Diario de León

Antonio Colinas da voz a Pinocho

Reino de Cordelia reedita «la mejor traducción» del libro de Collodi, ilustrada por Alcorlo.

Ilustraciones de Manuel Alcorlo para la nueva edición de ‘Pinocho’.

Ilustraciones de Manuel Alcorlo para la nueva edición de ‘Pinocho’.

León

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Antonio Colinas ha dado voz al muñeco de madera más famoso de la historia. El escritor leonés es autor de la mejor traducción del cuento de Carlo Collodi, según la fundación del escritor italiano, que la ha puesto como ejemplo para las futuras transcripciones a otros idiomas. La editorial Reino de Cordelia, que dirige el leonés Jesús Egido, acaba de publicar una nueva edición de Pinocho , coincidiendo con el 125 aniversario de la muerte del autor italiano. Un libro impecablemente editado, con prólogo de Emilio Pascual, premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, y con unas conmovedoras ilustraciones del artista madrileño Manuel Alcorlo.

Confiesa el autor de Sepulcro en Tarquinia que Pinocho es una de las traducciones de las que se siente más satisfecho. En realidad, fue un encargo. La historia del muñeco de madera que cobra vida en el taller de un carpintero solitario apareció publicada primero en Bruguera, después en Edhasa y más tarde en Siruela. La versión ‘leonesa’ es «una edición preciosa», según Colinas.

P inocho pertenece a esa época en la que la traducción era para el poeta bañezano su principal fuente de ingresos. Una etapa en la que también tuvo que traducir Cristo se paró en Éboli, de Carlo Levi, novelas de Emilio Salgari y poemarios de su amado Leopardi. Un tiempo en el que «en la Asociación de Traductores éramos 25 y todos escritores». Entonces, la figura del traductor era tan secundaria que muchas veces ni figuraba citado en el libro. Sostiene Colinas que «la traducción es la labor intelectual más dura». Reconoce que desde la asociación se luchó por que el nombre del traductor estuviera muy visible.

«La traducción es una forma de crear, sobre todo en poesía, que hay que salvar el espíritu del texto. El poema no puede perder su aroma», dice Colinas, que ha dedicado cientos de horas a transcribir al castellano la obra de Leopardi. Explica el autor de Jardín de Orfeo que la traducción es «una labor de años, de ir puliendo y perfeccionando». Un oficio que dice haber abandonado, pese a que recientemente ha trasladado al castellano Las pasiones de Leopardi. «Aquella época de traducir intensamente ya pasó. El escritor vive de su escritura y sus anexos; en esos anexos incluyo la crítica literaria, la traducción, las conferencias...».

Traducir exige conocer muy bien dos lenguas y, en ocasiones, el traductor mejora el original. Es el caso de míticas traducciones como En busca del tiempo perdido, de Pedro Salinas; el Dante de Ángel Crespo; o la poesía de Tagore de Juan Ramón Jiménez.

Cuenta Colinas que ahora se traduce directamente del original, pero hubo un tiempo en el que muchos textos eran segundas traducciones, del francés o del inglés. Para el autor del Libro de la mansedumbre , Pinocho es una obra «entrañable». «Un libro para lectores de 6 a 80 años, que tiene siempre un doble mensaje, más allá del aparente cuento infantil».

Como explica Pascual en el prólogo: «Cuando una obra tiene la ‘desgracia’ de ser declarada maestra está expuesta a todos los saqueos, expolios y bombardeos imaginables, que es tanto como decir a las más peregrinas interpretaciones». La historia del muñeco travieso, de gran corazón pero débil, no ha sido una excepción.

Descripción de la mentira

A Colinas le resulta difícil elegir un personaje, pero acaba reconociendo que sus favoritos son el propio Pinocho y Geppetto, cuya tesis sobre la mentira sigue de plena vigencia: «Las mentiras, hijo mío, se reconocen en seguida porque suelen ser de dos clases: hay mentiras que tienen las piernas cortas, y mentiras que tienen la nariz larga...».

Curiosamente, Collodi es posible que no hubiera escrito Pinocho si no hubiera traducido con anterioridad los cuentos del francés Perrault. Collodi, periodista y soldado, publicó el primer capítulo en el periódico infantil Gionarle per i Bambini. El éxito fue tal que se vio obligado a proseguir la historia. Cuando quiso que Pinocho muriera ahorcado fueron tantas las cartas de protesta que tuvo que proseguir la historia hasta convertir al muñeco de madera en un niño de verdad.

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