Diario de León

El descubridor de los petroglifos halla en Quintanilla de Somoza un altar rupestre

Juan Carlos Campos publica un libro con nuevos hallazgos y teorías sobre los laberintos de Maragatería.

Detalle del altar rupestre localizado por Juan Carlos Campos, foto de la derecha, en la localidad de Quintanilla de Somoza.

Detalle del altar rupestre localizado por Juan Carlos Campos, foto de la derecha, en la localidad de Quintanilla de Somoza.

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El descubridor de los petroglifos de la Maragatería, Juan Carlos Campos, ha localizado un altar rupestre en Quintanilla de Somoza. Tiene forma de una gran piedra tallada y recortada de forma rectangular y sobresale como si fuera una mesa. Esta losa ritual está decorada con cazoletas —marcas circulares grabadas en la roca— tanto en la parte superior como en la ‘falda’ de la piedra.

Es una de los últimos descubrimientos que Campos incluye en un libro que presenta el jueves en primicia el Museo Romano de Astorga, donde aparecen profusamente descritos todos sus hallazgos. El libro, titulado Petroglifos en Maragatería. El enigma de los laberintos del Teleno, detalla con fotografías todos los espectaculares petroglifos que ha localizado en Peñafadiel, así como varias estaciones rupestres inéditas. Las pesquisas de este aficionado astorgano han permitido sacar a la luz un arte prehistórico leonés que había permanecido oculto hasta ahora. Han sido años de rastrear por las comarcas de Maragatería y Cepeda en busca de vestigios de una época tan transcendental para la humanidad como la Revolución Neolítica. Campos sostiene que los laberintos leoneses son los más antiguos encontrados en el mundo, echando por tierra las teorías de que surgieron en Creta y, desde esta isla, se difundieron por todo el Mediterráneo. Una de las mayores autoridades en laberintos, el norteamericano Jeff Saward, que se desplazó hasta Maragatería alertado por Campos, «se quedó impresionado». Saward afirmó en la revista Caerdroia que «los laberintos descubiertos en la provincia de León son uno de los grupos de laberintos más difíciles de explicar». También los investigadores de la Universidad de León han certificado que son, como mínimo, del Calcolítico —período intermedio entre el Neolítico y la Edad del Bronce—; es decir, más de 5.000 años de antigüedad. «Mucho antes de la civilización cretense los laberintos de Maragatería ya estaban aquí. Así que, en todo caso, fue desde la Maragatería desde donde se ‘exportaron’», afirma Campos, quien insiste en que «no se conoce otro lugar en el mundo donde se puedan contemplar seis laberintos prehistóricos juntos», con la particularidad de que presentan distintos patrones, es decir, son de diseños y tamaños diferentes.

Pese a que los descubrimientos de este aficionado a la arqueología obligaron a la Junta a iniciar una investigación sobre los petroglifos leoneses, lo cierto es que siguen sin ninguna medida de protección.

La Revista de Arqueología del Siglo XXI , que dirige el leonés Nacho Ares, incluye en su número de este mes un largo artículo de diez páginas y 13 fotografías con un extracto del capítulo Los laberintos del libro de Campos, que siempre ha ido un paso por delante de los investigadores ‘titulados’.

Un enigma ancestral . Campos no se ha limitado a descubrir petroglifos y cazoletas en Maragatería, sino que ha tratado de desvelar por qué están aquí. En su libro ofrece algunas teorías. El libro, con una tirada inicial de mil ejemplares, que se ha costeado de su bolsillo, trata de probar que los laberintos que localizó en Peñafadiel —dos piedras gigantescas con tres laberintos cada una— son los más antiguos del mundo. «Son seis laberintos muy extraños. No hay ninguno igual en otra parte», asegura. Campos defiende que la Maragatería pudo ser «la cuna» de los laberintos.

Falta averiguar si los petroglifos maragatos son las primeras manifestaciones de escritura y cuál es su significado; un enigma que nadie ha conseguido desentrañar. Podrían ser representaciones solares que servían a las primitivas sociedades campesinas para llevar a cabo ritos de iniciación o propiciar la fertilidad.

En las dos grandes losas de Peñafadiel aparece grabada una cruz de brazos iguales, un surco que desemboca en un haz de líneas y una especie de hoja. Son dibujos sin precedentes. «Muy raros», como certifica el experto Jeff Saward. Tres laberintos en cada una de estas dos rocas, decoradas también con cavidades redondas o cazoletas. El estudio certificó que primero se hicieron los laberintos y luego las cazoletas.

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