Diario de León

El filandón ya tiene código Q

Una artista madrileña se sirve de la tradición leonesa para reinterpretar el mapa de León a través de un blog que reúne los relatos emocionales de sus moradores.

Olalla Gómez junto a dos de los leoneses que colaboraron con ella en el proyecto.

Olalla Gómez junto a dos de los leoneses que colaboraron con ella en el proyecto.

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cristina fanjul | león
León

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«Comenzar una geografía que renuncia a la objetividad de la cartografía y piensa la persona; esas historias, son pequeños fragmentos que conforman mi mapa de León». La artista madrileña Olalla Gómez se encuentra inmersa en un proyecto con el que quiere reinventar los mapas de la provincia, sustituyendo los fríos datos geográficos por las historias que contaron quienes habitaron esos lugares.

Esta iniciativa artística forma parte del taller impartido por Antoni Muntadas que, con el título de La metodología del proyecto, se ha realizado entre los meses de enero y junio.

La investigación de Olalla Gómez se especifica en una serie de acciones e interacciones en el territorio leonés documentadas y ampliadas para el Musac y lleva por título Los trazos del filandón . «Tras conocer en mi primer viaje a León la tradición oral de los filandones, comencé un proceso de búsqueda y documentación sobre los mismos. En un punto de esa búsqueda teniendo en mente conceptos como oralidad, memoria o trama recordé un libro de Bruce Chatwin titulado Los trazos de la canción donde cuenta que los aborígenes australianos tienen una canción por tribu», relata la artista. Olalla Gómez subraya el hecho de que esa canción es la que identifica el terreno y permite poseerlo. «Los trazos son caminos invisibles evocados por el sonido para establecer un mapa del territorio, una malla de lugares que se anuda sobre complejas historias», añade.

La artista tenía desde el principio la intención de conocer la ciudad desde un punto de vista personal, afectivo, superando los aspectos históricos y los monumentos a los que acuden los turistas. «Mi propósito era centrarme en los estímulos individuales, en el valor que los espacios urbanos tienen por el vínculo que estos establecen con la memoria, con las  vivencias propias y con la relación que cada individuo tiene con el espacio que habita», explica. Y es que Olalla Gómez defiende que a la hora de construir el mapa de un territorio, la subjetividad y emotividad de los recuerdos son fundamentales. «Mi idea era hilar una psicogeografía», destaca.

Para conseguir elaborar estos mapas, se puso en contacto con decenas de leoneses que le han brindado antiguas historias de la ciudad y los espacios que ésta alberga.

La importancia que para ella tienen estos relatos es básico para conformar la cartografía, puesto que le ha permitido alejarse de los discursos dominantes que, a veces, oscurecen o tapan la realidad: «Cada leonés tiene un trazo de la canción-filandón que dibuja su territorio, y al transmitirme sus historias e ir recorriéndolas no hago sino tejer mi propio filandón, voy recorriendo diversos trazos que generarán un mapa subjetivo de León, los trazos de mi canción», relata.

Ampliación futura

Olalla Gómez conoció la tradición del filandón la primera vez que visitó León y fue entonces cuando comenzó el proceso de documentación de esta tradición. «En el proceso han surgido varias direcciones que se han ido descartando o dejando para una futura ampliación», manifiesta Olalla, que recuerda cómo parte de su proyecto se ha centrado en la búsqueda de leyendas leonesas ubicadas en el casco antiguo y en el descubrimiento de cómo éstas han dado nombre a diferentes calles.

Pero aún había que concretar la iniciativa para que se concretara en una metodología tangible. Por eso, y después de analizar todas las vías, decidió crear una red de trabajo y contactar con diferentes agentes y asociaciones locales para solicitarles una entrevista en diferentes puntos de León, que ellos mismo elegirían. «Quería que cada uno narrara una historia ya fuera subjetiva o histórica para que ese material me sirviera para comenzar a realizar una geografía que renuncia a la objetividad de la cartografía y pensara esas historias, pequeños fragmentos que conforman mi mapa de León», precisa.

La artista ha ido tejiendo las piezas en un «un collage vivencial» para cerrar un recorrido que se llevará a dos espacios públicos: la propia ciudad y un blog. Para ello, los colaboradores del proyecto recibirán un código Qr que pegarán en el espacio concreto donde transcurre su historia, y éste llevará directamente al blog donde aparecerá la historia del lugar, el recorrido otro por la ciudad y posibles materiales aportados por los colaboradores.

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