Diario de León

ENTREVISTA

Rubén García: «África me devolvió la sonrisa»

Publica ‘Pasión caníbal’, un homenaje al continente y a mujeres periodistas

El militar y escritor leonés Rubén García Robles. DL

El militar y escritor leonés Rubén García Robles. DL

León

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Fue un viaje de la oscuridad a la luz. África le cambió la vida. El leonés Rubén García Robles, cabo primero del Ejercito de Tierra, publica su quinta novela, Pasión caníbal, en la que rinde un homenaje al continente africado, donde ha estado destinado en dos ocasiones. Su experiencia, de vigilar casas de contrabandistas en Kosovo a labores de conductor en las misiones exteriores, su admiración por varias periodistas que ha conocido en los últimos años y las historias de barbarie que le contaron en Bangui se destilan en un libro que ha decidido, en esta ocasión, publicar por cuenta propia.

—¿De qué va ‘Pasión caníbal’?

—Annie Collins, una periodista británica, del The Sunday The Times, decide investigar cuando aparece el torso de un niño flotando en el río Támesis. Su ida se complica cuando pierde a dos seres queridos en los atentados de Londres. Pero aparece un nuevo cuerpo mutilado de otro niño y decide viajar a África.

—¿Cómo surgió la historia?

—Durante la época del confinamiento. Tenía ganas de aprovechar cosas que había escrito en África. Surge también de las lecturas sobre la Françafrique, el entramado de empresas que trabajaron en la sombra y ponían y deponían gobiernos, con conocimiento del Elíseo. Françafrique es un juego de palabras: Francia en África por la pasta. En los 60 y 70 ponían gobiernos mediante mercenarios afincados en Gabón, relacionados con la extrema derecha. Con esas lecturas fui armando una novela en la que cuento qué hace que estén allí los rusos, sus conexiones con el oro y los diamantes.

Putin ha creado un entramado en Londres, Bruselas y en los lugares donde se comercia y trafica con oro y diamantes. En Londres se han creado herramientas financieras para atraer ese dinero de los rusos.

—Has estado destinado en África en varias misiones, ¿la novela está inspirada en hechos reales?

—Sí. La reconstrucción del puente en Zinga aparece en la novela. También, cómo ha sido recorrer la jungla con un camión, que es como ir al jurásico. Las carreteras, los paisajes, la gente...

—¿Cuáles son las experiencias más duras que has vivido en África?

—Afortunadamente, no he visto combates. Ha habido tiroteos cerca de la base, pero era más bien delincuencia. Del 2013 al 2016 hubo tumultos. La misión española se dedica a entrenar al ejército de la República Centroafricana. Curiosamente, Europa esta apoyando a un presidente que es pro ruso. Ahora la situación es bastante complicada. La gente tiene dificultades para acceder a lo básico.

—¿En cuántos países africanos has estado destinado?

—Solo en la República Centroafricana, en dos ocasiones. La situación es complicada. China ofrece créditos pero no da el dinero, son créditos para proyectos que llevan a cabo empresas chinas o hace intercambios por hectáreas de bosques...

—La protagonista del libro es una periodista, un homenaje a las periodistas que has conocido.

—Sí, la protagonista tiene un poco de las periodistas que he conocido. Ana Cárdenas, corresponsal en Nueva Delhi, cubría también Afganistán, Pakistán... y me admiró cuando vi cómo trabajaba. Yo estaba de conductor del embajador en Kabul y ella corría un gran riesgo en la ciudad. Estaba en un hotel que a las dos semanas sufrió un atentado en 2004. El libro es un homenaje a las mujeres que arriesgan su vida por llevar la noticia y dar voz a la gente. Estaba amenazada por los rusos. Annie Collins tiene mucho de todas las periodistas que he conocido.

—¿Por qué el título ‘Pasión caníbal’?

—Por la pasión caníbal que tenemos hacia los recursos, porque África nos da recursos que nos proporcionan comodidades. Confundimos el somos con el tenemos. África es el granero que creemos inagotable. También estaba en deuda con los africanos y quería contar por qué están así.

—Tus libros no tienen nada que ver unos con otros...

—Cierto. Unas novelas son históricas y otras pura ficción. Volveré a escribir sobre la Guerra Civil. Contaré la historia de mi abuelo. El 23 de octubre del 36 se alistó en el ejército republicano y se fue a Asturias. Un año después, le apresan y pasa por varias cárceles. Quiero contar su vida. Imaginación, lecturas y vida son los tres elementos que ponen en marcha una novela. Elegí ahora África porque me ha cambiado la vida, la forma de ver las cosas, me ha hecho ser diferente, me ha hecho perder el miedo.

—¿Por qué esta última novela la has autoeditado?

—Porque lo que quiero es ganar libertad, hacer lo que quiera. Se lo debía a África y a las personas que admiro. Mi única intención es que llegue el mensaje, que toque la fibra de alguien.

—¿Ya estás trabajando en la próxima novela?

—Sí. Es una novela sobre la Guerra Civil, sobre espías francesas y sobre la labor de la mujer en la contienda. Mi abuelo fue condenado a dieciséis años de cárcel y eso que no tuvo delitos de sangre. Creo que mi abuela tuvo algo que ver en su liberación. Estaba en Camposancos, que era la puerta del infierno, pero no quiso la redención de penas por el trabajo. Será un homenaje al papel de las mujeres. Tengo ya bastante escrito.

—¿Tienes algún escritor africano favorito?

— He leído mucho. Me gusta Didier Kassaï, autor de novelas gráficas.

—¿Cómo se ve el mundo desde África?

—Afectado por los males y el giro que se está produciendo entre diferentes poderes. Ellos dicen que cuando dos rinocerontes luchan es la hierba la que sufre. Los rusos y los chinos no hacen nada que no hayan hecho otros antes. Francia es la que históricamente más atrocidades ha cometido. El mundo desde allí se ve con alegría, porque sonríen solo por el hecho de estar vivos. La vida, a pesar de toda la ingeniería social, se va a imponer. Y la vida viene de África. Se privilegia al blanco, pero todos hemos sido de color y vamos hacia el mestizaje. Van a venir por los muchos recursos que les hemos quitado. Lo hemos visto en la valla de Melilla. O aprovechamos a esa fuerza y esa energía o se organizan ellos. Hay que saber aprovechar la vida que nos viene de allí.

—¿Bangui es el infierno?

—Bangui no es el infierno. Quizá, en zonas más alejadas de la capital, sí. El infierno son los otros. Se lo hemos llevado nosotros. Yo no viví ningún momento trágico. El recuerdo que guardo es que, si pudiera ir mañana a trabajar, iría. Me devolvieron la sonrisa.

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