Diario de León

ESCUELA DE FLAMENCO

El duende crece en León

Arte en estado puro. Una clase multitudinaria. 190 alumnas y alumnos aprendiendo baile e iniciándose en el cante. De rojo y negro. Uniformados. Y con el boletín de notas del colegio en orden. Sin ir a clase no hay clases. Y sin aprobar, habrá pataleta pero no zapateado

El Centro Cívico León Oeste, en Las Ventas, se convierte martes y viernes por la tarde en un tablao flamenco. Sobre el parquet, 190 alumnos y alumnas, desde poco más de 4 años hasta adolescentes, zapatean siguiendo las enseñanzas de Jesús Borja.

El Centro Cívico León Oeste, en Las Ventas, se convierte martes y viernes por la tarde en un tablao flamenco. Sobre el parquet, 190 alumnos y alumnas, desde poco más de 4 años hasta adolescentes, zapatean siguiendo las enseñanzas de Jesús Borja.

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SUSANA VERGARA PEDREIRA | LEÓN
León

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«Yo nací con duende, llevo el arte dentro». Lo dice con convicción Tatiana, 9 años, alumna del colegio público Padre Manjón y, desde hace uno, también de una escuela de flamenco en León muy particular. La lleva el bailaor Jesús Borja. Empezó con un puñado de alumnos y alumnas, niñas mayoritariamente, y ahora tiene 190.

El ‘duende’ que comparte Tatiana con sus compañeras crece en León. La de Jesús Borja no es una escuela de flamenco al uso. No se trata sólo de conocer el baile, el cante y sus palos. Borja da a sus alumnos, a todos, el calzado — medio tacón y goma en el empeine— para el zapateado. Y una falda negra de volantes rojos. El arte lo ponen los casi dos centenares de niñas y niños que apenas llegan a la adolescencia. Y el compromiso, también. Porque para ir a las clases particulares, dos días por semana, es obligatorio haber ido antes a todas las del colegio. Y para seguir bailando con falda flamenca, haber aprobado.

Lo sabe bien Tatiana. Tan bien como que tiene el ‘duende’ dentro. «Recapacité», dice expresiva. Se quedó sin falda y sin zapatos para taconear. Y no volvió a tenerlos hasta que sus notas cambiaron.

Su familia celebra este nuevo ‘arte’ de la pequeña. En su casa se bailó siempre, pero nadie ha recibido formación. Tatiana es la primera. Quiere dedicarse a esto. Jesús Borja ve en ella futuro.

Alumnas de flamenco de la escuela de Jesús Borja, con el uniforme de baile, en una de las clases. JESÚS F. SALVADORES

Las alumnas de Borja tienen rasgos raciales, pero no todas son gitanas. Hay algo más que herencia en el salón de baile que el Ayuntamiento de León les ha cedido en el Centro León Oeste. Hay raza.

Irene, 9 años, de Carbajal, no se pierde una clase. La llevan sus padres en coche. Es una alumna sobresaliente. En el baile, también.

Como le sucede a ella, no hay nada que interese más que el baile a Cayetano y Johny. «Ni el fútbol», dicen los dos con desparpajo.

El proyecto de Jesús Borja busca facilitar el acceso a la cultura para los niños de cinco escuelas e institutos de León: Lope de Vega, Gumersindo de Azcárate, Padre Manjón, García Bellido y Don Bosco. Cuenta con el respaldo de la Asociación Hispano Argentina de León.

«Algunos de estos niños han descubierto el teatro, la danza y el cine. Vamos, la cultura», dice Borja. «Queremos que su futuro no esté marcado», añade. «Y que reciban formación», apuntala.

Tiene, además, otro proyecto. Está en marcha pero quiere consolidarlo. Entre clase y clase de flamenco, pretende que los alumnos reciban clases de apoyo, que hagan los deberes y, sobre todo, que aprendan inglés.

«Si yo lo hubiera hablado...», dice. Y los puntos suspensivos de la conversación lo resumen todo.

En su teléfono móvil, fotografías con los grandes del flamenco, incluido Paco de Lucía y Antonio Canales. Y muchas con Chiquetete, con quien trabajó antes de llegar a León.

JESÚS F. SALVADORES

Es martes y hace calor. En el Centro Cívico León Oeste, en Las Ventas, los nervios de los chavales disparan la temperatura. Están sus padres, algunos profesores, la concejala de Asuntos Sociales, Aurora Baza, y las directoras del Gumersindo Azcárate, Pilar Bahamonde Carrasco, y del Lope de Vega, Cecilia Carro Conde.

«Es una maravillosa sorpresa ver a alumnas nuestras aquí», comenta Pilar Bahamonde. «No sabía que asistían a estas clases», añade.

A Cecilia Carro le sorprende menos. Jesús Borja es un padre implicado con la educación de su hija, alumna del Lope de Vega. Y conoce de cerca a alumnas y alumnos cuyo expediente académico ha dado un giro.

Empieza la clase. Un suave taconeo que va en crescendo. Y es entonces cuando aparece el ‘duende’.

Foto de grupo de los alumnos y alumnas de la escuela de flamenco de Borja. JESÚS F. SALVADORES

Jesús Borja, en un momento de la clase.  JESÚS F. SALVADORES

JESÚS F. SALVADORES

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JESÚS F. SALVADORES

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