Diario de León

LA FRAGUA LITERARIA LEONESA. POR MANUEL CUENYA | JAVIER PÉREZ

«El oficio del escritor tiene algo que ver con el del minero»

El autor de ‘La crin de Damocles’ y ‘El secuestro del candidato’ trabaja ahora en dos frentes, una novela muy de la tierra y otra sobre la década de los treinta

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Autor de seis novelas, casi todas publicadas en editoriales de primera línea, y ‘estajanovista’ de los concursos literarios, Javier Pérez ha sido ganador y finalista de muchos en novela, ensayo, relato e incluso en poesía; entre otros recibió en 2006 el prestigioso Premio Azorín por La crin de Damocles , publicada en la editorial Planeta, que se desarrolla en un ambiente cercano al caos en la Alemania de los inicios del nazismo, donde se cruzan cuatro fuerzas contra la estabilidad social: la mafia, los separatistas bávaros, los comunistas y los nazis. «Para que esto funcionase intenté combinar la reflexión con la acción y hasta con algo de humor, un poco negro a veces».

Otra de sus preferidas y premiadas novelas es El secuestro del candidato (Algaida, 2012), porque en esta obra encontramos un reflejo social de nuestra época, con el tema omnipresente de la corrupción, además del ansia de sacar partido del sufrimiento de los demás, la doble moral, el cálculo sobre qué hechos pueden rendir un beneficio político y cuáles pueden perjudicar al adversario. «En democracia, los políticos hacen aquello que creen que les dará más votos —señala—, y si al final eso les funciona es porque los votantes somos justamente lo que ellos esperan».

Los personajes de esta novela resultan bien reconocibles, desde «el político corrupto que ha medrado desde una concejalía y engaña a sus socios, sus electores y hasta a su esposa, hasta el policía que investiga el secuestro, o bien periodistas que se pelean por la exclusiva y altos cargos que hacen sus cuentas sobre si es mejor que lo liberen o no». Como la vida misma, pues Javier procura que su narrativa sea realista aunque con una estética que entronca con el romanticismo, el género negro y el expresionismo, en el sentido de que le entusiasma bucear en la irracionalidad de la condición humana. «A veces pienso que cuando la gente no cree en nada, el romanticismo se convierte en expresionismo».

También le gustan las metamorfosis —no en vano reivindica a Kafka como a uno de sus maestros—, «los puntos críticos en que las sociedades y las personas cambian de naturaleza», lo inesperado, las situaciones y personajes imprevisibles. «Hay un cuadro de Caspar David Friedrich, el caminante sobre el mar de niebla, que representa a la perfección las situaciones y personajes que prefiero: el hombre que mira al vacío y aún no ha decidido si saltar, darse la vuelta o proyectar un puente».

El gris (2010), otro de sus libros reseñables, es una novela negra sobre un asesino casi invisible en el convulso Múnich de los años veinte, cuyo arranque recuerda en cierto modo a El túnel de Sábato, porque nos desvela en las cinco primeras páginas quién es el criminal, «y aún así, eso dicen, consigue mantener el interés del lector sin obligarlo a resolver un acertijo».

¿Escribir o publicar?

Javier Pérez, que también ha ejercido (y ejerce) el columnismo periodístico como filosofía diaria, escribe de forma creativa desde que era casi un niño porque cuando publicó su primera novela ya llevaba muchos años en el oficio de la escritura, en el que cree por encima de todo, y en el que espera seguir aunque, por la razón que fuera, un día dejara de publicar. «Para mí este oficio tiene algo de minero: bajas a la galería y sacas el carbón; si puedes, lo vendes, y si no, ahí quedará para cuando sea. Pero no eres minero por vender el carbón, sino por bajar a la mina a sacarlo». Así de contundente se expresa este leonés de Zamora, porque en su caso sólo su familia y su partida de nacimiento son zamoranas, ya que toda su vida la ha pasado en León, entre la Cepeda, La Bañeza y la capital provincial. «Me siento totalmente leonés y bastante identificado con la gente y los paisajes de León. Todo lo que vives te marca, para bien o para mal, y este clima nuestro, tanto el meteorológico con sus heladas como el económico son sus abandonos, terminan por crear una manera de ver las cosas. Dicen que el frío es incompatible con la apatía, y que las ruinas de un pasado grandioso son incompatibles con la indiferencia. Si es verdad, eso es lo que nos define a los leoneses».

En estos momentos está trabajando en dos frentes. Por un lado, en «una novela muy de la tierra, sobre una rebelión de los astures que trabajaban en las Médulas. Es un proyecto que me gusta mucho porque no se trata sólo de lo literario, sino también de dar a conocer una de los mayores activos culturales de nuestra tierra». Y por otro está escribiendo una novela sobre los años treinta y la relación entre la guerra que se preparaba en Europa, la Guerra Civil española y las purgas de Stalin, que aniquilaron a buena parte de su ejército. «Todo está más relacionado de lo que parece a simple vista y me pareció un tema apasionante», remata el creador de La espina de la amapola .

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