Diario de León

'CAMPEÓN' DE LA ESCENA

«Actuar en el Emperador sería un gran sueño»

Jesús Vidal publica 'Sala de espera' y el día 18 cuenta en León sus retos de cada día.

León

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En el patio de butacas del Teatro Emperador, donde trabajaba su tía, Jesús Vidal empezó a forjar el sueño de ser actor. Este ‘Campeón’ de la escena, que emocionó al país con su discurso en los Goya, tras alzarse con el premio al Actor Revelación, muestra ahora su faceta de escritor. El martes llega a las librerías Sala de espera , un ambicioso libro que reúne una decena de poemas, cuatro piezas basadas en la obra teatral homónima y un ensayo.  

Textos personales en los que Vidal cuenta sus agitados tres últimos años, desde que Javier Fesser decidió confiarle uno de los papeles protagonistas de la aclamada película Campeones , así como las inquietudes de este filólogo y periodista que habla «del amor homosexual, de la cola del paro, de la parálisis que nos provoca la envidia, el orgullo y el rencor y mi nunca bien entendida vocación salvadora. Cuatro relatos sobre personas que tienen esperanza, que esperan. Mientras me quito la mascarilla, la bata y los guantes, me pregunto: «¿Es la ficción la sala de espera de la realidad? ¿Es la vida la sala de espera de la muerte? ¿O la muerte la sala de espera de la vida?».  

Vidal, colaborador desde hace unas semanas del programa Zapeando, interpreta actualmente en el Teatro Calderón de Madrid Alguien voló sobre el nido del cuco , y el día 18 estará en el Centro Cultural de Santa Nonia para pronunciar la conferencia Mi vida personal: cada día un reto .  

En noviembre firmará ejemplares del libro en su añorado León. Una ciudad en la que echa de menos aquel teatro Emperador que para él era «un lugar mágico». «Sería un gran sueño actuar en ese escenario», confiesa.  

Dice Vidal que es en su poesía donde descubre su intimidad, sus inquietudes y pasiones. Enamorado del Barroco español, de autores como Góngora, Rubén Darío o André Gide han sido su fuente de inspiración.  

Diferencia y arte , como se titula el ensayo incluido en Sala de espera, reúne el material esencial de sus ponencias y funciona, además, «como explicación de mi poética artística y actoral. Nunca dejaré de escribir, mientras me surjan historias buenas y tenga algo que decir», asegura.  

El actor asegura que la ficción le permite descubrir mundos nuevos, «historias alejadas de la imagen que se tiene de mí».  

Habla sin tapujos de su «lucha incesante a pesar de la ceguera, o en compañía de ella, y mi firme seguridad en mis condiciones. Lo que me lleva a ser muy competitivo».  

Y de los pilares sobre los que construyó Sala de espera. «De un hándicap nació una gran ventaja competitiva. Desde mis rasgos físicos y desde sus distintos registros nace mi capacidad actoral.  

«El ser ciego, pero no parecerlo es una fortaleza en mi mundo, y esto es posible porque el concepto de discapacidad no es válido. Yo tengo una diferencia visual, pero no soy mejor o peor persona por ello, simplemente es una condición que poseo».  

Cuenta en el libro que siempre le ha llamado la atención «el poder que ejercían unas gafas gruesas y unos rasgos físicos sobre la gente que me rodeaba. Cuando iba por la calle, la gente me miraba y yo me dejaba observar, solo que no se daban cuenta de que yo me lo pasaba mejor que ellos. Sin duda, este hecho potenció mi vocación».  

También cuenta que su ceguera —total en el ojo derecho—, le ha permitido convertirse en el escenario y en la gran pantalla un esquizofrénico y en una persona con discapacidad intelectual. «Y creo, humildemente, que el teatro, el cine y el mundo son mejores desde que existen trabajos que apuestan por la diferencia como valor estético de verdad escénica o cinematográfica convertida en arte. Cáscaras vacías y Campeones lo han conseguido y yo, en la pequeña parte que me toca, también.

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