Diario de León

Adiós a Camus, director de ‘Los santos inocentes’

El realizador saltó del cine popular a las adaptaciones de clásicos

Mario Camus. NACHO GALLEGO

Mario Camus. NACHO GALLEGO

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Cuando Mario Camus recibió hace unos años el homenaje del Festival de Málaga, el director estaba más pendiente de comer con su amigo Manuel Alcántara que de los agasajos institucionales. Prefería recordar sus años en el Café Comercial junto al maestro de los columnistas y colegas como Ignacio Aldecoa, que repasar una filmografía compuesta por 29 películas que arrancó en 1963 con Los farsantes y culminó en 2007 con la melancólica El prado de las estrellas. Ajeno a modas y debates sobre el cine español («la taquilla me importa un bledo», llegó a confesar a este periodista), el autor de La colmena y Los santos inocentes vivió su retiro cántabro de Ruiloba los últimos años con lucidez y escepticismo. El director falleció el viernes en su domicilio del Sardinero en su Santander natal a los 86 años.

Buena parte de la crítica consideraba a Mario Camus (Santander, 1935) algo así como el adalid de cierto academicismo ‘bon marché’, un adaptador literario que acreditaba solidez narrativa pero escasas ansias autorales. La colmena y Los santos inocente’, popularísimas traslaciones al cine de las novelas de Camilo José Cela y Miguel Delibes respectivamente, cimentaron el sambenito del realizador, que después de diplomarse en la Escuela Oficial de Cinematografía colaboró con Carlos Saura escribiendo el guion de Los golfos, considerada el punto de partida del Nuevo Cine Español, y saltó a la dirección en 1963 con Los farsantes y Young Sánchez. «Las películas mías no son ninguna locura», contaba en 2002, sabedor de que estaba en los últimos compases de su carrera. «Ya no me solicitan. Sé que mi vida de artesano y contador de historias se va apagando. Y me hubiera gustado adaptar a Baroja, bien el Baroja aventurero o el Baroja de los años 20, el de los amores tardíos. ¿Sabe? Ya lo veo casi imposible».

En la filmografía de Camus conviven sus taquilleras adaptaciones de clásicos de la literatura, incluida su modélica serie Fortunata y Jacinta en 1980, con un cine popular que buscaba con dignidad la pura evasión del espectador. Antes de hacerse cargo de capítulos de Los camioneros y Curro Jiménez, el director cántabro había demostrado su oficio en películas al servicio del cantante Raphael (Cuando tú no estás, Digan lo que digan) y Sara Montiel (Esa mujer). Nada que ver con su modélica adaptación de‘Con el viento solano, de Ignacio Aldecoa, un relato seco y conciso del tormento psicológico por el que atraviesa un gitano que ha matado a un hombre, interpretado por el bailarín Antonio Gades. Ahí está ya la marca de estilo del cineasta: una sobriedad que huye del sentimentalismo a toda costa.

Mario Camus rodó historias sobre los aledaños de ETA y el GAL (Sombras de una batalla), sobre la violencia (La playa de los galgos) y sobre la traición a la memoria histórica (Después del sueño). Fue pionero en triunfar en festivales internacionales, como cuando Marisol obtuvo en 1978 el premio de interpretación en Karlovy Vary por dar vida a una mujer enamorada de un maquis en ‘Los días del pasado’. En la Berlinale de 1983, La colmena obtuvo el Oso de Oro.

Más de un millón y medio de espectadores acudieron a los cines al reclamo de uno de los repartos más irrepetibles del cine español. Y en el ya mítico Cannes de 1984, Paco Rabal y Alfredo Landa fueron galardonados por sus interpretaciones en Los santos inocentes.Hace cinco años, Camus donó a la Comunidad de Cantabria su archivo personal.

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