Diario de León

EL ESTADO DEL PATRIMONIO

La Cepeda da cobijo a un retablo olvidado

Villamejil rescata los últimos elementos artísticos de un pueblo zamorano deshabitado para reubicarlos en su iglesia

Vista del retablo antes de su retirada. La estructura resistía casi milagrosamente, protegida por parte de la cubierta de esta iglesia zamorana

Vista del retablo antes de su retirada. La estructura resistía casi milagrosamente, protegida por parte de la cubierta de esta iglesia zamorana

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E. GANCEDO | LEÓN
León

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Savia patrimonial de una población casi extinguida... transferida a otra que tampoco está para tirar cohetes. Esta historia protagonizada por Villamejil (la Cepeda, León) y de Carbajales de la Encomienda (la Carballeda, Zamora) es una historia de salvación y reciclaje artístico en la que el ‘milagro’ de que un retablo del siglo XVII continuase en pie en medio de una iglesia rural desventrada tuvo su continuidad en la reciente expedición que los cepedanos emprendieron para su rescate; eso sí, con la venia del Obispado de Astorga, cuya jurisdicción abarca ambas localidades del viejo reino.

Todo comenzó hace una década, con las alarmas que desde el pueblo leonés se lanzaron a la Diócesis asturicense en referencia al grave deterioro registrado en su iglesia. «De ella se había retirado, en su día, un magnífico retablo barroco para venderlo y cubrir de uralita el tejado», informa Tomás Álvarez, veterano periodista cepedano que ha estado en primera línea de estas gestiones. En aquel momento también se redactó un anteproyecto de restauración, por encargo del sacerdote Francisco Blanco, que no llegó a abordarse por falta de medios económicos.

Hubo que esperar a 2010 para que el arquitecto Enrique Pérez diseñara un nuevo proyecto de restauración de la iglesia que pudo llevarse a cabo, en parte, con ayuda de la Diócesis, la Diputación y la parroquia, «aunque el interior permanece en un lamentable vacío por la ausencia del retablo antiguo...», explica Álvarez, que ha sido director de varios periódicos, ocupado cargos de responsabilidad en la agencia Efe y que actualmente reside en su pueblo natal. Tras una nueva gestión ante el Obispado, en 2013, recibieron la noticia de la existencia de un retablo, en grave peligro de desaparición, ubicado en una iglesia en ruinas en Carbajales de la Encomienda, municipio de Espadañedo, al noroeste de Zamora, no lejos del límite con León. En el lugar, con sólo un puñado de vecinos, «desde mucho tiempo atrás se ha venido diciendo la misa en una ermita en tanto que el templo ubicado de las afueras se encontraba en estado de creciente ruina a causa de sucesivos derrumbamientos», añade Álvarez. A causa de esas caídas se habían perdido ya los otros dos retablos del templo, quedando en pie, de modo poco menos que milagroso, este de la capilla mayor al quedar en parte cubierto. Fue, así pues, la propia Diócesis de Astorga la que, con el visto bueno de otras instituciones, determinó el intento de salvación, permitiendo a la parroquia de Villamejil participar en su recuperación para ubicarlo en la desnuda iglesia.

Y así, tras obtener los correspondientes permisos para la intervención y acompañados por los párrocos de Carbajales de la Encomienda, Alfonso Prieto; y de Villamejil, Carlos Fernández, el 13 de mayo de 2014 se efectuó la visita preparatoria para el desmontaje del retablo. En el plano técnico, la visita estuvo dirigida por Natalia Martínez de Pisón, restauradora titulada por la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales, «quien ha colaborado de forma totalmente altruista en la iniciativa de salvamento», incide Tomás Álvarez. Participaron tambien el constructor Manuel Angel García y el presidende la asociacion cultural Rey Ordoño, Saturio Aller.

Ante el anuncio de un nuevo frente de lluvias intensas y visto el deterioro creciente —y peligroso— de la estructura, la expedición decidió acudir el 20 de mayo, con un equipo suficiente, para actuar según las indicaciones técnicas elaboradas en la jornada anterior. Por ejemplo, el desmontaje del retablo se hizo con herramientas manuales para provocar los menores daños posibles, renunciando en todo momento al uso de elementos mecánicos eléctricos.

Se retiró el sagrario —que posteriormente ha sido restaurado— y en la tarde de ese mismo día 20 el retablo fue trasladado, convenientemente sujeto y cubierto, hasta la iglesia de Villamejil, «donde se ubicó en la parte posterior, en un espacio suficiente para desarrollar el proceso de limpieza, saneamiento, reparación y ensamblaje», prosigue el periodista, actualmente un destacado dinamizador cultural de la comarca, y quien también informa de las características técnicas y artísticas del mismo: «Ocupa unos 4,7 metros de anchura por 5 de altura y es una obra barroca, previsiblemente del siglo XVII, en la que se aprecian varias cruces de Malta, enseña de la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, fundada en el siglo XII en la época de las cruzadas, y que luego ha sido conocida popularmente como Orden de Malta por haber pasado su sede, de Jerusalén, a esa isla». El primer elemento recuperado ha sido el sagrario, «tal vez la pieza más significativa del conjunto —cree Álvarez—. Se trata de una obra, posiblemente también del siglo XVII, rematada por una cúpula y en la que destacan cuatro bellas columnas salomónicas». El sagrario ya fue sometido en el Taller de Restauración de la Diócesis de León a un proceso de eliminación de bacterias e insectos, «y después, en una intervención del todo altruista, fue completamente recuperado por Natalia Martínez de Pisón».

El episodio da pie el también novelista y divulgador para asegurar que el siglo XX ha sido para el mundo agrario español «algo así como la Peste Negra del Medievo». «Se hunden los pueblos y se abandonan los campos. Los brazos útiles se llevan a las sociedades industriales para mover las maquinarias productivas. Se cierran las escuelas y, para acabar de atontar al paisanaje, se le entrega la televisión», dice antes de asegurar, vehemente, que «salvar un retablo no es una ‘cuestión de beatos’, es una cuestión de salvar nuestra cultura, nuestra memoria y nuestra identidad social».

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