Diario de León

Arte urbano

«Hago vidrieras con bolsas de plástico»

Ansur Zapico es un leonés de Luyego de Somoza que ha encontrado en la termofusión plástica una actividad con la que crea arte. En tantas vertientes como la que le ha servido para intervenir como artista urbano en las farolas de Altea.

El resultado final de la intervención artística urbana. ROSA CRISTÓBAL

El resultado final de la intervención artística urbana. ROSA CRISTÓBAL

León

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El vidriero se convirtió en plástico, pero no se derritió el arte. De Luyego de Somoza a Altea, lo de Ansur Zapico ha sido un viaje para descubrir el mundo primero y después encontrarse a sí mismo. Y ahora, este maragato nacido en 1981 siente que tiene un camino interior tan gratificante como las otras muchas experiencias vividas en tantos países. El arte le rondaba y él encontró en el plástico su fuente de expresión, en donde vuelca su filosofía de vida, que tiene en parte un tirón de orejas al consumo compulsivo. Este tipo no contamina nada: salva bolsas de plástico.

Y la parte inicial es un relato continuo suyo, a bote pronto, que merece emitirse sin cortes: «Con 20 años no había salido de León. Era un chauvinista de lo leonés. Pero fui a Londres y se abrió todo. Conocer el mundo me sirvió para conocerme a mi. Viajé por Latinoamérica, viviendo, trabajando, rebotando. En Brasil empecé a sentir de verdad lo que imaginaba», afirma.

Y así es como encuentra su oficio: «Lo llamo termofusión plástica. Coges plásticos, bolsas de todo tipo, siempre reciclado. Lo limpio y con una mesa de luz lo transformo. Y se convierten en mis colores, mis tonalidades», explica acerca de esa técnica que le sirve para afrontar multitud de soportes, pero que tiene ahora una buena muestra en las más de cincuenta farolas de Altea a las que ha incorporado color, convertido en objeto artístico y en las que hay el mensaje no escrito de que «podemos cambiar, hacerlo mejor, ser más conscientes, usar los materiales con responsabilidad».

Es en toda esa mezcla en donde encuentra sentido todo su trabajo, con el que intenta salir adelante como artista de carácter y contenidos únicos. Aunque el filón también tiene su lado empresarial, si se tiene en cuenta que con lo que produce puede realizar cuadros, esculturas, pero también otro tipo de objetos que podrían pasar a la venta como faceta comercial a la que añadiría el concepto estético.

Lo bueno también es que lo explique él mismo, dotado de gestualidad, como lo hacía estos días comentando su pasión por León: «Esta provincia tiene cosas maravillosas, únicas. Me encantaría participar alguna vez en acciones de este tipo, de arte urbano, como lo que he podido realizar en Altea, o también he hecho en Madrid o Preter», lanza como idea de dar color al a veces León en gris y negro.

Tal vez lo haga, o se lo propongan. Así ocurrió cuando el Ayuntamiento de Altea se lo aceptó como proyecto. Este se llama Slap (Street Light Art Project), pero tiene otro en marcha para Amsterdam, que será a partir de una idea denominada Plasticberg. De momento, seguirá en Altea quien se define como «un artesano analógico y austero, como un vidriero del siglo XXI. Yo hago vidrieras con bolsas de plástico», afirma Ansur Zapico.

Puede que todo sea una conexión de León, sus viajes, su arte por fuera y por dentro, y aquel curso de vidrieras que hizo en esta ciudad y en donde se pasaba los recreos dentro de la Catedral asimilando colores.

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