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Nuevo proyecto del ILC

En la ciudad de Sebastián Román

El artista crea desde Castrotierra un universo urbano distópico que advierte del consumo excesivo Prepara nueva obra junto a Francisco Jáñez Martino

Sebastián Román junto a su ‘Skyvega’, que la riada se lo llevó y fue recuperado en el Torío. RAMIRO

León

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Sebastián Román Lobato es el único artista que puede presumir de tener una obra a medias con el río Torío. Él la hizo y el río se la llevó. Pero aquello solo es una aventura más en este artista de lenguaje propio, peculiar. Industrial y evocador de un mundo distópico. Recicla para que sus obras cobren vida y lo que surge es una ciudad que a primera vista lo es, con restos de chatarra electrónica, pero que pronto se convierte en una imagen inquietante. Ahora, desde Castrotierra de la Valduerna prepara una gran obra que se encuentra en preparación y que incorpora la luz artificial como elemento, en una vuelta de tuerca más a lo que ya ha experimentado, junto al ingeniero Francisco Jáñez Martino. Su Skyvega , la obra que vivió una accidentada aventura acuática, es junto a dos composiciones marca de la casa, parte del nuevo material adquirido por el Instituto Leonés de Cultura en un esfuerzo de la institución no solo por reforzar su catálogo de obras de autores leoneses sino por impulsar la proyección de los mismos.

Y en Román Lobato lo que se puede encontrar es la originalidad de un creador que, formado en la Facultad de Bellas Artes de Salamanca, tenía una línea de acción ya marcada que provenía de su experiencia vital. O de su capacidad para asimilar experiencias vividas aunque no las recuerde. Así suelta la primera perla que marca todo: «Tengo la sensación de necesitar darle una segunda oportunidad a las cosas», dice. Y es frase clave de un rasgo que le delata a las primeras de cambio, como es su carácter de hombre bueno en las antípodas del artista bañado en su vanidad. Luego llega que a este leonés de 1979 le consta que «con dos meses casi no lo cuento. Y con 4 años estuve también a punto de no sobrevivir. Por eso tal vez tengo tan presente que qué bueno sería esa segunda oportunidad».

Blade runner

A partir de ahí su creatividad se desborda. Y aunque parezca una forma de arte acotada, él le da tanta personalidad que lo mismo se puede ver en su obras un Nueva York imaginario o el mismo León. Es cuando deja que fluya su humor espontáneo: «En ese León que yo hice con restos de lo que pillé, acabé hasta La Lastra», asegura. Y da la dimensión de cuando el arte se extralimita hasta de forma saludable.

Aunque el triple salto de Román, ya advertido que no es mortal, sería moral. Porque es una alerta no solo de la utilización excesiva de materiales de construcción, sino el rumbo a una civilización deshumanizada. Y sin saber por qué todo es Blade Runner . «Esa película me marcó a la hora de dar sentido a mi arte», revela acerca de la percepción.

Llamando a la Tierra son las otras dos obras que ahora propiedad del ILC corroboran la sensación de que Román Lobato es un creador que rebusca en la conciencia de la vida en común. Aunque él viva en su pueblo, Castrotierra. Lo que no le quita la concienciación pero sí le conecte a sus abuelas Marina y Elvira, de las que aprendió tanto, como de su maestro Felicísimo, un ecologista cuando el término era apolítico. Tal vez, por eso su forma de alertar sea su mejor obra maestra. La del realismo de demostrar que León, incluso el que no llegó a pasar, se puede recrear construído por material rescatado de un vertedero. Precisamente, un León imaginario surgido del basurero de León.

Sebastián Román junto a su ‘Skyvega’, que la riada se lo llevó y fue recuperado en el Torío. RAMIRO

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