Diario de León

CÉLEBRES DESCONOCIDOS

Los ‘hijos’ leoneses de Goya

El genio aragonés retrató a leoneses como Manuel Quijano o Rafael Canedo, un héroe del 3 de mayo

El marino Antonio Valdés y Bazán, presidente de la Junta Soberana del Reino de León, y el compositor leonés Manuel Quijano, ambos retratados por Goya. DL

El marino Antonio Valdés y Bazán, presidente de la Junta Soberana del Reino de León, y el compositor leonés Manuel Quijano, ambos retratados por Goya. DL

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La mayoría serían unos perfectos desconocidos si no hubieran posado para Francisco de Goya . El compositor leonés Manuel Quijano es uno de ellos; ahora completamente ignorado, pero una celebridad en el siglo XIX. Maestro de música del Teatro de la Cruz tras la Guerra de la Independencia, fue inmortalizado por el pintor de Fuendetodos. Quijano, que compuso una obra dedicada a Wellington —general en jefe de las tropas españolas durante la Guerra de la Independencia—, alcanzó gran fama con la música que compuso para numerosas piezas teatrales, como Don Quijote, La caída de Godoy, Margarita de Strafford o Pedro el Grande .

El retrato que le dedicó Goya y que se encuentra en el Museo Nacional de Arte de Cataluña está fechado por el propio pintor en 1815. Según la ficha de este museo, «el retratado exuda vida a través de los ojos, de gran vivacidad, y viste a la moda de la época, con camisa, lazo y casaca. Es una obra importante, porque está firmada y fechada, y porque se pintó al poco de la finalización de la Guerra de la Independencia . Muestra un estilo directo y espontáneo, seguramente porque Goya estaba retratando a un amigo».

El arriero de Camponaraya

Los fusilamientos del 3 de mayo, una de las obras más conocidas del genio aragonés, que se exhibe en el Museo del Prado, tiene un protagonista leonés. Entre los insurgentes que las tropas napoleónicas pasaron por las armas en aquella lluviosa madrugada en la tapia de la Montaña del Príncipe Pío, estaba el arriero berciano Rafael Canedo, natural de Camponaraya, que sobresale en el cuadro por su camisa blanca y las manos en alto frente al pelotón formado por granaderos de línea y marineros de la guardia con uniforme de campaña y capote gris. Según facturas localizadas en el Archivo General de Palacio, la pintura fue sufragada por Fernando VII, recién restituido en el trono, aunque fue un encargo del gobierno de la Regencia.

Un aguerrido marino

El capitán general de la Armada Antonio Joaquín Valdés Fernández-Bazán y Quirós Ocio-Salamanca, que, como delatan sus largos apellidos, era hijo de nobles asturianos, aunque nacido en Burgos, fue presidente de la Junta Soberana del Reino de León durante la Guerra de la Independencia.

Este bravo marino, inmortalizado por Goya, combatió en La Habana a los ingleses y en Algeciras a los piratas berberiscos. Según la Academia de la Historia, Valdés, ante las dificultades para distinguir a los navíos en la guerra por el color de sus banderas, debido al predominio del blanco en muchas de ellas, propuso a Carlos III doce modelos, con colores de la mayor visibilidad en el mar, y evocación histórica de los reinos de León, Castilla, Aragón y Austria, combinando el rojo y amarillo o blanco-

María Tomasa Palafox y su marido, marqués de Villafranca. DL

María Tomasa Palafox y su marido, marqués de Villafranca. DL

Debido a su destacado papel en la insurrección contra las tropas napoleónicas, los franceses enviaron una división de 12.000 hombres para capturarlo junto a su familia, en vista de lo cual Valdés buscó refugio en León, donde la Junta de Gobierno le nombró su presidente.

Otro descendiente de noble abolengo leonés, Manuel de Villafañe Andreu —hijo de Manuel de Villafañe Flores Osorio, señor de Ferral, y de María Luisa Andreu y Vallés—, que llegó a ser rector de la Universidad Reales Estudios de Madrid, además de diputado, oidor y gobernador de la Sala del Crimen de la Audiencia de Valencia, posó como modelo para Goya. Su retrato se perdió sin dejar rastro; pero queda constancia de su existencia gracias a una reproducción en estampa realizada en 1791 por el grabador François Hubert, de la que se conserva un ejemplar en la Biblioteca Nacional.

Dos sagas de marqueses

En 1804 Goya realizó el célebre retrato de María Tomasa Palafox (1780-1835), vestida con un traje blanco y sentada en una butaca roja, pintando, a su vez, a su marido, Francisco de Borja Álvarez de Toledo y Gonzaga, marqués de Villafranca. El cuadro fue donado al Museo del Prado en 1926. La duodécima marquesa de Villafranca y duquesa de Medina Sidonia, era hermana de la marquesa de Lazán y del conde de Teba, a quienes también retrató Goya.

Según la historiadora y exconservadora del Prado Manuela Mena, desde el punto de vista técnico, «este retrato marca la evolución de Goya en el siglo XIX. Ha dejado atrás el preciosismo dieciochesco y las pinceladas son ahora más enérgicas y muy visibles». María Tomasa fue una precursora. En 1805 consiguió ser nombrada miembro de honor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid.

Goya , pintor de cámara de Carlos IV, de Fernando VII y de José Bonaparte, también inmortalizó a María Ignacia Álvarez de Toledo, marquesa de Astorga y condesa de Altamira, sosteniendo en su regazo a su pequeña hija María Agustina Osorio. Este cuadro fue adquirido en 1911 por Philip Lehman, que lo donó en 1975 al Metropolitan Museum de Nueva York.

Durante la ocupación francesa el marqués de Astorga y conde de Altamira tuvo un papel relevante en la defensa de España, pese a haber participado previamente en una bochornosa ceremonia en la que se entregó al emperador la espada del rey de Francia Francisco I, que obraba en poder de la corona española desde la batalla de Pavía; y que más tarde firmó un juramento de lealtad al rey José, conocido como Pepe Botella. Vicente Osorio de Moscoso, marqués de Astorga y conde de Altamira fue retratado por Goya en 1787, obra que pertenece a la colección del Banco de España. El noble aparece sentado en una silla, con las piernas estiradas y el brazo apoyado en una mesa. Durante la Guerra de la Independencia el marqués, en una situación económica desesperada, se ve forzado a vender algunas propiedades en León y Galicia, tal y como se desprende de la numerosa correspondencia preservada. En 1810 en Astorga al marqués solo le queda el arruinado palacio y la casa de su administrador.

En el retrato de Tadea Arias Enríquez (en el Museo del Prado) aparecen, en el borde inferior izquierdo, los escudos a las casas de Arias y León. Posiblemente, este cuadro fue encargado a Goya con motivo del primer matrimonio de Tadea en 1789 con Tomás de León. Al parecer, el artista recibió la nada desdeñable cantidad de 10.000 reales de vellón por este trabajo.

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