Diario de León

PATRIMONIO

El Cea quiere volver a alzar su muralla

Se desmochó uno de sus cuatro cubos y sus lienzos han sufrido varios mordiscos y también servido de ‘cuarta pared’. Ahora, Almanza curará las heridas de su olvidada pero muy singular muralla con 180.000 euros y creará un paseo para recorrerla

El arquitecto Javier Rojo ante el cubo derruido que ahora se reconstruirá para mirador y sala de exposiciones.

El arquitecto Javier Rojo ante el cubo derruido que ahora se reconstruirá para mirador y sala de exposiciones.

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E. GANCEDO | ALMANZA
León

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«Doy a estos pobladores de Almanza el fuero mejor que hallen en todo mi reino... Y mando que estén encarados y defendidos, y no paguen portazgo en todo mi reino». Lo dejó escrito el rey leonés Alfonso IX en 1225, y con ese ‘encarados y defendidos’ se refería a reforzar el carácter limítrofe y fortificado de una villa que durante gran parte del medievo defendió el flanco nordeste de León contra el vecino reino de Castilla y que en sucesivos tratados y combates osciló, además, entre uno y otro.

A aquel viejo documento podría compararse, casi 800 años después, el Plan de Restauración de Bienes Inmuebles del Patrimonio Histórico que la Diputación dio a conocer el pasado mes de agosto y que incluye el proyecto de «restauración, consolidación y puesta en valor» del tramo 1 de la muralla de Almanza, un monumento ciertamente poco conocido y menos mimado que ahora sale de ese letargo con los 180.000 euros que le ha concedido el Plan.

Aquellas convulsiones históricas fueron aplacándose con el paso de los siglos pero las sólidas defensas alzadas para sobrevivir en tiempos difíciles iniciaron una época de decadencia y desmoronamiento que llega hasta nuestros días. El arquitecto Javier Rojo Taranilla, encargado de redactar el proyecto básico de estas actuaciones, también expone en él las características, pérdidas y debilidades de un recinto singular, seña de identidad de una villa que quiere hacer de él, y de su envidiable ubicación geográfica —emboscada entre extensos montes de roble, a medio camino de la tierra llana y de los Picos de Europa con entrada desde Prioro—, una sugerente vía para afrontar el futuro.

Rojo Taranilla explicó al Diario cómo el recinto, meollo de la población, agrupaba su caserío más antiguo, aupado a un otero sobre el Cea para mejor defensa, y que, de los cuatro cubos existentes, uno se vino abajo en parte, hace dos décadas, por haber venido soportando un cobertizo que se usaba como cuadra. El tramo 1, o parte más visible de la muralla, será limpiado, recuperado —habilitando un paseo junto a él—, estudiado arqueológicamente y realzado de nuevo en algún trecho concreto. A expensas aún del visto bueno de la Comisión de Patrimonio, el proyecto prevé también la posibilidad de acceder, por medio de una escalera, al cubo que será reconstruido, en cuya planta baja está previsto acondicionar una sala de exposiciones.

El capítulo de soluciones propuestas, tal y como transmitió Javier Rojo, incluye «una fase inicial de estudio y excavaciones arqueológicas en la que se examinarán más a fondo las patologías de la construcción y se buscarán los restos enterrados para cerciorarse de que la traza original coincide efectivamente con la contemplada en el proyecto. Todo este proceso se documentará y se guardarán las piedras desenterradas para su posterior uso». En la segunda fase «se demolerán todas las construcciones ajenas a la muralla, en su mayor parte de adobe». Eso sí, en el caso de los muros portantes y pilares del almacén y tendejón existente «será necesario su reposición en un lugar exterior a los restos que se encuentren», reseña el proyecto.

Posteriormente se procederá a la reconstrucción, «mediante técnicas apropiadas, tanto del tramo perdido de muralla como de parte del torreón, de manera que se unifiquen y consoliden los restos existentes. En el caso del torreón, además, se le adecuará para su visita, tanto en el primer nivel como en el segundo, mediante la construcción de una escalera», indica. Y aún restaría una tercera fase «que consistirá en la limpieza, restauración y consolidación de los muros existentes, tanto en la muralla como en el arco y el torreón, tratando de respetar su aspecto original».

El arco gótico de la única puerta de muralla que aún se conserva en esta villa de la ribera del Cea. MARCIANO PÉREZ

El arquitecto detalló que, de los cuatro cubos o torreones, tres pertenecen a una propiedad privada, y que esas torres enmarcaban un castillo-palacio, declarado Bien de Interés Cultural en 1949, que data del siglo XV. Los acuerdos con los propietarios —parte del lienzo del citado tramo 1 forma parte casi indisoluble de fincas privadas— permitirá al ayuntamiento de Almanza realizar esas intervenciones. «La villa estaba rodeada por una cerca ovalada, construida en tapia de cal y canto de gran espesor. Era como una apretada faja con puertas abocinadas de las que queda la muestra gótica de una de ellas, y rodeada por un foso que aún se aprecia. La torre del castillo estaba situada en el lugar que actualmente ocupa una torre moderna, asentada sobre los restos de tapia que formaban una doble muralla alrededor de él», rezaba el proyecto, y Javier Rojo recordó que, con otra subvención, esta torre icónica —y su reloj—, que data de los años cincuenta del pasado siglo, está también siendo restaurada.

La intervención de restauración, consolidación y puesta en valor se llevará a cabo, así pues, «sobre un tramo especifico de la muralla que abarca unos 36 metros, desde el arco de entrada hasta uno de los torreones, ambos incluidos —indicó—. La finca tiene una fuerte pendiente hacia la calle la Muralla (antiguo foso), por lo que el acceso se debe realizar desde la calle El Arco, en la que se sitúa la puerta de entrada al recinto, con importantes restricciones por su estrechez y estado del puente».

Caída de materiales, pérdida o uso indebido de tramos de muralla (hay casas asentadas sobre ella o que incluso la han empleado como muro interior), consolidaciones erróneas y acumulación de agua y residuos están entre los problemas de este monumento que aspira de nuevo a ser, como decía el buen rey, «encarado y defendido».

MARCIANO PÉREZ

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