Diario de León

arte ■ escultura

El posthumanismo alado

Esperanza D’Ors muestra sus sugerentes esculturas en la galería Ármaga.

Otra de las piezas de la exposición. CUEVAS

Otra de las piezas de la exposición. CUEVAS

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marcelino cuevas | león

Hacía ya mucho tiempo que la gran escultora Esperanza D’Ors no mostraba en León sus extraordinarios trabajos. La artista sorprende al espectador con unos intrigantes Mitos Humanos. Miradas actuales sobre una eterna mitología.

La escultora explica su deambular por el mundo escultórico: «Dos son los motivos que, desde hace treinta y seis años, explican mi trabajo escultórico. Desde la obligación de cumplir la función de todo artista, la de conmover y acompañar, el primero sería la urgencia de atravesar el vértigo de la información y la banalidad de nuestra contemporaneidad y reconducir la mirada del espectador, de fuera hacia dentro, invitando a la reflexión. Me sirvo de los mitos clásicos, no sólo como válidos arquetipos de conducta humana, sino intentando generar desde ellos un intercambio simbólico y una generación de alegorías que abran interrogantes que nos permitan pensar en nuestro destino. Una nueva «re-lectura», plástica y filosófica. Así en mi obra el sueño de Ícaro, volar más, volar más lejos; la fogosa pasión de Prometeo y su obligación de desarrollar su destino atado a la roca que es la Tierra; el esfuerzo baldío de Sísifo y la búsqueda de la identidad de Narciso en el espejo, y tantos, tantos otros, como Penélope, las Sirenas, Salomé, Danaides, Hespérides…».

Esperanza d´Ors, además de sus esculturas presenta una serie de grabados en los que de alguna manera expresa la necesidad del hombre de convertirse en multitud punto sobre todo multitudes trágicas como son las de los seres que cada día se ahogan en el mediterráneo mientras buscan la libertad y el bienestar en un mundo nuevo. «En segundo lugar -explica- la elección del cuerpo humano como centro de mi trabajo, con la convicción no sólo de que éste es intrínsecamente trágico -ningún otro animal va desnudo-, sino  también como reacción al imperante «posthumanismo». Mis figuras escultóricas, curiosamente andróginas, nacen en su mayoría solas, aún en los conjuntos figurativos que en estos últimos tiempos se han visto formalmente incrementados por la multiplicación de figuras, en una incontrolada e imparable extensión. Mis Contenedores humanos son ejemplo de ello. Nuestro perfil, nuestra identidad, nuestra memoria, no pueden quedar disueltas en la nada.».

La escultora recuerda su contribución artística al nuevo urbanismo leones. «Aquí está una de mis más queridas obras públicas -comenta- mi homenaje a los cuatro elementos naturales, encarnados por mis más queridos representantes míticos: la tierra (Sísifo), el agua (Narciso), el fuego (Prometeo) y el aire (Ícaro).  Como puede verse en ésta exposición de la Galería Ármaga, estos mitos nunca me abandonan y vuelvo a ellos en mis series siempre abiertas y autoprovocadoras. Volver a León es, para mí,  el mejor de los regalos posibles.».

 

MIGUEL LORENCI | MaDRID

Cree María Elvira Roca (El Borge, Málaga, 1966) que los imperios han hecho avanzar a la humanidad. También que cada imperio tiene su leyenda negra, pero que los españoles hemos alimentado la nuestra desde dentro.

Lleva cinco ediciones de Imperiofobia y leyenda negra (Siruela), un ensayo a contracorriente en el que mide el bajo calibre de nuestra autoestima y la alta temperatura de la hispanofobia. No duda que el ‘emperador’ Donald Trump «tendrá, como Julios César, sus Idus de marzo».

—¿Imperio y leyenda negra van unidos?

—Todos los imperios occidentales tienen su leyenda negra. Es casi irremediable. Es un mecanismo de acción y reacción. Los imperios colisionan con oligarquías muy escleróticas, asentadas desde antiguo en territorios pequeños y con el control de las vías de promoción social. Es un problema de complejos. Quien es más alto, más guapo y tiene más dinero provoca un rechazo, aunque no te perjudique.

—¿El imperio es maligno ‘per se’?

—No. La mayor parte de los imperios no han sido perjudiciales para quienes han vivido en su interior o como satélites. Por eso duran tanto. Dan bastante más de lo que quitan. Pero no se puede evitar el resquemor que generan.

—¿EE UU es un imperio?

—Sí. Desde el núcleo diminuto de las trece colonias, avanzó por replicación. Se tragó el 55% del territorio mexicano y creció hacia el sur y el oeste. Alberga diferencias muy profundas que no se notarán hasta que se resquebraje, dentro un siglo.

—¿Trump podría acabar con él?

—Los imperios no son nunca procesos vinculados al individuo. Nerón destrozó d Roma, pero no pudo acabar con el Imperio, que tenía mecanismos de defensa, organización y control. Da grima ver a Trump, pero no hará más daño mas allá de minar la imagen del imperio. Todos los imperios tienen ataques de pánico, intentos de volver atrás. La muerte de Julio César fue un ataque de pánico y Trump es el síntoma de ataque de pánico del imperio, que ahora no sabe cómo pararlo.

—¿El imperio sí puede acabar con el emperador?

—Y de hecho acabará. Trump tendrá sus idus de marzo, como César. Hay un Pérez por ahí que creo que está conspirando con Bruto.

—¿La leyenda negra en España se ha alimentado desde dentro?

—Sí, pero no es un fenómeno genuinamente español. También se da en Estados Unidos, con figuras como Chomsky y antes Susan Sontag. Lo singular es que desde el siglo XVIII las élites intelectuales y políticas españolas asumen todos los tópicos hispanófobos. Es un fenómeno ligado el cambio de dinastía. Los borbones traen consigo su estilo intelectual y las clases altas españolas se aprestan a imitarlo. Cualquiera que quiera tener un prestigio imita el estilo de Francia, que derriba al imperio español tras tres siglos de acoso en los salones, a base de pelucas y encajes.

—Dice que para tener carné de intelectual hay que denigrar a España.

—Y es así. A ver quién se pone a hablar bien de España hoy en un artículo o en una columna si quiere abrirse camino en el mundo cultural. A ver quién tiene bemoles de decir algo bueno de su país.Eso no pasa en Francia.

—Niega que el imperio español fuera genocida.

—Los españoles van América en barcos pequeños. Se calcula que fueron entre los 150.000 y 200.000, según vemos en el Archivo de Indias. Si no quieres imperar sobre los desiertos tienes que contar, por pura lógica, con la gente con la que te tropiezas. Mandar a base de brutalidad dura muy poco. El imperio genocida se autoliquida, por eso el colonialismo duró apenas 70 años.

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