Diario de León

Hallan otro altar rupestre en Maragatería

Un aficionado belga descubre petroglifos del Calcolítico vinculados a rituales en la localidad de Andiñuela.

Las dos fotos de arriba son de petroglifos de Peña Furada. Las de abajo, un altar rupestre en Andiñuela. Por proximidad y similitud parecen estar relacionados.

Las dos fotos de arriba son de petroglifos de Peña Furada. Las de abajo, un altar rupestre en Andiñuela. Por proximidad y similitud parecen estar relacionados.

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El astorgano Juan Carlos Campos, descubridor de decenas de petroglifos en la Maragatería que han llamado la atención de los mayores expertos del mundo, ha contagiado su pasión por el arte rupestre a toda la comarca. Decenas de habitantes de la zona hacen ‘batidas’ desde que surgieron las primeras piedras con enigmáticos grabados.

Mark Raes, un peregrino belga que se enamoró de Maragatería cuando hizo el Camino de Santiago y se quedó en la provincia para siempre, ha localizado un nuevo altar rupestre en Andiñuela, en el municipio de Santa Coloma de Somoza. No es su primer descubrimiento. Hace cuatro años encontró una roca con círculos y cruciformes que Campos bautizó con el nombre de Peña Cruzada.

La nueva estación rupestre está situada a tres kilómetros en línea recta de la conocida Peña Furada, muy estudiada por el departamento de Prehistoria de la Universidad de León. Hasta ahora, Peña Furada era un enclave rupestre aislado. El altar que ha encontrado Raes pone en relación ambos ‘petrograbados’, aunque el que acaba de salir a la luz es «más primitivo», según Campos. Se trata de un afloramiento en la propia roca, que ha sido horadada, presumiblemente, para algún tipo de ritual. Al verter líquido en una de estas cavidades, se extiende hacia las demás cubetas y acaba ‘sembrando’ el suelo. El altar de Andiñuela sigue el mismo patrón que el de Peña Furada y cumpliría la misma función, lo que hace suponer que es de la misma época cronológica, es decir, del Calcolítico. Aunque Campos aventura que, posiblemente, al ser «más simple» y «menos evolucionado», podría ser incluso más antiguo.

La existencia de estos dos enclaves rupestres, en Andiñuela y Peña Furada, que se encuentran en medio de la nada, alejados de cualquier asentamiento o castro primitivo conocido, hace pensar que serían lugares de pasto venerados por los hombres prehistóricos. Campos comunica cada nuevo hallazgo a la Junta, a la que entrega un informe con las coordenadas y fotografías de cada petroglifo, con el fin de que sean incluidos en la carta arqueológica de la provincia, para garantizar su protección.

Pasión rupestre

Diego Aparicio, natural de Castrillo de la Valduerna, contactó el verano pasado con Campos para atraer su atención sobre unos singulares grabados conocidos en el pueblo como ‘La pisada del moro y la mora’ que resultaron ser petroglifos con huellas podomorfas. Pedro Dios, natural de Priaranza de la Valduerna, también avisó al aficionado astorgano al localizar una roca con grabados rupestres en La Degollada.

En un momento en el que apenas se excava en los yacimientos conocidos y cualquier descubrimiento supone un problema para las administraciones, por el colapso económico, la recuperación de un patrimonio histórico desconocido, que se halla en superficie, ha hecho aflorar también una legión de ‘buscadores’ de estos ‘tesoros’ rupestres.

Apenas han pasado seis meses desde el último hallazgo, cuando Luis Gómez Villaboa, alcalde de Alija del Infantado, contactó con Juan Carlos Campos para que estudiara una roca tallada con forma de mortero que da nombre a una peña situada al oeste del pueblo.

Campos rastreó parajes próximos a Peña Mortero y encontró otro agrupamiento de cazoletas (marcas circulares) situado en un pequeño afloramiento de cuarcita. Le llamó la atención que la roca está decorada con una variedad de cazoletas de mayor tamaño a otras que ha localizado en Maragatería y la Cepeda. Los hallazgos reforzaban su teoría inicial de que se trataría de un enclave ritual prehistórico: Peña Mortero sería el epicentro del santuario y los petroglifos del entorno delimitarían este espacio sagrado de más de 4.000 años de antigüedad.

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