Un éxito llamado Festival de Órgano

pacho rodríguez | león  

Una vez al año, multiplicado por quince más o menos, León se convierte en Salzburgo. Pero nadie lo nota porque es una transformación amable cuando el Festival Internacional de Órgano Catedral de León se convierte en el pulmón cultural de la ciudad, como en un: silencio, se respira cultura. Un fenómeno que sucede en León una vez al año por estas fechas y que es gratis. Hoy cierra sus puertas. Podría destacarse que en un año encrucijada si no fuera porque casi todos los años lo son para este evento que reúne a los mejores organistas de Europa, programa calidad hasta ser el referente clásico durante los años de celebración, cuenta con estrenos absolutos, indaga sobre la contemporaneidad de lo clásico y luego resulta que siempre se tiene que mover en la precariedad.  

De todas formas, el festival, lejos de quedar marcado por la avería que obligó a cancelar dos conciertos, su rápida reparación permitió retomar la programación para que hoy, precisamente, todo llegue a buen puerto. Se recupera el de Winfred Boenig, y se pone broche de oro a una edición que ha movido 30.000 espectadores en quince conciertos en los que el cartel de no hay localidades lo pone la larga cola de gente que hace de cadena humana cultural, desde la entrada a la Catedral hasta bien comenzada la cuesta de la calle Ancha.  

Si los autores son trascendentales para que el Festival Internacional de Órgano Catedral de León mantenga su prestigio, de premio sería abordar ese prodigio que consigue. Porque entre el público que va, al que no es especializado el propio festival lo especializa a las primeras de cambio, o lo convierte en un seguidor de un género del que igual no esperaba ni ser.  

Por eso, una asistencia a uno de los conciertos del Festival de Órgano Catedral de León, debería ser obligatorio. 36 oportunidades como años ya ha habido para convertirse en adicto del buen gusto.  

Y todo se mueve al ritmo precario de unos 50.000 euros de presupuesto, según señala Marta Martínez, coordinadora de lo que es por tanto tan festival como milagro.  

Pero resulta que luego consigue hitos que lo convierten en cita atractiva como escenario de cultura pero casi también como laboratorio de por dónde van los tiros en un género clásico pero absolutamente dinámico como es el del órgano en las catedrales.  

Así resulta que este año se homenajeó a Jean Guillou, o a Adolfo Gutiérrez Viejo, ambos fallecidos este año. El compositor, organista, pianista y pedagogo francés, «fue el lujo de tener a un genio entre nosotros. En el concierto del año pasado, al despedirse tuvo que hacer siete bises», recuerda Martínez.  

De igual forma, dedica palabras de reconocimiento al leonés Adolfo Gutiérrez Viejo, «un revolucionario», dice, de la música clásica en España, en un contexto poco favorable. Los dos, con Bach, y Giampaolo di Rosa como intérprete fueron homenajeados por voluntad del festival y el artista, y como manera de reconocer una relación que iba más allá de lo meramente instrumental.  

De igual forma, el remate de las actividades de este año también consistieron en la entrega de las partituras para órgano, encargo del Festival, por parte de los compositores: Alberto Carretero, Israel López-Estelche e Iluminada Pérez Frutos, y que se llevó a cabo durante el mediodía de este pasado viernes. Y ya por la noche se estrenaron, cumpliendo los siempre metódicos pasos que da este evento creado por Samuel Rubio.  

Y, para que no quede ninguna pieza por encajar, por eso hoy se retoma el concierto previsto para el pasado jueves, 17 de octubre, con el organista de la Catedral de Colonia, Winfred Boenig, desde las 21.00 horas.