Diario de León

«El coleccionismo está en auge»

El ilustrador Miguel Ángel Martín regresa a la Casa de León en Madrid para presentar una muestra de sus últimas obras, que ha titulado ‘Total Overfuck’.

El dibujante leonés en la Casa de León ante una de las ilustraciones que se exponen.

El dibujante leonés en la Casa de León ante una de las ilustraciones que se exponen.

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pacho rodríguez | león
León

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La culpa de lo de Martín fue de Los Patógenos, o mejor dicho de una novia de Roberto Bandín. Se perdió una incógnita de fiscal y se ganó un artista plástico, y casi teórico, que está en el top más exclusivo de los dibujantes de cómic en España. Pero también es ilustrador, guionista, y creador en diferentes soportes de una obra que trasciende estilos y géneros, y fronteras, territorios ajenos en donde es uno de los suyos, como es Italia, donde expone en la actualidad en Roma y Treviso. Pero también triunfa en España y ahora le toca en la Casa de León en Madrid, por obra y gracia de Cinemad y el inquieto Santi Camuñas, que ha colocado en las paredes del centro leonés, una potente muestra de un Martín puro y duro, irreverente, transgresor… bajo el título de Total Overfuck y que es todo lo que dice el título. Garantiza así su riesgo creativo al límite siempre por exceso de lo políticamente correcto.

Pero al final resulta que la historia de Los Patógenos y Miguel Ángel Martín es la de un estudiante de Derecho en León, al que le gustaba su carrera pero se le disparaba el bolígrafo y no paraba de dibujar.

Así, un buen día fue el encargado de hacer la imagen para Los Patógenos, aquella banda coetánea de Los Cardiacos y compuesta por el citado Bandín, Pepe López, Luismi y Fredi Balbuena, palabras mayores todos del rock leonés. A partir de ese día, a Martin solo le interesó lo contrario del Derecho y así sigue hasta hoy. Aunque, también hay que decirlo, es un hombre de orden que recuerda sus años leoneses, El Garabatos, a sus compañeros, como su amigo Toño Benavides, o a otros como Rodera, Zavala, Enrique Lorenzana. Martín está más al día de lo que él mismo se cree, entiende de vino y descubre restaurantes.

Estudiaba con vocación de fiscal, y lo que dibuja a veces necesita abogado… ¿No hubiera sido mejor dedicarse a algo más convencional? Que conste que me gustaba el Derecho, pero me pasaba el día dibujando. En tercero, una novia de Roberto Bandín me contactó con él para que les hiciera cosas a Los Patógenos, un grupo de León, y a partir de ahí empecé a dedicarme a dibujar más en serio. La verdad, es que no sé para qué me matriculé de 4º, porque yo creo que ni fui a la Facultad. En ese momento, era difícil aventurar que iba a ser mi trabajo o mi forma de vida.

Y desde entonces hasta hoy, casi ha hecho de su obra un asunto siempre en el filo.

—¿No cree que la Casa de León en Madrid y su obra son un poco incompatibles?

—Yo ya avisé lo que va en Total Overfuck … Lo que no voy a hacer es cambiar mi obra. Además, aquí de lo que se trata es de colaborar con Cinemad, y ha sido su director, Santi Camuñas, el que ha dado con la Casa de León. Que sea yo, además, es una casualidad. Pero ha sido una buena experiencia volver a la Casa de León. Hacia unos diez años que no pasaba por allí y me parece un sitio lleno de posibilidades. Eso sí, no vamos a engañarnos, lo que se verá en la Casa de León es parte de mi colección más dura.

—Mezclando a los autores de León en su misma disciplina, ¿cree que ha habido o hay una generación destacada como podría darse en la literatura?

—Puede que en los 80 apareciéramos unos cuantos destacados. Y ahora, los que seguimos, intentamos no dejar de trabajar.

—¿Usted ha notado mucho estos años de crisis?

—Hombre, debería decir que no salvo por algunas dificultades para cobrar. Pero tengo que decir que no he dejado de tener trabajo. Hay coleccionistas que cada poco me quieren comprar obra. Yo trabajo mucho con originales y noto ese interés. El coleccionismo está en auge en todo.

—¿Qué ha cambiado del Martín de hace treinta años al de ahora?

—Poco porque mi evolución es espontánea. Soy el mismo pero más viejo. Si su obra sigue siendo tan demandada, tendrá muchos planes de futuro, ¿no? Siempre tengo varios proyectos. Uno, de serigrafías en tintas metalizadas. En Italia, una carpeta de 16 fotolitografías. También tengo prevista una película digital para Calle 13 en la que hago el guión. Sigo con portadas de discos, como la de Half Time, para Atrocious Symphonies, que es un proyecto de electrónica tecnominimal. Siempre hay cosas que hacer.

—¿No le gustaría volver a León?

—A León voy mucho porque está mi familia y me gusta pasar por allí. Pero soy de los que está bien en Madrid.

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