Diario de León

Adiós al púgil de la escultura leonesa

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León

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Hijo de uno de los últimos de Filipinas y miembro de la legendaria saga de los Muñiz Alique, ‘El púgil’, como apodaban a Ángel Muñiz-Alique dio su última cincelada a la vida ayer. A los 95 años de edad se marchó el escultor que ha dejado su huella en la ciudad, desde el San Francisco del jardín hasta el homenaje a los aluches, al lado del Palacio de los Deportes, y en la provincia con el honorable contrato de los tratantes de ganado —La Conrobla— en la plaza del Negrillón de Boñar. Muñiz Alique fue un personaje singular de la fauna artística leonesa al que algunos recordarán por Leo, el león que rugía en Santovenia del Monte. Fue boxeador y peleón. Al Ayuntamiento de San Andrés le ganó un pleito por el estropicio de obras suyas que quedaron al aire libre. Tanto como a sus tradiciones, quiso contribuir a la gloria del viejo reino con una escultura de Alfonso IX. Pero fue otro el que firmó la estatua que mira airosa a los leoneses en Santo Martino.

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