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Fundación Cerezales

El duo Caja Baja abrirá el Festival ‘Tropos’ de la Fundación Cerezales

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El poeta leonés Víctor M. Díez y el músico Rodrigo Martínez abrirán el 31 de este mes la segunda edición del Festival de Sonido y Artes Escénicas Tropos con Caja Baja, una propuesta construida a través de los poemas del propio Víctor con materiales sonoros de muy diversa índole que tratan no sólo de aportar textura a las palabras, sino también de entrar en interacción con ellas.

El espectáculo tendrá lugar en la Fundación Cerezales Antonino y Cinia (FCAyC), en Cerezales del Condado, y dará comienzo a las 21.30 horas, según ha informado la entidad cultural .

El festival se compone de cinco conciertos, un espectáculo de circo y una obra de teatro familiar y traerá a artistas como Baiuca, Magalí Sare & Sebastià Gris, La Chana Teatro, Límbico o Fabián D. Cuesta. Todas las actuaciones serán gratuitas, pero se necesitará tener una invitación previa que se podrá solicitar en la propia web de la Fundación.

Caja Baja es el encuentro entre un músico con trazas de antropólogo y un poeta que quería ser actor y performer musical. «Un murmullo en el soto que alguien abandonó en medio del tráfico de la ciudad», según han explicado.

Compone el dú, una extraña pareja que se va pasando un palo que sabe a sebe y suena al serrín del bar de nuestros agüelos. Cuando lo sostienes, te obliga a contar historias: que pueden ser el blues castellano de Antonio Gamoneda, un cuento sanabrés, una pieza tradicional distorsionada, un romance al revés, un poema vudú… «En Caja Baja todas las lobas son pardas», según han asegurado.

El tipo de investigación que llevan a cabo tiene que ver con la etnografía, la antropología cultural, la improvisación libre, lo poético y evoca, sin contradicción, las tascas y chigres rurales de nuestra adusta tierra leonesa y las bibliotecas, la magia de la transmisión oral y la imaginación de una nueva manera de contar.

Todas las posibilidades son susceptibles de parecerles atractivas a la hora de componer. Es cierto que utilizan la tecnología para procesar el sonido y que en ocasiones les gusta cocinar la materia sonora, pero tampoco renuncian a una interpretación en el sentido tradicional de la palabra.

En definitiva, no se imponen límites en ningún sentido. Después, esta materia sonora entra en contacto con la palabra, interaccionan alimentándose la una a la otra, influenciándose mutuamente, convirtiéndose por momentos en una misma materia estética, en un extraño paisaje sonoro que evoca, a partes iguales, lo ancestral y la ciencia ficción.

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