Diario de León

El edificio no está a salvo

La Catedral se queda desnuda de andamios

Un manto protector. En el último siglo ha sido imposible contemplar la Catedral ‘despejada’. Las restauraciones en las torres, las fachadas, el hastial sur, el rosetón, las vidrieras, los arbotantes o las cubiertas han mantenido el templo gótico cercado por los andamios. Ahora, por primera vez, se ha liberado de ellos. El edificio no está a salvo, espera financiación para emprender una de las obras más difíciles de su historia.

León

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Sin dinero, no hay andamios. La Catedral de León, por primera vez en casi un siglo, está ‘desnuda’ de armaduras. Tras la restauración de los últimos arbotantes —que desde hace años se reparan de seis en seis—, actualmente solo los técnicos del Taller de Vidrieras mantienen la plataforma interior para la reparación de un ventanal. La caída drástica de visitantes, debido al coronavirus —de 250.160 en 2019 a 81.000 el año pasado—, ha diezmado los ingresos de la taquilla y, como consecuencia, todas las intervenciones están paralizadas.

Sin embargo, el edificio deberá afrontar próximamente una de las obras más complejas de su historia. El triple pórtico de la fachada principal está en peligro. Se trata de un punto ‘débil’ que ni siquiera se tocó en la magna restauración del siglo XIX que evitó el derrumbe de la Catedral. Ahora, la obra no puede seguir demorándose. El Cabildo está redactando ya las bases de un concurso de ideas para actuar en el pórtico. El objetivo es encontrar un proyecto que resuelva el problema de estabilidad sin modificar el aspecto de la fachada occidental. El Cabildo y la Junta han mantenido conversaciones sobre esta nueva rehabilitación, cuyo coste aún es una incógnita. Esperan que numerosos equipos de arquitectos respondan a la convocatoria.

La erosión en la fachada occidental obligó en 2009 a apear las 23 esculturas góticas que la decoraban, pese al riesgo de que no soportaran el traslado hasta el claustro, donde permanecen desde entonces, pendientes de encontrar una ubicación definitiva y de colocar réplicas en los huecos que dejaron. El pórtico de la Pulchra, que guarda un gran parecido con el de la catedral de Reims, sufre el llamado ‘mal de la piedra’. Otra prueba del deterioro de la fachada principal es que apenas se aprecia la policromía original. Los análisis efectuados revelaron que fue una de las catedrales góticas con mayor profusión cromática.

Esperando al ministerio

Hay otra gran obra en el ‘limbo’: la rehabilitación del trascoro, una de las construcciones más fastuosas de la Catedral. Los trabajos, que llenarán de andamios el ‘corazón’ del templo los financiará el Instituto de Patrimonio Cultural de España, dependiente del Ministerio de Cultura, que empezó hace tres años a escanear este auténtico arco de triunfo. Una intervención a la que destinará 60.000 euros, para recuperar el esplendor que ha perdido esta joya bajo una gruesa capa de polvo. La suciedad impide ahora contemplar el brillante alabastro y los dorados de esta colosal construcción erigida para ‘arropar’ el coro, encargada en 1577 a Juan de Juni y Esteban Jordán.

De momento, el Taller de Vidrieras ubicado en la calle Dámaso Merino, ultima la restauración del vitral S-XVI, pero es posible que tarde meses en desmontar otra vidriera para completar la magna restauración iniciada hace quince años con el proyecto El Sueño de la Luz.

Hasta ahora, la taquilla permitía reparar uno o dos vitrales al año o, lo que es lo mismo, 50 o cien metros cuadrados. Desde hace ocho años el Cabildo no cuenta con subvenciones para salvar el mejor conjunto de vidrieras medievales del mundo —a excepción del rosetón de la fachada principal, que fue sufragado hace un año por la Fundación Cepa—. La restauración de un metro cuadrado cuesta 5.000 euros y los ingresos de la taquillade vidrieras se redujeron de 1,3 millones a 901.000 euros el año pasado.

Un andamio inútil

En 2010 la ministra socialista Ángeles González-Sinde decidía colocar una marquesina en el hastial sur, uno de los puntos más frágiles de la Catedral, con el fin de hacer un ‘barrido’ de los muros y detectar las grapas colocadas en el siglo XIX que han provocado profundas fracturas en la piedra. Semanas antes el Ministerio de Cultura había sufragado una restauración de esta fachada, por importe de 688.370 euros, que además de rehabilitar el hastial, pináculos y otros elementos pétreos, se había librado ya de las grapas visibles. El colosal andamio llegó a formar parte del ‘paisaje’ del templo gótico, ya que permaneció en la fachada meridional durante ocho años, hasta que el Cabildo, harto de esperar a que el ministerio rematase los trabajos, decidió desmontarlo.

Los andamios han tapado la torre sur y la norte, la fachada principal —cuando se desmontó el rosetón—, pináculos, arbotantes, el triforio, la cubierta, las vidrieras (en el interior y en el exterior)... Mario González, administrador de la Catedral de León, no la recuerda sin ‘hierros’. «La razón por la que ahora no hay ninguno es que no hay presupuesto para emprender nuevas obras», lamenta.

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