Diario de León

El editor que persigue historias de reyes

Joaquín Alegre lanza ‘San Isidoro, de Sevilla a León’, de Julián González Prieto, apasionante historia de un viaje clave

Joaquín Alegre posando delante de la Catedral. FERNANDO OTERO

Joaquín Alegre posando delante de la Catedral. FERNANDO OTERO

León

Creado:

Actualizado:

La primera piedra para sentar las bases de uno de los grandes hitos de la Historia, arte y simbología y religión leonesa fue un viaje de León a Sevilla y de Sevilla vuelta a la ciudad . Bajo este apasionante preámbulo plantea Julián González Prieto San Isidoro, de Sevilla a León , un libro con el que la Editorial Rimpego de Joaquín Alegre mantiene una de sus máximas: publicar con pasión sobre temas que sin un guión localista sí pellizquen a los cercanos. Al final, este San Isidoro, de Sevilla a León contado, o promocionado por el editor, deja volar la imaginación hasta tal punto que se termina hablando de estas plataformas que crean series históricas y que en este libro podrían encontrar un buen filón.

En el verano de 1063, Fernando I , que estaba prestigiando su capilla palatina, habilita una embajada para recuperar de la taifa de Sevilla las reliquias de algunas mártires. Al frente de la comitiva puso a los obispos Ordoño, de Astorga, y Alvito, de León. La encomienda –una de las más singulares y apasionantes de la Edad Media– culmina con la traslación de los restos de San Isidoro , Doctor Hispaniae, desde Sevilla a León. Y sobre ello, Alegre muestra esa implicación de editor tanto con la obra en sí, y su autor, como con la conexión con la Historia mayúscula que pudo ser esta incluso aventura, y que luego da pie a la importancia de la basílica de San Isidoro. «Si lo piensas, plantarse en la taifa por encargo del rey a reclamar las reliquias solo puede concebirse con alguien que encabezara la expedición y que tuviera un gran valor. Se trata de recrear esta hazaña con rigor pero también aprovechar todo el conocimiento del autor. Y luego hay una licencia que se permite y es plantear que ese podría haber sido el mismísimo Cid», cuenta Alegre.

De esta forma puede decirse que este peculiar editor persigue historias de reyes y las alcanza. Porque además aporta algo valioso a su método de trabajo: «Hay gente en León, mayor, muy sabia, como es el caso de Julián González Prieto. Creo que es un deber ofrecerles la posibilidad de aportar sus conocimientos y nosotros aprovecharnos con algo tan útil», indica.

Y sobre esta historia que propone Julián González lo que trasluce también es una ciudad cristiana que ocupa durante siglos un papel fundamental en la Península y los reinos de entonces. Sobre la evolución narrativa, tanto el editor como el autor introducen una componente novedoso: «¿Y si ese comandante militar fuera El Cid?», se pregunta Alegre como gancho y licencia histórica del relato para describir lo que califica de «hazaña».

La hazaña actual , en el caso de Joaquín Alegre, sería la de mantener la filosofía de la Editorial Rimpego: «Me gusta decir, con orgullo, que somos una editorial pueblerina. Que nos preocupamos por muchos temas, pero prestamos atención a los de aquí», asegura. Y así abre un abanico en el que menciona al inolvidable Antonio Viñayo y ese libro monumental ya publicado, o también otro, que es un as en la manga: Ortografía facilísima .

tracking