Diario de León

Secretos enterrados

«A Gaudí lo empujaron al tranvía, no fue un accidente»

El periodista Josep Moya-Angeler desvela la vida secreta del arquitecto y desmonta la versión oficial de su muerte

Un actor caracterizado como Gaudí contempla el retrato que hizo Vela Zanetti del arquitecto catalán y que está en Botines. ramiro

Un actor caracterizado como Gaudí contempla el retrato que hizo Vela Zanetti del arquitecto catalán y que está en Botines. ramiro

León

Creado:

Actualizado:

Antoni Gaudí falleció el 10 de junio de 1926. Tres días antes había sido arrollado por un tranvía de la línea 30, a las cinco de la tarde, en la calle Bailén esquina con Gran Vía. Su traslado a un hospital fue un periplo. Ningún taxista quería llevar en su coche a un vagabundo malherido. Tras ser atendido primero en un dispensario, fue ingresado en el hospital de la Santa Cruz. Ni siquiera el médico lo reconoció. Fue acomodado en una sala con los demás indigentes.

Esa era la versión oficial hasta ahora. El veterano periodista y escritor catalán Josep Moya-Angeler desmonta esta tesis en la novela El problema es Gaudí, donde «el 97 por ciento de lo que se cuenta es real», según el autor, que firma el libro publicado por Punto Rojo con el pseudónimo de J.M. Angler.

Portada del libro. DL

Al autor no le cuadra que el famoso arquitecto, un hombre ágil y atlético, que hacía gimnasia, se cuidaba como un asceta y recorría a pie a diario ese trayecto, sufriera un accidente. Sostiene que alguien lo empujó al tranvía. «De entre los transeúntes que estaban a su lado y detrás de él, apareció una mano. Gaudí la noto de inmediato sobre su espalda. No necesitaba preguntarse de quién».

Astorga

El escritor dedica un capítulo a la mala experencia de Gaudí con el Palacio Episcopal

Como reza el título del libro, «Gaudí era un problema». «Cuando murió, la alta burguesía respiró tranquila». Recuerda que las obras de la Sagrada Familia no se reemprenden hasta los años 70 y que el franquismo también quiso aniquilar lo que simbolizaba Gaudí. «La Vanguardia proponía en los años 50 derribar al menos las fachadas de sus edificios».

Moya-Angeler ha investigado en profundidad la vida y obra del autor de Botines, edificio que no aparece en el libro, aunque sí la turbulenta construcción del Palacio Episcopal de Astorga. El periodista asevera que Gaudí nunca fue masón, tras haber consultado los archivos de las 35 logias que tenía Barcelona en la época del autor de la Sagrada Familia.

El escritor catalán desvela facetas desconocidas de la vida de Gaudí, repasa las relaciones con sus amigos y enemigos y el pavor que le suscita el demonio.

Güell, el gran mecenas de Gaudí, del que se había distanciado al final, le pidió perdón cuando agonizaba. «Le prometió que sus hijos le pagarían el dinero que le debía, pero nunca lo hicieron». También pleiteó con Milá por La Pedrera.

Premonitorio

Lo último que dijo Gaudí: «30.000 días. Evitadlo». La fecha coincide con la del atentado de la Rambla

El problema es Gaudí, escrito como un thriller, no pasa por alto el atentado yihadista ocurrido en la Rambla el 17 de agosto de 2017, en el que fallecieron 21 personas. La célula terrorista, auspiciada por el imán de Ripoll, tenía como objetivo volar la Sagrada Familia con explosivos. Las últimas palabras de Gaudí en su lecho de muerte fueron: «30.000 días. Evitadlo». Nadie supo entonces a qué se refería. Pero entre la fecha del atropello del arquitecto y el atentado de Barcelona median exactamente 30.000 días.

Moya-Angeler describe cómo el joven dandy que fue Gaudí se convirtió en un hombre huraño, fruto en parte de las decepciones amorosas. Enamorado de Pepeta Moreu le pidió matrimonio, pero ella le rechazó para casarse con un industrial. «Entonces se volvió cerrado y solitario. Empezó a hacer largos ayunos y se convierte en un ermitaño en la gran ciudad», afirma el escritor. Asegura que era un hombre incómodo, pero también un arquitecto que cambió moldes. «La Sagrada Familia es el edificio más importante que se está construyendo ahora y la iglesia más alta del mundo. Mide 274 metros, uno menos que el Montjuic , porque Gaudí pensaba que no podía hacer una obra más alta que la obra creada por dios».

tracking