Diario de León

El arquitecto imperial de León

Edificio del Teatro Emperador. DL

Edificio del Teatro Emperador. DL

León

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El Teatro Emperador fue el culmen de su carrera. Francisco Javier Sanz Martínez dejó durante tres décadas algunos de los mejores edificios del siglo XX en un León que pasó de ser un poblachón a una moderna capital de provincias. Su trayectoria comenzó en 1920, cuando presentó un proyecto al concurso para el Casino (actual sede del BBVA), que finalmente ganó Gustavo Fernández Balbuena.

El historiador Javier Caballero Chica dedica el número 2 de la colección Arquitecturas, del Servicio de Publicaciones de la Universidad de León, al autor de edificios como la casa de Don Valentín, el hotel Oliden, la Casa del Pueblo —sede de UGT y CC OO—, el Teatro Trianón o la casa Arce, conocida popularmente como la ‘casa del coño’. 

Bajo el título, Francisco Javier Martínez, del historicismo a la arquitectura imperial (1923-1948), el autor hace un recorrido por catorce edificios, el legado que el arquitecto nacido en Lucena en 1892, pero afincado en León desde los diez años, dejó a esta ciudad, aunque también diseñó el Gran Hotel de La Toja, el teatro de La Bañeza o el Bergidum de Ponferrada. Sanz Martínez acabó la carrera en 1918 y ese mismo año asumió la jefatura como arquitecto del Catastro de León. Su primer estudio estaba ubicado en la calle La Rúa, curiosamente, donde también vivió otro célebre arquitecto, Manuel de Cárdenas (autor del edificio Pallarés).

Hotel de lujo, pisos baratos

En los años 20 los edificios de Sanz Martínez se concentran en el Ensanche y en ellos prevalece «una elevada decoración de corte fachadista», asegura Caballero Chica.

Es la época en la que erige la casa de Don Valentín (1923), una de las apuestas constructivas más innovadoras de las tres primeras décadas del siglo pasado. Un inmueble pensado para albergar, al mismo tiempo, paradójicamente, un hotel de lujo y viviendas baratas. Después le llega el encargo de levantar el Hotel Oliden (1925) en la plaza de Santo Domingo; y, dos años depués, la casa de Juan Solís, en el número 35 de Ordoño II.  En la misma calle diseña, en 1927, la casa Baldomero Lobato, con vuelta a la calle Villafranca.

En la década de los 30 el arquitecto da un giro hacia el llamado Movimiento Moderno, inspirado en las vanguardias que triunfan en Europa.

El primer ejemplo es la casa Pascual de Juan, en el 34 de Padre Isla, con un estilo que recuerda —según Caballero Chica— al arquitecto prusiano Mendelsohn. Después se sucederán la Casa del Pueblo (1932), la casa de Santos Rodríguez (1935), situada en el 38 de la calle Colón y la casa de Celestino Oliden, contigua al hotel, con una forma de esquinazo que recuerda al célebre Flatiron de Nueva York. También es suya la casa de Raimundo Alonso (1936), en Lucas de Tuy, sin ningún aderezo artístico.

En la tercera y última etapa, en los años 40, Francisco Sanz abraza la arquitectura imperial. En 1945 firma la casa Octavio, en la esquina entre la avenida Independencia y Arco de Ánimas; y, un año después, la casa Sira Pedrosa, en República Argentina (con vueltas a las calles Villa Benavente y García I).

En 1946 erige la monumental casa de Arce, tan espectacular que la gente que la veía por primera vez exclamaba: «¡Coño, qué casa!», de ahí el sobrenombre de la casa del coño. «El portal se recubrió de mármol hasta una altura de 1,50 metros y decorado con escayola. El importe de la obra ascendió a 2.250.000 pesetas y las rentas de cada vivienda suponían 700 pesetas mensuales».

Ese mismo año el arquitecto diseña el Teatro Trianón, obra que se retrasa porque el promotor mantenía un litigio con los jesuitas, que ocupaban una parte del solar a edificar.

Dos años después, dibuja los planos de su obra cumbre, el Teatro Emperador. Un proyecto encargado inicialmente a Manuel de Cárdenas y su hijo Gonzalo y que, finalmente, firmarán con Francisco Sanz.

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