Diario de León

Crítica de televisión

Alma de música

Publicado por
javier martín-domínguez
León

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Cuesta ponerles a los seres queridos música de despedida. Duele el sonido de campanas tocando a clamor, entristece al límite una pavana para difuntos. Con escasas semanas de diferencia el corazón se nos ha roto doblemente con el adiós, primero de Cristina, y ahora de Fernando.

Los hermanos Argenta, que han hecho vivir la música clásica a muchos que nunca pensaron que sería de su gusto, se han marchado rápida y silenciosamente. Discretos y educados como ellos fueron en todo, incluso lo han sido en el último suspiro. Para mí esta no es una despedida entre profesionales, que también. Es sobre todo el adiós amargo a dos amigos con los que tuve la fortuna de trabajar, aprender y disfrutar. Compartí con Fernando en la época dorada de la renovación de Radio Nacional a mediados de los 70 y aquel invento glorioso de sus Clásicos populares . Un concepto nuevo de formato y programación que solo él podía hacer. Aunar lo clásico y el humor, sin perder nunca el estilo, es cosa de genios. También le vi disfrutar como un niño con El conciertazo nacido en TVE con el cambio de milenio. Tenía alma de niño y supo cómo enseñar los clásicos, disfrutando, a los más pequeños. Un hito en la historia televisiva.

Cristina Argenta, fallecida en septiembre, ocupó muchas horas en la radio y después al frente del Canal Clásico, de los canales temáticos de RTVE, peleando siempre por la programación más conjuntada y más exquisita. Pulcra y puntillosa tenía una pasión por la música popular, la tradición oral y el folclore. Ambos dos, hijos del gran Ataúlfo Argenta, se educaron en lo mejor de los clásicos, y en su generosidad no se hicieron músicos de salón, sino pregoneros de la buena nueva que habían descubierto en su propia casa. Se han ido jóvenes todavía pero con una larga vida de aventuras y logros a la espalda. Hicieron felices a muchos espectadores anónimos y nos dieron lo mejor de ellos mismos a los que les vivimos de cerca. Que no suenen las campanas de duelo. Reine el allegro. Su alma era de música y nos regalaron ese tesoro que sigue sonando dentro de todos nosotros.

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