Diario de León

CULTURA

Escribir en el aire con piedra

José Luis Casas crea una factoría de arte en el Condado.

El artista leonés José Luis Casas.

El artista leonés José Luis Casas.

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MARCELINO CUEVAS | LEÓN
León

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Imaginen una gran casa de labranza edificada en la primera mitad del siglo pasado. Sus paredes de ladrillo y piedra la convierten casi en una fortaleza. A su alrededor cuadras, pajares, almacenes… se sitúa en un pueblo del Condado donde se cultiva casi de todo, incluso ese maravilloso oro verde que es el lúpulo. Pues bien, con el paso del tiempo, con el cambio de generación, este complejo agropecuario quedó vacío, sin vida, sin utilidad. Pero fue solamente un espejismo en el tiempo. Ahora, unos años después del abandono, el viejo emporio agrícola se ha convertido en una factoría de arte.

En ella José Luis Casas sigue escribiendo en el aire, sigue creando una caligrafía imposible con hierro, alabastro, piedra y madera, con los materiales más nobles. El magnífico escultor leonés ha encontrado su sitio y lo está reconstruyendo poco a poco, con sus propias manos. El artista ha conseguido el lugar ideal para realizar su trabajo… y lo está disfrutando.

Pero hay otra noticia importante, José Luis Casas presenta esta semana en la Galería Encant, de Mahón, en Menorca, una gran exposición que ha titulado, Albura, y en la que se recoge buena parte de las esculturas que ha creado en su nueva factoría.

José Luis Casas es un gigante que traslada en sus brazos los desgastados cantos rodados desde la orilla del río, hasta la penumbra silenciosa de su estudio. Casas convierte viejos troncos abandonados, en formas de inusitada belleza. Y, especialmente, es capaz de inventar geometrías mágicas luchando, con la heroica fortaleza de los metales.

El artista comenta que lo suyo es mirar, que las esculturas penetran en su cerebro por los ojos, para ser regurgitadas a través de las manos. Un misterio milagroso, que tuvo un comienzo: «Creo que soy escultor por casualidad. Por estar en un momento determinado en el lugar que va a marcarte para siempre. Es un instante mágico en el que decides que quieres trabajar con las ideas, con el espacio, con los recuerdos… que quieres convertirte en creador a través de las formas».

Ya saben el dicho, el que quiere saber debe dirigir sus pasos a Salamanca. Y eso hizo Casas, una vez que la casualidad iluminó su camino. «Yo -dice- comencé pintando, de hecho al iniciar la carrera de Bellas Artes en Salamanca, creí que iba para pintor. Me gustaba mucho dibujar y trabajar con los colores, pero nunca había tenido demasiado tiempo para dedicarme a ello. Estudié hasta finalizar el bachillerato y era a los libros a lo que tenía que prestar más atención. Fui de aquella generación que casi por obligación teníamos que hacer una carrera… y pensé que tenía la posibilidad de poner en práctica algo que amaba desde hacía mucho tiempo y a lo que no había podido dedicarme con intensidad. Por eso me decidí por Bellas Artes, aunque nunca pensé en cómo serían las circunstancias finales en que acabaría».

En esta ocasión, además de sus materiales cotidianos, la piedra, el hierro y la madera, en sus obras ha incorporado José Luis Casas el alabastro, al que ha hecho convivir con sus compañeros de siempre. Y una vez más el artista es capaz de hacerlos convivir, de que unos y otros se complementen en maravillosa armonía. El escultor ya tiene un palacio en el que hacer realidad sus sueños, en el que convertir en realidades sus fantasías.

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