Diario de León

FABIÁN / MÚSICO

«Hay batallas que definitivamente quiero perder»

El músico leonés Fabián lanza esta semana el inspiradísimo ‘La fe remota’ un álbum cargado de verdad y grandes canciones que confirman su gran talento y su mejor estado creativo

El músico leonés Fabián

El músico leonés Fabián

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PACHO RODRÍGUEZ | LEÓN
León

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Mientras en España daban golpes de Estado, en Suiza nacía el leonés Fabián. Era 1981 y todo era posible. En esos años posteriores de decencia democrática, creció y solventó los conflictos propios alguien que prefiere pensar antes de hablar, y crear para expresarse. Por eso, aquellos tiempos de la infancia están presentes en muchas de sus letras para que el resultado final sea un artista de largo recorrido. Tiene, por tanto, un yo colectivo en sus canciones, un intimismo compartido que a veces se traduce en temas solitarios como confesiones; y otras, en las que explota con auténticos temas que serían hits en cualquier otra industria. Requiere este preámbulo Fabián para desentrañar su nuevo trabajo, La fe remota, su mejor disco hasta la fecha.

—¿Este disco puede ser el del viaje inolvidable de Fabián, como esa primera canción titulada ‘Turista’?

—En cada trabajo pongo la misma ilusión y esfuerzo. Lo que sí es verdad, es que con este he estado algo más de tiempo, y lo hemos grabado casi íntegramente (salvo la trompeta que suena en Sálvalo, que es de Raúl Márques), entre Pepe López y yo. Y también parece que está gustando mucho. Tanto Pepe como yo estamos muy satisfechos con él.

—¿Le gusta como turista que los viajes respiren ese aire reposado, evocador, de la canción?

—Sí. En general, la vida entera. Siempre he sido un tipo bastante ansioso, así que no he tenido más remedio que intentar refugiarme en esos aires reposados para intentar compensarlo. Noto que con el tiempo me he convertido en alguien más tranquilo, de combustión lenta. Para mí es un logro.

—Si cada artista tiene sus caladeros creativos, ‘La fe remota’ parece surgir en un estado de máxima inspiración. ¿Ha sido el trabajo de creación y producción tan fluido como aparenta?

—Me encanta esa expresión: caladeros creativos. Es algo que intento tener muy en cuenta a la hora de juntar diez o doce canciones y hacer un disco. Creo que es muy necesario para un autor bucear en su propio universo y dejar que la gente te reconozca por lo que de verdad eres, pero sin caer en la repetición pesada. En ese sentido, no ha habido sufrimiento como tal, pero sí largas jornadas de reflexión, de cambios de enfoque, de producción en definitiva. Es un disco inspirado y pensado, a mi entender.

—Por algunas de sus letras, ‘Herida y cicatriz’, por ejemplo, se extrae que la derrota también dignifica. ¿Hay que ir de derrota en derrota hasta la victoria final?

—Ahí está la clave. Hay ciertas batallas que definitivamente quiero perder. Muchas veces, la victoria es una cuestión de perspectiva.

—’Premio y castigo’ resulta ser un buen rapapolvo. ¿Para todos?

—Definitivamente. A uno mismo sobre todo. Aún a riesgo de parecer totalmente chiflado, confieso que hablo mucho conmigo mismo, y me he dado cuenta de que la mayoría de los conflictos que tengo me los provoco yo. Darse cuenta de eso es una ventaja, es más fácil solucionarlos.

—En ‘Sálvalo’ hay una oscuridad bella, existencial.

—Cuando haces canciones es inevitable desarrollar la faceta de observador, pero a la vez tienes que implicarte en lo que estás contando para intentar transmitir una emoción viva. Es complicado quedarse en un punto, pero necesario mantener el equilibrio entre ambas perspectivas. Lo mismo ocurre con ese desasosiego y esa energía que percibes. Y me alegra que lo hagas, porque efectivamente, de eso va la canción.

—Si le dijeran que este disco explota definitivamente como su gran trabajo, ¿qué piensa?

—Pienso que quizá tengas razón. Pongo la misma ilusión y esfuerzo en todos los trabajos, pero también soy consciente de que cada vez aprendemos un poquito más y hacemos algo mejor las cosas. Esa progresión es la que me anima a seguir grabando y editando discos.

—¿En directo, será presentando con banda como principal referencia?

—Para mí lo mejor es tocar con mi banda. Nos lo pasamos realmente bien y las canciones suenan enormes. En cualquier caso, en cada ciudad veremos cuál es el formato más adecuado: En solitario, dúo, trío, todos juntos… Habrá de todo.

—¿Dónde hay que poner en León el monumento a Pepe López?

—Pepe es un héroe. Es increíble el nivel que tiene como instrumentista (con cualquier instrumento que agarre), y el mimo y sensibilidad con los que sabe tratar cada canción. Es una suerte muy grande seguir trabajando con él disco tras disco. Yo le pondría un monumento en el centro de la ciudad, y cambiaría el nombre de Barrio de la Sal (que es donde tiene el estudio) por el del Santísimo Pepito.

—En la cara B hay un blues pop, en el que se visualiza al Fabián que se sube solo a un escenario. ¿Qué ha dejado en ese viaje?

—Sobre todo complejos. Me he dado cuenta de lo absurdo que resulta atarse a una única forma de ver las cosas. El mundo es muy grande y la gente generosa. Disfrutemos de ello.

—¿Echa de menos la inocencia del principio?

—Muchas veces sí. Recuerdo enfrentarme a determinadas cosas sin pararme a pensar demasiado en las consecuencias. En ocasiones salías bien parado, pero la mayoría de las veces te llevabas una lección por las malas. Esa es la única forma de aprender realmente en este oficio, y es una suerte haber empezado por ahí.

—¿Cuál es su diagnóstico de León?

—León es una ciudad maravillosa. Cainita a veces, pero maravillosa al fin y al cabo. Me gusta ver a compañeros de profesión hacer cosas importantes y a grupos que empiezan cargados de ilusión y talento. Creo que eso enriquece la ciudad y nos hace mejores a todos. Me siento muy orgulloso de esa nueva ola de agentes culturales, programadores… que mantienen vivo el espíritu artístico.

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