Diario de León

YOLANDA GALINDO directora de orquesta

«Esta sociedad piensa que el hombre debe estar en la cima»

Con firmes raíces en Villablino y Llombera, esta profesional es de las pocas directoras de orquesta de máximo nivel con que cuenta la música clásica en España..

Galindo Benéitez, en una de sus múltiples actuaciones al frente de formaciones orquestales. DL

Galindo Benéitez, en una de sus múltiples actuaciones al frente de formaciones orquestales. DL

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pacho rodríguez | madrid

En un lugar como Asturias en donde todo se puede fiar a la música, no es de extrañar que cada uno tenga su conexión musical para toda la vida. Si, en cualquier caso, el destino sonoro es lo clásico, ya hay cierta especialidad, y si es una chica la que llega a lo más alto en la dirección de orquesta, puede decirse que estamos ante un curriculum-milagro, que no de milagro, sino de esfuerzo y desventaja, en donde, una vez más, una mujer destaca en un mundo de hombres. Contra viento y machismos. León está presente en Yolanda Galindo a través de Villablino y Llombera, lugares de nacimiento de sus abuelos maternos. Lugares de infancia y adolescencia. Compartidos con el León del Sur fronterizo con Valladolid. Recuerdos de veranos en la provincia leonesa en los que todo era una escuela de calor. Y no llovía. Mientras, en Oviedo, eran los ochentaytantos y Yolanda afianzaba su vocación musical. Un ojo en el Conservatorio y otro en la Universidad. Eran años en los que el Rosal era la calle de moda, una auténtica juke box en cuesta que varios generaciones (algún que otro leonés también) subieron y bajaron como si en ello les fuera la vida. Ahora es Yolanda Galindo la que muchas veces pone banda sonora a este Oviedo de 2018.

—Tiene una conexión leonesa muy presente y que practica, al menos en periodos vacacionales. ¿Siente esa parte leonesa?

—Mis ascendientes por ambas partes, tanto paterna como materna, son de la zona. Mi familia paterna, de un pueblo, ya en Valladolid, cerca de la frontera con León, que se llama San Pedro de Latarce. Y, por parte materna, mis dos abuelos son leoneses: nacidos en Villablino, mi abuelo, y en Llombera, mi abuela.

—¿Qué recuerdos tiene de pequeña en León?

—Mis recuerdos son: tiempo libre, cambio de hábitos, subida de la temperatura, diferente gastronomía y relajación de horarios, encuentros con amigos y familiares... Están relacionados con un paisaje enmarcado entre montañas, y recuerdo esas horas centrales del día, de mucho calor, que se llevaban con la obligada siesta y se compensaban con cotidianas tertulias familiares. Recuerdo mucho de León ese paisaje entre montañas y las tertulias hasta altas horas.

—En su faceta musical, ¿podemos apreciar alguna conexión con León?

—Sí. Trabajé dos años en Ponferrada, en el Conservatorio Cristóbal Halffter, y aún recuerdos los conciertos que dirigí en el Teatro Bergidum o en la iglesia de Molinaseca con las orquestas y bandas del citado conservatorio de música. Mi tesis fue dirigida por el catedrático José María García Laborda, natural de León, aunque ahora esté afincado en Salamanca, que es donde ejerce su docencia.

—Y en la actualidad, ¿qué le gusta de León?

—La veo como una ciudad abierta y emprendedora, con una gran oferta cultural que va in crescendo con los años y que se aprecia tanto desde la propia ciudad como también desde el resto de provincias. Se organizan cantidad de cursos de música de todas las especialidades instrumentales con un buen nivel interpretativo que van creando una escuela autóctona.

—En música clásica los puestos de relumbrón también son siempre ocupados por hombres. ¿Algo que alegar?

—Sólo hay que analizar datos estadísticos, que es lo más objetivo. Claro que es un mundo marcadamente masculino, pero no menos que otras profesiones. Sería injusto no decir que quizás también la mujer en determinados campos se automargina. Siempre es muy pequeño el número de mujeres que estudian determinadas especialidades como la composición o la dirección y, claro, sin preparación tampoco se puede llegar a acceder a determinados puestos.

—¿Cómo se explica que esto también pase en un sector como el suyo, tan culto, tan sensible...?

—La música es una disciplina artística que se integra en la sociedad y nuestra sociedad piensa que el hombre debe ocupar puestos más importantes que la mujer, y por ello a las mujeres nos cuesta acceder a puestos relevantes.

—¿Qué trabas más importantes se ha encontrado?

—Las dificultades me las encontré más en el campo laboral que en el académico. Es fácil estudiar dirección, es el último escalón y, si no te saltas ningún paso, resulta natural acceder. Yo estudié cinco especialidades superiores de música antes de acceder a la dirección de orquesta y fue un proceso normal. Para la mujer el acceso en la formación es más fácil. Los problemas llegan en lo laboral. Porque se reserva a determinados profesionales aunque su competencia sea cuestionable porque carece de la titulación requerida. A la dirección de orquesta se accede también por puertas falsas, lo que añade otro problema que es el intrusismo.

—¿Detecta síntomas de que las cosas van cambiando para mejor?

—El mejor ejemplo puedo ser yo misma y mi experiencia.

—¿Cómo aparece la música en su vida?

—Aparece a través de mi iniciación en clases de piano con 6 años y que compagino en el mismo centro educativo en el que estudio, el Dulce Nombre de Jesús de la Anunciata de Oviedo. En un primer momento comencé como una actividad más, pero acabó ocupando todo mi tiempo y se fue forjando mi vocación aunque en mi familia no había antecedentes en este campo. Eso sí, siempre apoyaron mi decisión de dedicarme a la música.

—¿Cuáles son sus referentes musicales? ¿Los tiene?

—Sí, claro. Siempre buscas modelos, como las figuras de los grandes maestros directoriales, tales como Hans Swarowsky, Sergiu Celibidache o Igor Markevitch. También destacaría a Bernard Haitink y a Colin Davis, al que sigo a través de su prolífica discografía.

—¿Hacia dónde le gustaría que evolucionara su carrera musical?

—Sin ninguna duda en el campo de la dirección de orquesta, continuando con mi labor directorial, montando repertorio y dirigiendo conciertos con las obras más representativas de todos los estilos musicales. Con el tiempo las oportunidades van apareciendo y vas disfrutando cada logro. No perdí la ilusión y creo que con disciplina, sacrificio y trabajo se llega a lo que te propongas, y no sólo en el campo musical.

—Cuando ve el papel que ocupa la música en España en la cultura, en la enseñanza... ¿qué piensa, en comparación con otros países?

—Nuestro país carece de la tradición musical de otros países y por ello estamos en desventaja. España va por un buen camino y las orquestas y bandas se han multiplicado en el último decenio y a la par que se amplían en número también en calidad. Los músicos ahora viajan y se forman mejor porque disponen de más medios y todo ello redunda en un mejor nivel artístico que se aprecia tanto en los centros docentes como en los conciertos de los auditorios.

—Una clásica como usted, ¿se lleva bien con el rocanrol?

—Yo me llevo bien con cualquier tipo de música que esté bien hecha. La calidad no se asocia sólo al estilo clásico. Cada estilo es diferente. A nivel constructivo tiene sus propios parámetros, pero finalmente ambos estilos conviven en nuestra sociedad y hacen una labor comunicativa, expresiva, contribuyendo al bienestar del oyente. Apostaría incluso por la fusión de ambos estilos y la posibilidad de unir repertorio de rocanrol a agrupaciones orquestales. Resultaría sin duda una propuesta interesante y novedosa.

—Es que igual sus Ilegales (el grupo de Jorge Martínez) de Asturias son mejores que algunos que presumen de clásicos, ¿no? ¿O decir esto es una burrada?

—Los Ilegales son un grupo con una gran trayectoria que ha demostrado ‘su buen hacer’ y forma parte de la historia musical de este país. Por otro lado, decir clásico no es decir perfección y no se puede minusvalorar el resto de los estilos musicales. Cualquier música converge en una misma finalidad: llegar al público y comunicar.

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