Diario de León

PATRIMONIO LEONÉS

Calle, Caleyo, Calea, Rúa, Cai...

El pleno del Ayuntamiento capitalino aprobó una propuesta para que las calles de la ciudad sean rotuladas en leonés cuando haya que sustituir placas deterioradas o por razones de memoria histórica. ¿Qué implica esto? Es decir, ¿cuál es el equivalente de ‘calle’ en la lengua romance de esta tierra? Lo curioso es que ya las hay en leonés o que sólo pueden explicarse desde el viejo idioma

Algunas arterias de la ciudad ya exhiben formas leonesas (‘llombos’ equivale a ‘lomos’) o aluden a personas relacionadas con el uso literario de la lengua, como Xaime Andrés, el pionero Caitano Bardón o la prolífica escritora Eva G

Algunas arterias de la ciudad ya exhiben formas leonesas (‘llombos’ equivale a ‘lomos’) o aluden a personas relacionadas con el uso literario de la lengua, como Xaime Andrés, el pionero Caitano Bardón o la prolífica escritora Eva G

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E. GANCEDO | LEÓN
León

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Al amparo de lo que reza el artículo 5.2 del estatuto de autonomía (o sea, que el leonés «será objeto de protección específica por parte de las instituciones»), el pasado Pleno del Ayuntamiento de León aprobó una propuesta de UPL para que los rótulos de las calles —cuando deban sustituirse por razones de deterioro o según la Ley de Memoria Histórica— pasen a lucir el color púrpura de la bandera y que sus textos «aparezcan tanto en castellano, en cuanto lengua vehicular española, como en leonés». Todos los grupos lo apoyaron salvo Ciudadanos, aunque el asunto reviste no pocas aristas y matices.

Porque, ¿cuál es el equivalente de ‘calle’ en leonés? ¿Y se traducirá esa palabra o todo el contenido del rótulo? El portavoz municipal de UPL, Eduardo López Sendino, que presentó la propuesta, aclara que la medida persigue que el cambio sea «paulatino» y sólo efectivo a la hora de cambiar carteles estropeados «o que no existan, algo que también ocurre». «Como hablamos de reposición, el desembolso no es muy alto, pero, eso sí, se hará gradualmente persiguiendo alcanzar una uniformidad en ese sentido», añadió. En cuanto a la traducción, en muchos casos resulta inviable al tratarse de nombres propios («está claro, no se puede cambiar ‘Ramón y Cajal’, pero sí otras», adujo Sendino). ¿Y las propias palabras calle, avenida, plaza, plazuela...? «Habrá que estudiarlo bien. Y ahora que tenemos una Cátedra de Estudios Leoneses en la Universidad, debemos contar con ella para las traducciones», afirmó.

Lo que ocurre es que el nombre tradicional para calle en leonés es también calle (y en la montaña occidental y partes de la central, también con ese sonido parecido a la ‘che’ (transcrito ‘cal.le’ o ‘catse’) y toda una pléyade de variantes del tipo caleya, caleyo, calea, caleo, calecha, calella, muy presentes desde la ciudad en dirección Norte y Oeste, Bierzo incluido, pero que aluden más bien a calles pequeñas, ‘callejos’, ‘callejas’, en castellano (y en muchos casos conviven y se mezclan las soluciones lingüísticas, la calleja en castellano con el -ín,-ina, leonés: callejina). En la zona Norte del dominio lingüístico, en el Principado, abunda el término cai —en algunas vías de ciudades y pueblos asturianos ya consta en la rotulación oficial—, aunque en León es mucho más raro pero no desconocido (en La Baña hay una doble ‘Calle Cai’).

Precisamente uno de los mayores expertos en filología leonesa, catedrático de la ULE y director de la Cátedra de Estudios Leoneses, José Ramón Morala, lleva décadas aunando lingüística y callejero provincial en su página personal (jrmorala.unileon.es), donde ‘colecciona’ imágenes de rótulos de calles cuya denominación tiene interés desde el punto de vista lingüístico. Sobre la propuesta aprobada en el pasado Pleno municipal, Morala reflexiona lo siguiente: «Personalmente, al asunto de las calles de León no le veo mucho recorrido, al menos en el plano lingüístico, y máxime si el criterio es cambiar únicamente las deterioradas, lo que no tiene por qué coincidir con las que pudieran ser más interesantes y, sobre todo, apropiadas por el tipo de nombre que aparece».

«Lo de la toponimia es un asunto muy particular en el que, más que legislar desde arriba, conviene escuchar a los usuarios. De lo contrario, algo hecho con muy buena voluntad puede resultar contraproducente», dice Morala, y avisa: «Como ocurre en muchos pueblos, también en la capital hay calles que ya están en leonés o que solo se explican desde el leonés». En cuanto al papel de la Cátedra, comentó que, si se le pregunta, «sólo podría opinar cuando comience el curso y pueda celebrar una reunión. De todos modos, no es su objetivo normalizar o traducir el leonés sino estudiarlo, juntamente con el resto de manifestaciones culturales leonesas».

Otro gran experto en el tema es el investigador y escritor Nicolás Bartolomé Pérez, representante de la asociación cultural Faceira, quien confirma que la palabra leonesa para calle es la misma que en castellano, calle (‘cal.le’ en el noroccidente), y que cai es un término exclusivamente asturiano. Otras palabras como caleya, cañada, cañal, carreiru... designan callejas o caminos rurales. «Por otro lado, en muchas zonas de habla leonesa el espacio urbano donde confluyen varias calles se sigue llamando praza, o prazuela si es reducido». «Rúa y cal (palabra de la que deriva caleya, por cierto) son arcaísmos leoneses en desuso ya hace siglos», apunta.

Hay más formas, como carre-, muy popular en el Sur de León, pero que suele aparecer formando parte de un topónimo y no como sustantivo (por ejemplo, Carremalillos en Villanueva de las Manzanas). «En castellano también existe carrera (camino) y con la misma etimología tenemos carrer en catalán (calle), y carrera en aragonés. El carre leonés es una contracción de carrera», describe Bartolomé.

«No tengo muy claro el alcance y la forma que se le va a dar a la iniciativa. Creo que los nombres propios del callejero actual deberían respetarse siempre, y la toponimia tradicional urbana más arraigada, también —expone—. En todo caso, lo lógico sería que las propuestas de traducción que se sometan a la aprobación municipal las elaboren lingüistas que conozcan bien el leonés vivo para que tengan un mínimo de rigor».

Ernesto López Sendino entiende que la iniciativa reviste un alto valor simbólico y que debe ser, ante todo, un signo de «aprecio» por este rasgo cultural, algo que ha unido a casi todos los grupos políticos, incluido el PP. La lingüística, eso sí, se la deja a los especialistas.

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