Es la parte más dura. Eres consciente de que has estado muy grave y tienes que recuperar funciones que no te imaginabas que pudieras perder, sobre todo la movilidad, la ingesta de alimentos y la respiración. Todo el esfuerzo del personal de la UCI se encamina a esa rehabilitación», relata.

Ahora le parece «increíble cómo en diez días una enfermedad te puede dejar con las funciones tan disminuidas». La pérdida de la capacidad de respirar y de expectorar genera «una incertidumbre porque te ahogas con las flemas», aunque no recuerda haber temido morir. «La sedación es como un sueño. Cuando despiertas el cerebro intenta llenar con imágenes» ese tiempo suspendido. «En la fase inicial después de la sedación eres consciente de lo que se dice, interpretas cosas... En mi caso ser médico y paciente fue una carga añadida», admite.

La familia es la principal víctima por el aislamiento que impone la enfermedad y la falta de contacto. Al volver a casa disfruté con las caras de mi mujer y mis tres hijos. Lo pasaron realmente mal y en algún aspecto se mantiene la preocupación»

Al poco de despertar, el doctor Álvarez Guisasola se enteró de que había fallecido su colega Antonio Gutiérrez, el 2 de abril, y de que a él también le dieron por muerto. Un comunicado del Colegio de Médicos difundió su necrológica por «fiarse de una publicación en redes sociales». Para su familia fue un golpe.

En el Hospital de León estaban abatidos por la pérdida del médico y coordinador de Eras de Renueva, el personal estaba abatido y la vida de otro compañero pendía de un hilo. «Acabamos de perder a Antonio y lo vamos a dar todo por ti», recuerda que le dijeron en la UCI. «Estaban muy tocados».

El riesgo del personal de primera línea era una realidad que se veía en las UCI, en las plantas hospitalarias y en los domicilios con bajas de muchos saniarios. «Profesionalmente te das cuenta de la vulnerabilidad: en caso de enfermedades infecciosas los profesionales sanitarios son los primeros expuestos», apunta al mencionar las enseñanzas de la experiencia vivida. Una vulnerabilidad que tiene cifras negras. «Dentro del colectivo de fallecidos en sanidad, la mayor parte son de Atención Primaria. Estábamos en la primera línea de defensa y más en las condiciones en que se trabajaba: los equipos se fabricaban sus propios epi. En mi centro de salud, como en otros, con bolsas de basura», explica al reivindicar el papel a veces invisibilizado de la Primaria en la pandemia ola tras ola.

Al salir de la UCI y entrar en planta covid todo el esfuerzo continuó en la rehabilitación. «Me tenían que mover para comer, para sentarme... el día que me pude levantar para ir caminando al baño me dieron el alta». Habían transcurrido dos largos meses en el hospital cuando volvió a ver en carne y hueso a su esposa y tres hijos. «Disfruté con sus caras al ver que volvía a casa. Lo pasaron realmente mal. Y verme en casa era una satisfacción, aunque aún tenían preocupación y la siguen teniendo en algunos aspectos», apostilla.

Para Fernando Álvarez Guisasola, «la familia es la principal víctima, por las características de aislamiento que impone la enfermedad y la falta de contacto que, aunque se ha ido mejorando, ha sido un impacto por la soledad de los pacientes».

En su caso, pudo ver a sus seres queridos por videoconferencia, «el personal de la UCI se esfuerza, pero la espera de la comunicación es angustiosa, especialmente en las fases iniciales cuando hay incertidumbre». Cuando los pacientes están sedados —algunos no han llegado a despertar— la familia solo tiene noticias a través del teléfono y si el desenlace es fatal, en una despedida difícil en la UCI.

El médico de Benavides de Órbigo recibió numerosos mensajes de apoyo de sus pacientes, que agradece enormemente, a través de trabajdores del hospital. El recibimiento en el centro de salud cuando se reincorporó un año después de caer enfermo también «fue emocionante», afirma. El espejo retrovisor de la memoria le hace recordar que «yo me perdí el estado de alarma, pero mis compañeros lo pasaron muy mal. Algunos se aislaron por miedo a contagiar a sus familias», recalca.

El médico-paciente enfatiza la gratitud hacia sus compañeros y al sistema sanitario, desde el ingreso, la UCI, planta, la rehabilitación con fisioterapia en casa y la vuelta a la vida laboral ya recuperado física y mentalmente. «Alguien puede pensar que un médico no necesita forma física porque está sentado, pero te puedes enfrentar una reanimación cardiorespiratoria», subraya.

Guisasola se considera «un privilegiado porque no tengo secuelas respiratorias y musculares muy pocas, para lo mal que estuve en ese momento». Lo que sí ha cambiado es su percepción de los valores. «Vives centrado en la actividad laboral, en la investigación, en la docencia y ahora piensas que el trabajo es necesario, pero no a costa del resto de las cosas y personas que te importan», reflexiona. También reconoce que hace más ejercicio físico que antes.

Este médico de pueblo es miembro de grupos de expertos en diabetes y candidato a dirigir la Unidad de Investigación de Atención Primaria del área de León. No percibe en sus consultas de pacientes infectados por el Sars-Cov-2 una prevalencia significativa de covid persistente. «Ha cambiado el tipo de persona afectada y la gravedad por el desplazamiento de la infección a pacientes más jóvenes, porque no estaban vacunados. Han seguido infectando a sus padres o abuelos pero con cuadros menos severos porque la vacunación está haciendo su trabajo», explica..

Como médico resalta que el efecto primario de la vacuna es evitar la enfermedad grave, «pero no nos va a resolver el problema» por lo que «hay que seguir manteniendo las medidas de seguridad». En este punto señala que «los brotes en residencias pueden ser fatales. Es lo que tenemos que seguir cuidando», advierte.

Fernando Álvarez Guisasola intuye que actualmente hay una cierta banalización de la situación en la sociedad. «Quizá no haya una mutación severa, pero existe esa posibilidad. Es posible que en los próximos meses sepamos cómo se va a comportar. Los niños no vacunados sufren la enfermedad de forma más leve, pero puede haber casos graves», añade.

Una señal de más cercanía a la normalidad es que en las consultas de Primaria se empiezan a ver «cuadros catarrales y respiratorios» por lo que «la situación epidemiológica puede cambiar este invierno». Una de las cosas que valora de la pandemia es «la eficacia de la mascarilla para prevenir infecciones respiratorias. Habría que ver qué pacientes se pueden beneficiar y valorar si los sanitarios tendremos que llevarla siempre», añade. Es inevitable que el médico termine hablando como médico y su figura de paciente se desvanezca en la conversación. La sanidad cuenta con su labor profesional en el medio rural después de vencer al covid.

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