Diario de León

Literatura

«Elcano es el que descubre el tamaño real de la Tierra»

León

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José Calvo Poyato embarca a los lectores en La ruta infinita a bordo de la gesta emprendida por Magallanes y El Cano. El historiador y novelista, hermano de la ministra de Cultura y director de las Jornadas de Novela Histórica, que cumplen en León su séptima edición, tiene su favorito: «Elcano, sin duda». Recuerda que el navegante portugués fallece en una epopeya que había comenzado en Sanlúcar de Barrameda en 1519 y que es el vasco, al frente de la nao Victoria , el que completa la primera circunnavegación de la Tierra.

El propósito inicial es buscar un paso entre el Atlántico y el mar del Sur —como se conocía entonces el Pacífico—, «un mar infinito y en el que pasan un hambre atroz», explica el autor. «De ahí, en parte, el título del libro». «Hasta entonces se desconocían las dimensiones reales de la Tierra. Pensaban que era más pequeña». También cuando llegan a las islas de Cabo Verde se dan cuenta de que han ganado un día, porque navegan siempre rumbo al sol. En ese momento, las dos grandes potencias marítimas son España y Portugal, que se habían repartido el mundo —en el Tratado de Tordesillas—, mediante una línea situada 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde. El hemisferio al Este de dicha línea quedaría para Portugal y al Oeste sería para Castilla. Calvo Poyato relata la ‘guerra fría’ entre ambos países y las intrigas y conjuras de los portugueses por frustrar una expedición que persigue hacerse con el control de las islas de las Especias. Los portugueses llegan incluso a destruir La Trinidad , una de las cinco naves.

Motines, espías, sabotajes, traiciones, ejecuciones, la muerte de Magallanes... «En tres años ocurren tal cantidad de cosas que a veces resulta increíble», dice el historiador. Elcano desobedece a Carlos I, que no quería que las naves españolas se adentren en el hemisferio portugués, porque en ese momento está negociando la boda de su hermana con el rey del país vecino. Sin embargo, el marinero sabe que en la inmensidad del mar del Sur las posibilidad de sobrevivir son escasas; por eso decide no regresar por la misma ruta. Al incumplir las instrucciones reales Elcano logrará una hazaña histórica y casi inimaginable para la época: dar la vuelta al mundo. Algo comparable a la llegada a la Luna, aunque España nunca ha vendido sus epopeyas como los británicos o los norteamericanos. Una aventura que costó 8 millones de maravedíes.

La novela discurre por la próspera Lisboa, que en esos momentos, gracias al mercado de las especias —más codiciadas que el oro—, está construyendo la Torre de Belém y el monasterio de los Jerónimos, y por una Sevilla que se ha convertido en la ciudad que concentra todas las expediciones a las Indias.

Admite Calvo Poyato que lo más difícil de esta singladura fue, para alguien de tierra adentro, dominar los términos marítimos, empresa para la que contó con la inestimable ayuda de José García, un comandante de submarinos. «En aquella época se decía: ‘Largar velas, en el nombre de Dios’ y no ‘desplegar velas’. «Me descubrió cómo se combatía una tormenta o la importancia de la lluvia para una tripulación que no podía utilizar el agua más que para beber».

En su opinión, «el siglo XVI es apasionante. Es el gran siglo de España, con la colonización y conquista de América, la defensa del Mediterráneo frente al avance de los turcos y los continuos enfrentamientos con Francia».

Calvo Poyato recrea con exactitud el ambiente de la época, el pensamiento y los valores de una tripulación en la que también hay inquinas, como los recelos del cronista italiano Pigafetta, uno de los 18 hombres de los 250 de la tripulación inicial que sobrevive, quien en sus diarios no cita ni una sola vez a Elcano.

El marino vasco, que había embarcado como maestre de la nao Concepción , llegaría al puerto gaditano el 8 de septiembre de 1522 como capitán de la Victoria . Desarrapados y hambrientos, los marineros no pueden ni remontar el Guadalquivir. «Lo primero que hicieron los tripulantes fue pedir velas para ponérselas a la Virgen de la Victoria. Eso da la idea de cómo vivían y sentían, de la religiosidad y de la importancia del honor».

Reconoce el escritor que la novela tiene mucho de aventura, de libro de viajes, pero también de thriller.

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