Diario de León

Una galería de arte de altos vuelos

Es el espacio de exposiciones más pequeño y a mayor altura del país. El nuevo centro social La Abubilla, en la minúscula aldea de Paradilla de Gordón, acaba de iniciar con Miguel Escanciano una insólita serie de ‘micro-exhibiciones’. Y no es una ocurrencia: la iniciativa cuenta con comisarios, agenda y lista de espera. .

Luis de Caso, José Manuel González y Juan Pajares, miembros de la junta vecinal de Paradilla de Gordón, con la obra creada por Miguel Escanciano. JESÚS F. SALVADORES

Luis de Caso, José Manuel González y Juan Pajares, miembros de la junta vecinal de Paradilla de Gordón, con la obra creada por Miguel Escanciano. JESÚS F. SALVADORES

Publicado por
E. Gancedo
León

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A 1.240 metros sobre el nivel del mar uno espera encontrarse ciertas cosas, pero quizá no una delicada obra de arte moderno, cuidadosamente dispuesta en la pared y nombrada con primor. Es la sorpresa —hay más— que espera al visitante y al caminante en uno de los pueblos más pequeños de la Montaña Central leonesa pero, a la vez, más inquietos en lo cultural y lo divulgativo desde hace unos años. Se trata de Paradilla de Gordón, extraordinario mirador natural enclavado en plena Reserva de la Biosfera del Alto Bernesga.

Y es singular el enclave porque en él se engarzan como en pocos sitios lo natural y lo creativo: por ejemplo, aquí culmina la bella, nostálgica y accesible Senda del Celorio que parte de Geras y que está jalonada de textos literarios de José María Menéndez —y en cuyo final alza sus dedos una gran mano del escultor Amancio González—. Y es única también esta aldea que en invierno sólo avecina a tres personas gracias a La Abubilla, inquieto, volátil y montisco centro social, taberna... y desde hace pocos días, también galería de arte, la más pequeña y aupada a mayor altura, en sus características, de todo el país.

Ha sido la animosa junta vecinal de Paradilla la encargada de restaurar esta vieja escuela, «que también hizo funciones de mantequería», como recuerdan, «con el fin de adecuar un espacio en el que los caminantes-lectores de la Senda del Celorio, inaugurada en 2016, puedan hacer un alto en el camino y reponer fuerzas». Pero también, avisan, es el centro de reunión de sus vecinos, el escenario de los concejos, «y el lugar en el que convergen todas las iniciativas y propuestas de esta pequeña localidad montañesa con el fin de que el despoblamiento, la pérdida de los acuíferos sobrevenidos por la desastrosa gestión de proyectos faraónicos de infraestructuras, la desidia, el abandono y la merma de ingresos no certifiquen la defunción de lugares tan mágicos y únicos como esta aldea». Uno de sus vecinos, el escritor Juan Carlos Pajares, define bien su contexto: «A sus espaldas medran los pastizales, las pequeñas eras, el robledal. Al frente, uno de los hayedos más mágicos de todo el Noroeste peninsular. Y en su interior, un capital humano que, por reducido en número, no es menos reseñable».

La Abubilla se conforma así como un espacio en el que tendrán cabida muy diferentes propuestas. «Sus treinta y cinco metros cuadrados y su pequeña terraza no van a ser una excusa para la inacción, en tal caso un acicate para la junta vecinal», transmitieron los representantes, quienes en el pasado ya emprendieron otras obras nada despreciables como un área de esparcimiento junto a la recoleta iglesia que probablemente sea el merendero con mejores vistas de los valles leoneses.

En cuanto al proyecto expositivo de La Abubilla, se trata de una iniciativa cultural que llevará el nombre genérico de Mountain Heith Art: una serie de micro-exposiciones comisariadas por Luis García y la galería leonesa Ármaga. Y así, la antigua escuelina del pueblo, ahora prestoso y halladero lugar de reunión, «mostrará durante varias semanas una única obra artística de algún creador de reconocido prestigio en cualquiera de las disciplinas existentes».

Y encargada de inaugurar la aventura artístico-montañesa ha sido una creación del veterano artista y músico Miguel Escanciano que se nutre de una simbología de triste actualidad: Mujeres invisibles en campo de refugiados (flor de misericordia, flor de desamparo), elaborada en acuarela y tinta, de 100 por 140 centímetros. «Creemos que el hecho de ofrecer sólo una obra va a modificar sustancialmente la experiencia del visitante, del espectador, acostumbrado a visualizar muestras en las que es necesario un itinerario, en ocasiones disperso, debido al número de obras propuestas —precisaron—. Pero una propuesta única potencia, y de manera rotunda, la inmersión del público, sin extravíos de su atención. Para el espectador queda así, ya sea por su creatividad, su capacidad imaginativa o su conocimiento previo de la obra del creador, completar el resto del relato iniciado por el original que tiene ante sí. ¿Qué otras piezas completarían a la que ve? ¿Por qué ofrecer esa y no otras? Como si la elección hubiera sido el comienzo de un camino que sólo el visitante podrá y deberá trazar en su totalidad».

La Abubilla ha echado a volar.

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