Diario de León

CULTURA ■ PATRIMONIO

La arquitectura popular sí tiene quien la defienda

Se hacen llamar grupo Restaurando y en poco menos de dos años han pasado de siete miembros a casi cien. Enseñan y comparten técnicas de adobe y tapial y ya trabajan en la creación de una escuela donde se recuperen los saberes en torno a unos materiales con infinidad de virtudes.

Casa restaurada en Cabreros del Río. Y abajo a la derecha, trabajando en otra de El Burgo Ranero. DL

Casa restaurada en Cabreros del Río. Y abajo a la derecha, trabajando en otra de El Burgo Ranero. DL

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e. gancedo | león

«Te pongo un ejemplo: ya nos ha pasado varias veces, cuando estamos haciendo una obra, que se nos acerca un albañil jubilado, una persona del pueblo, para observar lo que estamos haciendo, y, al verlo, se le saltan las lágrimas recordando tiempos pasados, más duros y difíciles, en los que eran ellos quienes hacían esos mismos trabajos». Lo dice Jonatan Iglesias, administrador del grupo Restaurando, un colectivo particularmente inquieto de amantes de la arquitectura tradicional leonesa cuyo objetivo no es otro que compartir conocimientos en torno a sabidurías amasadas por espacio de siglos y que ahora, ante la alteración total provocada por la llegada de los materiales industriales, corren muy serio riesgo de perderse. «Sólo te diré que no conozco a nadie que no le haya gustado cualquier obra de las que hayamos hecho», sintetiza.

Y eso que, a día de hoy, se trata de un grupo informal que comenzó con siete miembros y que ya sobrepasa los noventa. Entre ellos hay albañiles, aparejadores, arquitectos, carpinteros, arqueólogos, maestros artesanos... «En estos momentos ultimamos trámites para convertirnos en asociación cultural, así que contaremos con logo y página web, pero actualmente somos, sencillamente, un grupo de whatsapp», dice. Una reunión de gentes que se coordinan para impartir asesoramiento allá donde se les necesita, que imparten talleres y charlas y que ya han participado en diversos encuentros y foros a nivel nacional.

«Nuestros objetivos pasan por la recuperación de oficios y técnicas artesanales para la restauración de cualquier vivienda o edificio antiguo, utilizando las técnicas y los materiales más aproximados a los utilizados en su construcción», explica Jonatan Iglesias. «Pero también por concienciar a la ciudadanía sobre el hecho de que ciertas actuaciones en nuestras viviendas no son del todo favorables, eso por no hablar del aspecto estético: queremos que los pueblos sigan teniendo su aspecto de toda la vida», detalla, y no olvida otro fin de Restaurando: «Reunir los conocimientos adquiridos por nuestros mayores antes de que nos dejen para siempre».

Hasta la fecha, en los casi dos años de andadura del colectivo, han prestado su consejo y trabajo en una veintena de obras en otras tantas localidades leonesas, pero también han llevado a cabo actividades de divulgación y enseñanza: «Por ejemplo, a finales de octubre celebramos unas jornadas de convivencia en Quintana de Rueda con mucho éxito de participación desde distintos puntos del país, como Andalucía, Cataluña, País Vasco, Valencia... También colaboramos, el pasado 21 de marzo, con la Escuela de Arte y Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de León, en la entrega de premios y realización de ponencias en la casa Botines», detalla. En estos y otros actos, los miembros del grupo «muestran sus experiencias en la restauración de paredes de tierra tanto en adobe como en tapial, y en el tratamiento de humedades por capilaridad, problema muy acusado en muchas de nuestras viviendas», dice Iglesias. Y añade que también proporcionan información a profesionales «para la restauración de edificios públicos como las iglesias, recurriendo a la aplicación de cal y sus distintos derivados, y a la tierra cruda. Sin ir más lejos, ahora estamos colaborando en la espadaña de la torre de Villacidayo reconstruyendo partes de piedra y consolidando la dañada para que no vaya a más». En el grupo también participan profesionales de empresas que se están especializando en estas técnicas ante la creciente demanda. «Una de ellas restauró una vivienda en San Miguel de Escalada: llegó poco antes del colapso de los muros y acabó consiguiendo un acabado firme y con un confort especial que se siente desde la entrada hasta el ultimo rincón», comenta Jonatan Iglesias. En todo este tiempo ha habido tiempo para mucho aprendizaje y también algunas anécdotas. En una casa de Hospital de Órbigo, hasta llegaron a encontrar huesos incluidos en el tapial...

Tierra que constituyó el material básico con el que erigir vivienda y todo tipo de construcciones desde hace milenios en más de la mitad de la provincia —también se usaba en las estribaciones montañosas y en la hoya berciana— pero cuyo empleo se redujo hasta casi desaparecer a partir de los años sesenta y setenta... y de tal modo que sigue siendo difícil encontrar en León gente capaz de elevar una pared de adobe y mucho menos un edificio entero. Ahora, dadas las demostradas y enormes virtudes higiénicas y energéticas de la tierra cruda, las cosas están empezando a cambiar.

«Con el tiempo nos estamos dando cuenta de que la mayoría de materiales industriales, aplicados sobre las construcciones populares, ofrecen resultados perjudiciales al impedir la flexibilidad y transpirabilidad propias de la tierra», indicó Iglesias.

Cada vez más profesionales

Además, desde el grupo se comunicó que, poco a poco, el mundo de la restauración y la conservación se está «profesionalizando» y que se están creando empresas especificas y autónomos preocupados por formarse. «Al final, lo que tratamos de enseñar a cualquier ciudadano —incide el administrador— es que todavía existen técnicas milenarias capaces de otorgar una gran durabilidad en el tiempo a su vivienda rural, con materiales de toda la vida, y que nos podemos beneficiar de su flexibilidad y de su poder controlador de la humedad ambiental y del consumo. Pero las virtudes de la tierra también pasan por el aislamiento térmico y acústico. Y no podemos olvidar el placer estético que nos ofrece la teja recuperada o el confort que nos puede aportar un aislante de corcho o de fibra de madera reciclada».

«En este sentido contamos con un tipo de patrimonio muy singular al que estamos empezando a dar el valor que tiene: conservar y difundir estas técnicas podría hacer de León un referente profesional y turístico», dicen, y es en ese punto donde deslizan un gran proyecto en el que trabajan duro y para el que ya mantienen contacto con algún ayuntamiento de la provincia: «La creación de una escuela para la recuperación de oficios antiguos, aplicaciones de la cal en todas sus modalidades y la estabilización y formulación de morteros de tierra cruda».

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