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«Fue más difícil vencer a los astures que conquistar la Galia»

El escritor vasco José Manuel Aparicio novela en ‘Bellum Cantabricum’ la cruenta guerra para dominar el último territorio rebelde de Hispania

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Los galos no fueron tan irrreductibles como los cántabros y los astures. Augusto empleó más tiempo, más soldados y más recursos en doblegar el último territorio rebelde de Hispania que su padre, Julio César, en conquistar la Galia, un gigantesco territorio que se extendía desde Bélgica a Francia, el oeste de Suiza, el norte de Italia y zonas de Alemania y los Países Bajos. El escritor vasco José Manuel Aparicio publica ahora Bellum Cantabricum, una historia en la que relata aquel episodio bélico, pero con una trama de ficción.

El protagonista es Sekeios, un mercenario que combate para Roma, pero tras desobedecer un orden del gobernador Gayo Antistio Veto, huye y es capturado en territorio enemigo por los cántabros.

Sekeios, que conocerá a Turennia, con la que mantendrá una historia de amor, tendrá que luchar para seguir vivo pese al odio de los cántabros y alejado de un gobernador que ha jurado darle caza. Otro personaje, en principio real, es el caudillo de la resistencia cántabra, Corocotta, cuyo nombre hace temblar a los legionarios romanos. El líder de los astures, Clutos, comanda a los mejores guerreros y acudirá en ayuda de los cántabros. A los lectores leoneses les resultaran familiares algunos de los escenarios en los que transcurre la trama, como Lancia —la gran ciudad de los astures— o los Picos de Europa.

Los rebeldes

Astures y cántabros peleaban en guerrillas y emboscadas y conocían mejor el terreno

Aparicio confiesa que hacía tiempo que soñaba con escribir «una novela de romanos». En su opinión, se trata de un conflicto poco estudiado y «hay pocas novelas ambientadas en esa época».

Bellum Cantabricum, c finalista del Premio Edhasa Narrativas Históricas de este año, arranca en el año 26 a. de C., el momento álgido de las llamadas guerras cántabras o asturcántabras, cuando los últimos pueblos libres de Hispania luchan hasta la extenuación frente al invasor romano, más poderoso y mejor equipado.

Sin embargo, Aparicio explica que no fue fácil derrotarles porque los últimos hispanos no sometidos al Imperio Romano son guerreros entregados a las armas, combaten en guerrillas, tendiendo emboscadas al enemigo y conocen bien un territorio de montaña que es muy agreste. «Augusto sufrió tanto que se acabó retirando a Tarraco».

El escritor, que en su anterior y primera novela, Banderizos (Roca Editorial, 2015), situó la trama en plena Edad Media, ha tenido que documentarse mucho para ambientar una trama que sucede hace más de 2.000 años. Ha contado con el asesoramiento de los historiadores Eduardo Peralta y José Ángel Hierro Garate. Porque, como dice, «la Asturias o la Cantabria históricas no tienen nada que ver con las actuales, eran mucho más extensas». También ha recurrido a las fuentes clásicas, escasas y todas ellas romanas —Floro, Dión Casio y Orosio—, así como a las fuentes arqueológicas. Las últimas excavaciones han demostrado las enormes dificultades a las que se enfrentó el ejercito romano para completar la conquista en esta esquina del fin del mundo.

Pese a que los acontecimientos y muchos personajes son reales, al escritor vasco le interesa sobre todo la historia que ha tejido con ese trasfondo bélico.

Una historia en la que no faltan el amor, la intriga o las traiciones, con grandes momentos épicos y unos protagonistas que, como Corocotta, son ya leyenda.

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