Diario de León

| Protegiendo el coro | Un cofre barroco |

En la frontera filosófica de la historia de la Iglesia

La riqueza ornamental e inconográfica del trascoro es además el resultado del cambio que impuso la Contrarreforma con la nueva doctrina aprobada en el Concilio de Trento

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Pocas veces nos fijamos en el trascoro y, sin embargo, es una de las estructuras más fastuosas de la Catedral. En el Catálogo Monumental de León realizado por Manuel Gómez Moreno, el historiador destaca su brillante barroquismo «lleno de grutescos, carteles, frutas, niños, figurillas paganas desnudas, mujeres con palmas recostadas en las enjutas; profetas, el árbol de Jesé y, en los frisos, multitud de figurillas desarrollando escenas bíblicas. Estatuas de virtudes -”las sibilas-” apoyadas en carteles, por remate. Todo ellos es fácil, elegante, delicado; obra de varias manos, alguna de ellas extranjera, y recordando más bien el Renacimiento borgoñón»...

Máximo Gómez Rascón, a punto de publicar un libro acerca del trascoro, lo define como «un poema del humanismo plasmado en piedra». El director del Museo Catedralicio subraya la riqueza con que en él se cincela el texto sagrado y considera que si el visitante no se detiene ante este gran arco de triunfo es porque el deslumbramiento de la Catedral anula todo lo demás. Y es que este «pabellón escultórico» es mucho más que una simple tesoro artístico. El hecho de que su proceso de construcción se prolongara desde 1529 hasta 1585 propició que en su piedra y alabastro quedara grabado el proceso dialéctico sufrido por la Iglesia. Desde el punto de vista de la iconografía, la influencia de la doctrina tridentina surgida de la Contrarreforma quedó grabada en el trascoro. Así, Máximo Gómez Rascón relata que el artista que realizó las esculturas de Pedro y Pablo siguió de manera fiel la doctrina tridentina. «Tras la Contrarreforma importa más ir al mensaje, a la verdad neta y clara, eliminando conceptos iconográficos que distrayeran de las fuentes bíblicas», explica.

Por otro lado, destaca la pericia con que se expresa el mensaje biblico. Y es que la simbología del trascoro consigue expresar la palabra divina con una resolución absolutamente audaz. Como ejemplo, el director del Museo de la Catedral expone el hecho de que sobre el medallón de la Natividad de Nuestra Señora, los artistas impusieron -”en un friso superior-” la escena bíblica en la que Yavé, tras despojar a Eva del paraíso, anuncia que será otra mujer la que aplastará la cabeza de la serpiente.

Por otro lado, hay que resaltar que el lugar que actualmente ocupa el trascoro no es el original. Manuel Arias Martínez destaca que la disposición original de esta «réplica» de los arcos de triunfo romanos fue la de antecoro, cerrando y reservando el espacio correspondiente tanto a la sillería como a la capilla mayor de la Catedral, lo que hizo de él un producto único en la arquitectura de las catedrales españolas. La circunstancia del traslado al emplazamiento actual, a mediados del siglo XVII aumentan además su singularidad.

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