Diario de León

Cinco años sin el genial Jular

El artista leonés falleció en 2017 y ha dejado una huella continua creativa que se mantiene como exponente de la pintura y pionero en el desarrollo de lo digital

Imagen de Manuel Jular con motivo del premio Ateneo Cultural Jesús Pereda. DL

Imagen de Manuel Jular con motivo del premio Ateneo Cultural Jesús Pereda. DL

León

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Han pasado solo cinco años pero da la sensación de entrar en el túnel de un tiempo perdido si no fuera porque al final queda la obra. Ocurre con Manuel Jular Santamarta (León, el 16 de febrero de 1939-León, 28 de enero de 2017), siempre recordado y del que se cumple ahora un lustro de su desaparición. Que en su caso, además de la huella artística, ya se empeñó él casi pionero en incluir la digital, se suma la humana. Por eso, el cariño y el respeto se conjugan con la fuerza de lo eterno.

Pero sí se empeña la consciencia de lo perdido en aparecer, cuando el retrovisor devuelve la noticia de sus despedida escrita por Marcelino Cuevas, crítico de Diario de León, también desgraciadamente fallecido en enero de 2019.

Reseñaba entonces Cuevas, en un más que artículo sentido homenaje: «Pintor, diseñador, activista cultural y luchador comprometido con el progreso, Manuel Jular dejó ayer a los leoneses huérfanos de su creatividad siempre intrépida, de su conversación inteligente y de su estampa entrañable. Se va un hombre tan grande en lo artístico como en lo humano». Y dejaba en esa técnica entradilla todo dicho para definitivamente decir que era imposible resumir su trayectoria profesional y vital.

De igual forma, añade otro nombre clave recientemente fallecido: Es momento de recordar a un joven pintor, Manuel Jular, que acompañado de otro incipiente artista, García Zurdo, pintaba sobre el pedregoso terreno de la Sobarriba los pueblos de adobe, de tierra, surgidos del suelo y diluyéndose en él. Sucedió hace muchos años. Después, el joven artista, Manuel Jular, sería copartícipe, con Alejandro Vargas, de la primera exposición pictórica en la que el expresionismo abstracto sorprendió a los santones de la capital del Viejo Reino. Sucedió en los vetustos salones del Palacio de los Guzmanes.

Eran tiempos de inicios que en lo vital se resume en un León siempre presente. Estudió el Bachillerato en los Hermanos Maristas, iniciándose en el dibujo en el estudio del pintor Demetrio Monteserín. Con diecinueve años se trasladó a Madrid. En 1958 se casó con Maribel Pérez-Alfaro Calvo, con quien tuvo dos hijas, Teresa y Cristina, nacidas en Madrid y en León, respectivamente.

Desde el año 2004 desarrolló su trabajo de forma exclusiva dentro del territorio del arte digital. Y su huella cronológica registra hitos continuos con exposiciones en Ármaga, Museo de León, Sala Provincia. Y siempre, como ese Our Way , junto con Juan Carlos Uriarte, efectivamente a su manera.

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