Diario de León

CULTURA ■ arte

El autor de la Inmaculada sale a subasta

La firma Setdart pone a la venta una obra del astorgano Marino Amaya.

Detalles de la obra que la casa de subastas online Setdart.com pondrá a la venta el 7 de noviembre. La escultura de bronce dorado, sin título, mide 13 por 19 centímetros.

Detalles de la obra que la casa de subastas online Setdart.com pondrá a la venta el 7 de noviembre. La escultura de bronce dorado, sin título, mide 13 por 19 centímetros.

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verónica viñas | león

Marino Amaya, autor de la escultura de la Inmaculada que da nombre a la plaza leonesa, es ahora objeto de colección. La casa de subastas online Setdart.com pondrá a la venta el 7 de noviembre una estatuilla en bronce dorado, de 13 por 19 centímetros, firmada y numerada, y cuyo valor estimado es de 300 euros. El artista, fallecido hace tres años, tuvo una vida de novela. Nacido en Astorga en 1927, fue bautizado por los críticos como ‘el escultor de los niños’, a los que dedicó buena parte de su obra y de su talento. Marino Amaya, que residió sus últimos años en Málaga, no sólo deja en la capital leonesa una las estatuas más emblemáticas de la ciudad, la virgen que le encargó en los años cincuenta el obispo Almarcha, sino también La maternidad, una voluminosa mujer que sostiene en alto a su hijo, alojada en el patio del Instituto Leonés de Cultura. Amaya es también autor de la conocida estatua de Isabel la Católica, colocada en 1965 en el parque del mismo nombre en Gijón. Con apenas quince años recibe su primer encargo como escultor: una estatua de Santiago Apóstol esculpida en piedra blanca.

Antes había sido pastor, carpintero y tejedor, pero gracias a una beca de la Diputación de Salamanca, el joven artista viaja a Madrid para perfeccionar sus estudios de escultor. Después, emprenderá un largo viaje por Francia, Italia, Austria, Holanda, Dinamarca, Noruega, Suecia, Alemania y Grecia, que le permitirá conocer los movimientos artísticos que agitan a una Europa recién salida de la II Guerra Mundial.

En 1950 obtiene la medalla de plata en la Exposición Nacional y este premio fue el que facilitó que Almarcha le confiara el monumento de la Inmaculada Concepción. En 1974, Astorga le hace hijo predilecto y le dedica una calle. Es difícil seguir la pista a todas las obras con las que el artista leonés se adentrará en el paisaje urbano de ciudades como Elche, Andújar, Cáceres, Málaga, Ciudad Real, Salamanca, Marbella, Soria, Madrid, Pamplona o Almería. Un hombre de mundo como Amaya, lejos de agonizar en la España oscura del franquismo, reconvertirá su estilo, que deja de ser academicista para hacerse más esquemático y personal.

En 1981 expone sus obras en Nueva York en Zoma Gallery, donde adquiere quince de sus obras la Fundación Rockefeller. Cuatro años después el papa Juan Pablo II le concede una entrevista para conocer su obra El derecho a la vida, que hoy forma parte de la colección de arte del Vaticano. La enorme escultura Homenaje a los Donantes de Sangre, en el parque de La Chantría, de finales de los noventa y salida también del taller de Amaya, permite contrastar la evolución del artista maragato. Se trata en este caso de dos figuras de bronce sobre un soporte de piedra en forma de cruz, una escultura en la que el tratamiento de las formas curvas y el movimiento pendular es lo más destacado de un conjunto que no guarda ningún parecido con la virgen que esculpió cuarenta años atrás.

Afincado en Marbella desde los años 80, entre las obras más singulares de Marino Amaya destaca el Monumento a la conquista de la Luna, en Málaga; el Monumento a Walt Disney, en Prado del Rey; el Monumento al F4 Phantom, en la Base Aérea de Torrejón de Ardoz, realizado con la colaboración de su hijo Salvador, también artista; la estatua del Rey, en Marbella; o el Monumento a la Constitución Española, en Soria. En su Astorga Natal Amaya dejó la estatua de Leopoldo Panero y la de la Inmaculada Concepción.

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