Diario de León

«Churchill no quiso darle la mano a mi padre. A mí me besó Stalin»

Los primos Luis y Patricio Azcárate se codearon con Negrín, Fidel Castro o Semprún.

Cayo de Azcárate, Patricio, Pablo, Justino, Luis (detrás), María y Eulalia Flórez (madrastra).

Cayo de Azcárate, Patricio, Pablo, Justino, Luis (detrás), María y Eulalia Flórez (madrastra).

León

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A Patricio Azcárate aún le duele que Churchill no quisiera darle la mano a su padre, porque el primer ministro británico consideraba que el Gobierno de la República tenía las manos manchadas de sangre, pero, sobre todo, los días contados. Ciertamente, a Pablo de Azcárate le sucedería Jacobo Fitz-James Stuart, duque de Alba, como embajador en la capital del Támesis y ‘espía’ de Azcárate, por orden de Franco. «Mi padre tuvo mala suerte», reflexiona Patricio. «Siempre le tocó bailar con la más fea». Y lo dice no sólo por el ‘episodio británico’, sino porque años después fue enviado a Israel «en un momento difícil y con una misión irrealizable. Tuvo una vida diplomática muy complicada. La historia no le ha juzgado bien. Las circunstancias que le tocaron fueron muy desfavorables, con el ascenso del fascismo, la Guerra Mundial, la construcción del Estado de Israel...». En los últimos años reconoce que la figura de su padre «que ha permanecido apagada, está siendo rescatada».

Luis cuenta que él y Patricio conocieron a Stalin. «Nos abrazó y nos dio un beso. Yo todavía no me he lavado la mejilla…», bromea. Con ellos, en aquel momento inolvidable, estaba Miguel, el hijo de Negrín. Fue en 1937. Luis y Pío viajaron desde Londres a Moscú invitados por el primer embajador de la República en la Unión Soviética, Marcelino Pascua, «que era como un tío para nosotros».

El gran Negrín

Patricio recuerda que en Londres conoció a Negrín. «Era un hombre extraordinario, muy simpático y sabía de todo. Un día fuimos a comer a su casa y me preguntó qué estudiaba. Cuando le dije que ingeniería eléctrica me llevó a su biblioteca. Tenía más libros de esa especialidad que yo. Era un hombre de una memoria increíble, sencillo y afable, con las ideas muy claras y políticamente muy duro». Luis también habla maravillas de Negrín, aunque sus referentes son Manuel Bartolomé Cossío y los profesores de la Institución Libre de Enseñanza. «Ahora se ha perdido el sentido del honor y del deber. A nosotros nos enseñaron a decir siempre la verdad».

Luis conoció en una playa cercana a La Habana a Fidel Castro, con el que tuvo una conversación mientras acunaba a su hija Mari Cruz en brazos. Luego volvería a ver al comandante cubano en otras ocasiones. Patricio conoció además a otros destacados líderes de la izquierda, como Dolores Ibárruri ‘La pasionaria’. «Estuve mucho con ella, lo que me permitió apreciar sus cualidades y defectos». De quien no tiene una buena opinión es de Vicente Uribe. «Era muy antipático y no era precisamente una lumbrera». De Líster recuerda que estuvp con él en la batalla del Ebro y en la emigración. «Era fascinante».

Jorge Semprún, el que fuera ministro de Cultura en la era de Felipe González y destacado escritor e intelectual, «fue uno de mis mejores amigos en Ginebra. Era muy guapo y encantador y traía a las mujeres de calle. Tras la Segunda Guerra Mundial, cuando llegué a París, ocupé su cama, que había dejado libre porque se había enrollado con una actriz».

Luis y Patricio son dos nonagenarios poco corrientes. Manejan Internet, Youtube, Facebook y tienen hasta blog. Luis, que reside desde hace años en Madrid, es un humilde sabio. Bartolomé Cossío le contó «algo que pocos leoneses saben: Hay una talla del siglo XI en la Catedral de una virgen embarazada. Sólo hay una obra parecida en la catedral de Toro».

El mérito de su familia era que apostaban, como la Fundación Sierra Pambley -dice-, por crear cultura, así como por el desarrollo industrial de León. Luis escribe no sólo libros, sino que su firma es habitual en revistas y periódicos. También da charlas, como una reciente, en la Universidad Rey Juan Carlos, sobre la Institución Libre de Enseñanza. Y León... le sigue sabiendo a mantecadas y a los caramelos de café con leche de Camilo de Blas...

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