Diario de León

Guzmán Álvarez: la maltrecha vida de un filólogo

Publican la primera parte de una amplia biografía sobre el gran lingüista babiano

Guzmán Álvarez (La Riera, 1910-Bilthoven, 2004), en el año 1950, durante su etapa parisina.

Guzmán Álvarez (La Riera, 1910-Bilthoven, 2004), en el año 1950, durante su etapa parisina.

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e. gancedo | león
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El Club Xeitu ha vuelto a enriquecer la filología y la cultura leonesa en general con la publicación de un nuevo libro, Guzmán Álvarez. Media vida de una vida demediada , dedicada al gran lingüista babiano que sufrió cárcel tras la guerra, fue catedrático de la Universidad de Utrecht y escribió numerosos libros sobre literatura española. La obra se llevó a cabo «por la necesidad de abordar de una vez su figura y su obra en un país que está constantemente en la desmemoria. Guzmán Álvarez llevó a cabo una labor impagable, callada y silenciada durante muchos años, que conocíamos y valorábamos sólo unos pocos -dice Víctor del Reguero, autor del libro junto a José Sierra-. La dictadura primero y la lejanía física y la mediocridad antes y ahora han hecho que nunca le fuera reconocida oficialmente esa vida dedicada a su tierra y a la literatura».

Una vida que era necesario «contar y narrar», cree el autor, «permitiendo a quien quiera que se acerque a su figura a través de lo que ahora acaba de publicarse, que es una media biografía, exactamente la narración de su vida hasta su salida de España en 1951». Del Reguero ha querido hacer «una mención especial» a José Sierra, sobrino de Guzmán. «Ha sido quien ha llevado la carga fuerte del libro, es el mayor especialista en la materia. Las novedades principales son que por primera vez se tiene una referencia para conocer cómo era Guzmán Álvarez, qué hechos marcaron su vida y la de los suyos», explica. «Su carácter introvertido siempre hizo difícil llegar a esos detalles, incluso a su familia más cercana. Eso resulta ahora posible con este libro, que habla de Guzmán y de su familia pero también de mucho más. Porque, en lo genérico, permite ver cómo hizo su tesis, El habla de Babia y Laciana , un documento de referencia y yo diría que histórico para la filología: cómo tomó los apuntes, quién le ayudó, cómo lo redactó... entrar hasta la cocina de ese libro escrito hace sesenta años es algo impagable. Y permite también conocer cómo era la sociedad babiana de la época, cómo muchos mozos eran enviados a León a estudiar Magisterio, cómo fue la guerra en Babia...». El mismo Álvarez lo cuenta o deja entrever en el cedé que contiene el libro y particularmente en el texto inédito que sirve de epílogo, una carta escrita a su padre muchos años después de muerto, «carta desgarradora pero preciosa al mismo tiempo», indica el coautor.

Sobre su legado, Víctor del Reguero afirma que lo más importante «es sacar la conclusión de que estamos ante una persona que vivió toda su vida con una gran dignidad y dio toda una lección de amor a su tierra».

Dar nombre a un colegio. En cuanto al hecho de que su herencia esté o no justamente valorada, estima este investigador y editor que «resulta evidente que por determinados colectivos sí lo es», sobre todo los preocupados por la filología hispánica y leonesa, «pero es muy llamativo que el ayuntamiento de Cabrillanes, por boca de su alcaldesa, rechazara sumarse a las actividades del centenario que conmemoramos el año pasado escudándose en que no teníamos 'objetivos comunes'. Pues mire: se publicaron libros, se hicieron actividades con los niños del colegio de Huergas de Babia, se hizo público un manifiesto de reconocimiento a su figura y obra por parte de más de sesenta intelectuales y personalidades, se dignificó su figura públicamente. Esa tarea fue llevada a cabo por el Club Xeitu contando con el permiso de los hijos de Guzmán Álvarez. Y a ella se sumaron la Junta de Castilla y León, el Instituto Leonés de Cultura y el Gobierno de España. Cosas que solamente pretendían que el babiano más ilustre tuviera un reconocimiento público. El que el ayuntamiento de Cabrillanes haya querido obstaculizar esa labor hubiera horrorizado a Guzmán, pues era una persona integradora, y le dolería. Por ejemplo, es vergonzoso que el colegio de Huergas no lleve hoy su nombre».

La asociación cultural Xeitu está sacando a la luz libros, discos y documentos de gran interés, importancia y calidad. ¿Cómo lo hacen? Responde Del Reguero: «Con mucha serenidad y siendo un pequeño grupo de personas suficientemente cohesionado como para que, a pesar de las dificultades, que las hay, y de los obstáculos que algunos tratan de poner en el camino, podamos continuar en una senda emprendida hace apenas dos años y que creo que está dando sus frutos a pesar de los pocos medios con que contamos. En esa línea seguiremos mientras nos sea posible».

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