Diario de León

«El CNI no es una banda de ‘mataos’»

Lorenzo Silva se pone en la piel de quienes han vivido la guerra en primera línea en su último libro, ‘Nadie por delante’

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«Vivimos en guerra desde el inicio del siglo XXI, que comenzó el 11-S cuando todo saltó en pedazos, pero los españoles nos hemos acostumbrado a estar en la retaguardia, sin sentir la amenaza de las bombas, las balas y los misiles». Lo dice Lorenzo Silva (Madrid, 55 años), que en su nuevo libro, Nadie por delante (Destino), se pone en la piel de quienes han vivido la guerra en primera línea y sufrido sus zarpazos. Con la invasión de Ucrania crece el riesgo de un guerra global, aunque Silva cree que «la amenaza del botón nuclear es más retórica que real». Defiende, además, que si el CNI ha cumplido con su deber «no se le debe penalizar».

«Con cada nuevo libro es como si tuviera que inventar un formato, y esto no son crónicas ni relatos», dice el autor de unos textos inspirados en hechos vividos en las últimas dos décadas por militares españoles «que están en ese incómodo lugar donde no queda nadie por delante; que hacen y padecen la guerra y levantan acta de sus estragos». Una guerra «con mil caras, que hoy se libra al tiempo en los frentes de Afganistán o Siria, en las Ramblas de Barcelona con los atentados islámicos, y en las redes, con las ‘fake news’, la propaganda o el espionaje».

Para construir «con crudeza» una ficción «muy real», Silva recurre a testimonios de oficiales y soldados del Mando de Operaciones Especiales (MOE), activos en acciones como la invasión de Perejil (2002) o la evacuación el aeropuerto de Kabul (2021), pasando por Nayaf, Badghis o Al Anbar. Unas acciones militares «que la mayoría de los españoles vivieron muy de espaldas y que se han contado poco».

Silva estuvo sobre el terreno en Irak y Afganistán y conoció de primera mano el trabajo de los servicios de inteligencia que respaldaron a las tropas españolas. «El CNI no es una banda de ‘mataos’ o de indocumentados», dice horas después de que el Gobierno se cobrara la cabeza Paz Esteban, máxima responsable de los servicios de inteligencia y destituida para aplacar la ira de la oposición tras el escándalo del espionaje con el sistema Pegasus.

«Si los espiados con este software lo fueron a partir de indicios de sus vínculos con acciones violentas de grupos que pretendían desestabilizar gravemente mediante la guerrilla urbana, el bloqueo de infraestructuras y las amenazas a la integridad de personas, presuntamente conectados con servicios de información de una potencia extranjera hostil a la UE y, por tanto a España, como es Rusia, el CNI cumplió con su deber», arguye.

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