Diario de León

Salvar monumentos con un lápiz

Dibujos del XIX revelan el patrimonio leonés perdido

Inocencio Redondo y Jaime Serra fueron enviados a León a mediados del siglo XIX para retratar el patrimonio más significativo. Sus dibujos, preservados en el Museo del Prado y la Fundación Lázaro Galdiano, descubren edificios desaparecidos o irreconocibles. Redondo descubrió siete sarcófagos en San Isidoro y diseñó gárgolas para la Catedral y restauró estatuas y bóvedas.

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León

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Inocencio Redondo Garci-Ibáñez y Jaime Serra Gibert llegaron a León armados únicamente con un lápiz. Tenían la misión de retratar el patrimonio más relevante de la provincia. Redondo acabó salvando monumentos, especialmente la Catedral y San Isidoro. Su historia es prácticamente desconocida. La ha rescatado la profesora Vanessa Jimeno Guerra, del Departamento de Patrimonio Artístico y Documental de la Universidad de León, en un trabajo titulado Dibujos inéditos del siglo XIX. Los monumentos leoneses de época medieval en las manos de Inocencio Redondo Garci-Ibáñez y Jaime Serra Gibert.

Mientras investigaba sobre la arquitectura excavada y el aprovechamiento de cuevas naturales en la Edad Media en la provincia de León, Jimeno Guerra supo de la existencia de Redondo y que había dibujado la cueva de Villamoros de las Regueras. Nunca encontró esos bocetos.

Los dibujos del Prado

En el Museo del Prado sí localizó dos cuadernos suyos inéditos sobre numerosos monumentos medievales. Las dos libretas, ilustradas con fragmentos de San Isidoro, el Palacio del Conde Luna, el monasterio se San Miguel de Escalada o la iglesia de Santiago de Peñalba, fechados entre 1871 y 1890, fueron donadas en 2013 a la pinacoteca nacional por la biznieta del artista, Pilar Altamira. Contienen aproximadamente 60 bocetos, un material excepcional para conocer cómo eran los monumentos entonces, algunos ya desaparecidos y otros sustancialmente cambiados.

Dibujos de San Isidoro realizados por Serra. IMÁGENES DEL TRABAJO DE JIMENO GUERRA

«Sus apuntes son de excelente calidad y detallismo, enfocados al análisis de la arquitectura y su ornamentación», afirma Jimeno Guerra.

El artista retrató monumentos como el Palacio Real de León, un inmueble del siglo XIV situado en la calle de la Rúa, conocido en el siglo XIX como ‘El cuartel de fábrica’, por ser la última de las funciones que desempeño el edificio hasta su desaparición. Redondo inmortalizó su espectacular artesonado y detalles de azulejos mudéjares.

Tras su paso por la Academia de Bellas Artes de San Fernando, Redondo gana por oposición en 1866 la cátedra de Dibujo Lineal, Adorno y Figura en el Instituto Provincial de Segunda Enseñanza de León. Había llegado a esta ciudad desde Madrid con 25 años, y aquí conoció a Gervasia Tejerina Blanco, con la que se casa el 30 de noviembre de 1865 en la iglesia de Renueva y tendrá seis hijos.

Creador de gárgolas
Isidoro Redondo restauró en la Catedral la escultura de san Froilán, la bóveda y diseñó 33 gárgolas

Mientras compagina su labor docente —de forma gratuita impartirá también clases a obreros y artesanos en Amigos del País hasta 1870—, Redondo es nombrado académico de Bellas Artes y miembro de la Comisión Provincial de Monumentos, lo que le lleva a recorrer la provincia para averiguar el estado del patrimonio. Es en estos viajes donde tomará apuntes detallados en sus cuadernos de campo.

Vanessa Jimeno.  IMÁGENES DEL TRABAJO DE JIMENO GUERRA

Inocencio Redondo (Toledo 1838-Madrid, 1916) participó activamente en la creación del Museo Arqueológico de León —precursor del actual Museo de León, con sede en Pallarés—, para el que reunió interesantes objetos.

No solo inmortalizó monumentos con su lápiz, sino que colaboró activamente en la restauración de la Catedral de León y descubrió varias tumbas en el Panteón Real de San Isidoro. Fue durante 17 años un colaborador inestimable en la salvación del patrimonio leonés.

Según consta en un detallado informe del 12 de junio de 1885, remitido a la Comisión de Monumentos, gracias a sus conocimientos de arqueólogo, descubre hasta siete sepulcros ocultos bajo los arcos del claustro de la colegiata de San Isidoro. Cinco de ellos son en piedra y pertenecen a Pedro Arias, prelado de la colegiata; a Pedro II; a don Melendo, tercer prelado y primer abad; a Juan Álvarez, capellán del rey Enrique IV; a don Fernando; y aún apareció otro sepulcro más, sin documentar.

La Catedral de León fue el monumento más retratado por Redondo. Y es que el artista trabajó activamente en la restauración del templo gótico bajo las ordenes de Matías Laviña, Juan de Madrazo y Demetrio de los Ríos.

En la Pulchra llevó a cabo el modelado y labrado de las tallas restauradas, pertenecientes a la fachada, como la escultura de san Froilán, así como la rehabilitación de la bóveda, la muralla y el recinto del Tesoro. Asimismo, diseñó varias gárgolas durante la etapa de Madrazo, ya que en el presupuesto de obras se consigna dinero para 15 en la fachada exterior y 18 más en los exteriores de la nave principal. En su cuaderno de dibujos se contabilizan ocho. La profesora Jimeno Guerra no ha podido localizar estas gárgolas en el monumento. Redondo también realizó todos los capiteles de las pilas, cabezas y crohets del triforio.

Como curiosidad, la Diputación conserva un modelo en yeso de la estatua realizada por Redondo de Guzmán el Bueno; estatua que estuvo expuesta en Tarifa con motivo del homenaje dedicado al héroe en aquella ciudad.

El amigo catalán

Jaime Serra Gibert (Barcelona, 1834-1877) es menos conocido que Redondo, aunque también realizó una destacada labor para mantener a salvo el patrimonio leonés. Al igual que aquel, Serra trabajó para la Comisión de Monumentos, que le encomendó dibujos de las arquitecturas más notables. Del catalán se conocen muchos detalles de su trabajo por la fluida correspondencia que mantuvo con su ‘mentor’ en la Real Academia de Bellas Artes, Pedro de Madrazo, así como con el poeta Mariano Aguiló.

El año en el que Redondo contrae matrimonio en León, Serra se instala también en la ciudad. Con el permiso del obispo Calixto Castrillo, tal y como relata la profesora Jimeno Guerra en su investigación, el artista catalán realiza fotos, calcos y dibujos de la orfebrería y del Panteón Real de San Isidoro.

Sarcófagos y momias

En las notas y bocetos que envía a Madrazo figura el dibujo del ataúd de la infanta doña María, hija de Fernando III. «Hay una caja dentro de uno de los sarcófagos que contiene los restos de una infanta... está cubierta de baqueta labrada y trepada, forrada al propio tiempo de una seda azul con franjas de oro encarnado...», describe Serra en la carta a Madrazo. También habla de la momia de Don García, un pequeño sepulcro en el Panteón de los Reyes, y uno de los cuerpos que se han conservado momificados, además del de Doña Sancha.

El apunte más curioso de Serra es la fachada sur de San Isidoro, que dibuja coronada por el relieve un santo del que no se conserva ningún vestigio. En fotografías de la época tampoco se ve con claridad la imagen, únicamente se distingue su larga vestimenta. El profesor Morais Morán planteó en 2006 que podría tratarse de una alusión a la Gloria Celestial tras la resurrección de los muertos, muy frecuente en el arte medieval. La investigadora Therese Martin sostiene que la estatua es «un injerto tardío». Eloy Díez Jiménez, vicrepresidente de la Comisión de Monumentos, en una obra publicada en 1917 en la que describe la fachada, afirma que la estatua representa a San Isidoro.

Serra, cuenta la profesora Jimeno Guerra, «abandonó la ciudad de León de forma repentina, sin que podamos conocer las causas». Sin embargo, aquí se quedó su hermano mayor, Leonci Serra, por entonces estudiante de Bellas Artes, quien también se encandiló de la Catedral y comenzó a dibujar la sillería del coro en 1865. Estas láminas se conservan en la Biblioteca de Catalunya.

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